Opinión
Ver día anteriorLunes 5 de febrero de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Fiscalía general
M

éxico está, me congratulo, en medio de una batalla política que como pocas veces ha despertado el interés de casi todos, al menos en los círculos que frecuento y en los lugares en los que ando. Todo mundo está interesado en el proceso electoral que culminará el próximo primero de julio con la elección de presidente de la República y de otras autoridades locales y federales también importantes. Hay gran interés de los futuros votantes en dar seguimiento a los ires y venires de la política; se nota también en otros palenques, en las redes sociales de Internet: Facebook, Twitter y otros cuyos nombres ignoro; ahí se ventilan debates, se expresan preferencias y a veces insultos; ahí difunden sus propuestas candidatos y precandidatos, exageran sus errores, su dislexia o sus características y cualidades reales o atribuidas.

El tema está tan presente, hay tanto interés, que no resisto la tentación de transcribir algo que llegó en forma anónima a mi correo y caricaturiza lo que pasa. Quien lo hizo es, sin duda, un humorista fino y un agudo observador; transcribo: “El ambiente está tan politizado que estornudé en el Metro y una señora dijo: ‘¡salud!’; un señor gritó: ‘¡educación!’; otro más: ‘¡empleo!’, y el de más allá: ‘¡seguridad!’; luego cantamos el himno. Fue hermoso”.

Pero, a lo que voy: en días pasados, como lo hace con frecuencia AMLO, el peje, ya sabes quién, el señor López o simplemente López como creen ofenderlo algunos torpes, volvió a fijar el tema en el debate político, lo hace un día sí y otro también; ahora fue proponer ternas para el fiscal general de la República, el fiscal anticorrupción y el de los delitos electorales.

Tuve el honor (tardío) de haber sido incluido al lado de dos distinguidos juristas Eva Verónica de Gyves y Juan Luis González Alcántara Carrancá en la que propondrá al Senado para fiscal general. El honor de estar en esa propuesta y la distinción que nos hace el precandidato que va a la cabeza en las encuestas, tanto en las verdaderas como también en las amañadas, me da tema para esta colaboración y para algunas reflexiones alrededor del asunto.

He sido crítico de la imitación servil por la que se adoptó el título de fiscal general en lugar de procurador general; se sustituyó el nombre tradicional con arraigo en nuestro derecho patrio. Haber cambiado el nombre de este cargo, es una muestra más de ignorancia y ganas de modificar algo aun cuando sean sólo palabras; es una muestra de que en los altos círculos del poder hay mexicanos con espíritu colonizado, atentos a lo que pasa afuera, lo que viene de fuera y a veces a lo que nos imponen de fuera.

Un diccionario clásico de derecho define: fiscal: lo perteneciente al fisco, y otra acepción: abogado nombrado por el rey para defender los intereses del fisco y de la vindicta pública. Procurador de justicia es un nombre más adecuado y más cercano a las responsabilidades del servidor público encargado de ejercer en nombre de la sociedad las acciones penales ante los jueces.

En México se ha empleado el nombre de procurador desde antes de que hayamos sido una nación independiente; el de fiscal parece una novedad sin sentido; en la Constitución de 1857, Ponciano Arriaga propuso que hubiera un procurador de pobres, actualmente hay un procurador fiscal, un procurador del trabajo y uno del consumidor.

Por otra parte, la opinión que defendí en la Asamblea Constituyente de Ciudad de México, es que el procurador de justicia, conservando plena autonomía en sus decisiones, debe estar integrado al Poder Ejecutivo; dos cabezas independientes con mucho poder ambas, acabarán distanciándose o enfrentándose. La procuraduría es una pieza clave para mantener la gobernabilidad a cargo del titular del Poder Ejecutivo; por otra parte, estoy convencido de que pulverizar el poder en demasiados organismos autónomos no beneficia al buen gobierno y lo que México necesita hoy es un gobierno fuerte con amplio apoyo popular y no un titular acotado y quizá acosado por muchos poderes independientes. Para el contrapeso del Ejecutivo están el Legislativo y el Judicial.

Finalmente, el artículo 102 de la Constitución, tiene la redacción típica de las reformas legales, confusas y elaboradas ad hoc para resolver problemas de coyuntura o para responder a una necesidad artificial. Está mal redactado y podemos calificarlo de barroco por lo intrincado del procedimiento para el nombramiento del fiscal. Han criticado al dirigente de Morena porque se adelantó a proponer terna para fiscal general; en mi opinión hizo bien, pues no hay aun un titular y el Senado no ha enviado la lista de cuando menos 10 aspirantes, dentro del plazo que la misma Constitución establece; por tanto, es correcto que un precandidato a titular del Ejecutivo lo anuncie; lo que hace AMLO es adelantar los nombres de las personas que integran su propuesta, con independencia de lo que el Senado opine o resuelva.