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A Saúl le quedó claro que Triple G le pega a quien se deja: Chepo

El mal sabor del empate aceleró revancha entre Canelo y Golovkin
 
Periódico La Jornada
Miércoles 31 de enero de 2018, p. a12

El empate los dejó enfadados, con la sensación de que habían sido víctimas de una injusticia. Desde el 16 de septiembre de 2017 que se enfrentaron, Saúl Canelo Álvarez y el kazajo Gennady Golovkin han vivido con la idea de que fueron agraviados por unos jueces que no pudieron ponerse de acuerdo sobre quién fue el mejor en Las Vegas.

Aquel combate tardó años en fraguarse, durante los cuales Canelo lanzó desafíos en vivo por la televisión estadunidense y sufrió del acoso de un sector de la afición que no termina por aceptarlo, mientras Golovkin, campeón de peso medio por tres organismos, se limitaba a sonreír.

La segunda parte de esta ri-validad creciente era indudable, pero llegó con la prontitud que concedieron dos peleadores que quieren sentenciar de una vez por todas. A eso atribuye José Chepo Reynoso, entrenador del Canelo, la agilidad en las negociaciones para que el lunes anunciaran que pelearán el 5 de mayo de 2018 en una sede por definir, aunque las probabilidades se cargan otra vez hacia Las Vegas.

Los dos quedaron inconformes, sentían que habían ganado y por eso todo fue más rápido, ambos facilitaron la operación, cuenta Chepo Reynoso; “Golovkin es una piedrita en el zapato para Canelo, por eso tiene tantas ganas de regresar para dejar claro quién es el mejor de la división”.

A pesar de que los jueces decretaron un empate, ambos ganaron demasiado, y no sólo por las cifras desbordadas de dólares que acarreó la función, sino también porque pudieron medirse ante el público. De esa prueba, Chepo está convencido de que Canelo fue quien salió más beneficiado.

Los dos pudieron sentir la pegada del otro, probar los estilos, reflexiona; quien sacó más en esa prueba fue Saúl, porque ganó seguridad y demostró que Golovkin pega, pero a quien se deja, y además que no es invencible.

Chepo presume el trabajo eficaz que hizo su peleador a la defensiva: eludía los golpes que le lanzaba el kazajo, pero –sostiene– sin dejar de contragolpear.

Canelo advirtió el lunes que no habrá titubeos esta vez, que terminará por noquear a Golovkin, para que ningún juez pueda decir lo contrario, reflejo de la certeza que tiene el tapatío de que en septiembre pasado ganó el combate.

“Un nocaut, porque no tengo duda de que Canelo lo va a conseguir, será la culminación de una trayectoria que empezamos desde que él era un chamaquito”, se ilusiona Chepo; noquear al noqueador, la cereza del pastel o el momento más emocionante de una historia que está escribiendo, y de la que yo formo parte.

Aquí es cuando observa al Canelo con la satisfacción de un artesano ante una pieza. Chepo recuerda que lo entrenó desde que era un niño; no sólo eso, es una suerte de padre en el cua-drilátero, responsable, incluso, del nombre que ha hecho famoso al pelirrojo.

Digo que soy parte, porque no sólo lo entreno desde chamaquito, sino también porque, al menos, el nombre yo se lo di, bromea Chepo; “me han intentado descalificar como entrenador ahora que el Canelo está en la cima, pero aquí seguimos, trabajando y listos para un nuevo episodio. La historia todavía sigue.”