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Los entierros clandestinos son muestra de la descomposición social que se vive

Con cada fosa hallada, familiares de desaparecidos renuevan esperanza de encontrarlos, dicen sacerdotes
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Familiares de personas desaparecidas instalaron un plantón afuera de las instalaciones de la Secretaría de GobernaciónFoto Carlos Ramos Mamahua
 
Periódico La Jornada
Domingo 28 de enero de 2018, p. 4

Debido a los miles de desaparecidos que existen en el país, cuando se difunde que se ha hallado una fosa clandestina, como sucedió el 15 de enero pasado en Nayarit, familias originarias de otros estados acuden a las fiscalías con la esperanza de encontrar a sus familiares, indicaron sacerdotes de las diócesis de Tepic, Nayarit, y Matamoros, Tamaulipas.

El padre Rafael Rentería Alaniz, vocero de la diócesis de Tepic, dijo en entrevista que después de que se informó sobre la exhumación de más de 30 cuerpos en la fosa que se encontró en el poblado El Pantanal, en Xalisco, hay muchísimas personas que están yendo a hacerse las muestras para que (las autoridades) realicen los análisis y ver si alguno de ellos es uno de sus seres queridos.

Rentería agregó que personas de otros estados acuden también con la esperanza de encontrar a sus familiares.

Alan Camargo, vocero de la diócesis de Matamoros, indicó que en Tamaulipas las personas que tienen un familiar desaparecido se trasladan a las entidades donde se enteran que encontraron una fosa para saber si quedó en otro lugar su ser querido y eso también es lamentable; permanecen con incertidumbre.

Alguien que no ha vivido esta situación, agregó, no lo comprende, pero para una persona que vive su dolor ante esta ola de violencia generalizada, le es también una forma de desahogo.

Camargo dijo que incluso, al difundirse el hallazgo de fosas, remueve en algunos ciudadanos de San Fernando, Valle Hermoso y Río Bravo las experiencias que han tenido.

Acuden a veces también a terapeutas, a sacerdotes o a algún familiar, relató.

Al igual que Rentería y Camargo, Gustavo Enrique Sánchez Prieto y Noé Soto Valdez –voceros de las arquidiócesis de Chihuahua y Durango, respectivamente– coincidieron en que estos entierros clandestinos son muestra de la descomposición social que estamos viviendo.

Soto consideró que la situación, primero de quitar la vida, ya es en sí épicamente muy grave, pero además el hecho de que una persona no pueda tener una sepultura adecuada, identificada, con sus propios familiares, incluso que ellos puedan despedirse de los restos mortales, todavía hace más indigna la muerte de una persona.

Ante la inseguridad que se vive en sus estados, en las misas que celebran, en las plegarias e intenciones de los feligreses diario piden por quienes están desaparecidos, fueron secuestrados o asesinados. También oran por los victimarios para que se les ablande el corazón, mencionaron los sacerdotes.

En el caso de Tepic, explicó Rentería, se toma la precaución en las intenciones de no decir el nombre de la víctima, pues a veces sus familiares están amenazados.

Para el padre Sánchez Prieto, con las fosas clandestinas y las acciones vinculadas a la violencia que se vive en el país queda en evidencia que el mal ha echado raíces en nuestra sociedad, en distintos ángulos, y entonces ahí es donde todos tenemos que sentirnos responsables de este aire viciado que estamos respirando.