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Rosalía León, Édgar Oceransky y Francisco Céspedes, invitados

Haydée Milanés deja impronta sanadora del alma en el Lunario
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Haydée Milanés, la hija menor del célebre Pablo Milanés, es considerada una de las mejores voces de la canción actualFoto Notimex
 
Periódico La Jornada
Sábado 20 de enero de 2018, p. 9

Gran noche la de Haydée Milanés en el Lunario. La hija menor de Pablo Milanés lució por todo lo alto con grandes músicos, invitados de lujo, un excelente repertorio musical y una voz a prueba de bajas temperaturas.

Ciertamente el clima de estos días no invita a salir de casa, pero la sala alterna al Auditorio Nacional registró un lleno impresionante. El públicó llegó con ánimo de constatar las buenas hechuras e impronta artística de esta joven mujer considerada una de las mejores voces de la canción actual.

Vestida de negro, saco casual, zapatillas de diseño, el pelo recogido y adornado con una rosa roja, Haydée Milanés apareció en escena acompañada de tres excelentes músicos: el jazzista Jorge Reyes en el contrabajo; el ex Irakere Enrique Plá a la batería y el multiguitarrista y director musical Raúl Verdecia. El público la recibió con fuerte ovación y Haydée correspondió a tanto cariño con un compendio de canciones emotivas, cálidas y festivas por alrededor de dos horas.

Voz y sentimiento

Hoy es buen tiempo para cantar, para sanarnos el alma dijo Haydée a manera de saludo, recordando que la cita musical, programada para octubre pasado, se había postergado debido a los sismos de septiembre, por lo que agradeció la espera y deseó mejores tiempos para México. Un país que he aprendido a querer

El programa estuvo integrado por temas de su padre, mismos que forman parte del álbum Amor y de su nuevo trabajo Amor de luxe, y otros de autores que, según dijo, han influido en su formación tales como José Antonio Méndez (La gloria eres tú), Marta Valdés (Palabras), Chabuca Granda (La Flor de la canela), Carlos Gardel (Volver), Armando Manzanero (Esta tarde vi llover) y más cercanos a su época como Fito Páez (Vengo a ofrecer mi corazón) y el sonero Luís Ríos (Qué manera de quererte, qué manera). Incluyó también dos temas de su autoría: Libélula y Tu y yo, canciones en las que tocó el piano demostrando dominio del instrumento y gran musicalidad.

Armada pues de esa musicalidad, a la que contribuye enormemente su trío, Haydée Milanés nos hizo viajar en la emoción de su voz.

Hay que señalar que su expresión tonal resulta cautivadora por esa naturalidad y apego a la emoción. Es decir, porque su canto corresponde a un impulso profundo, vital, libre de criterios extra musicales. Haydée opta por un ejercicio que parece cada vez más en desuso: prestarle la voz a un sentimiento, a una intensión. Pero, en rigor, es más que prestar la voz; es apropiarse antes de ese sentimiento, de esa intensión, de esa emoción; es llevarlos a los últimos rincones de sus entrañas y su pensamiento para después dejarlos fluir, prestos a someter (emocionar) a cualquier espíritu sensible y dispuesto, tal como los que encontró la noche del jueves en el Lunario.

Con ese público entregado a todas y cada una de las canciones –siempre más a las de su padre Pablo Milanés— Haydée fue construyendo una historia de coincidencias con el público y con sus invitados, sus carnales. Así presentó a Rosalía León, mi hermanita, y a Édgar Oceransky y Francisco Céspedes a quienes invitó esa noche a compartir.

La primera en aparecer en escena, guitarra en mano, fue Rosalía, con quien hizo Astral, de la compositora mexicana y No ha sido fácil, de Milanés. Más adelante apareció Édgar Oceransky, quien tras interpretar con ella El amor de mi vida, fue exigido a cantar una de su autoría, el queretano no se negó complaciendo al respetable con un tema dedicado a la familia.

Y llegó lo que todo mundo esperaba, la participación de Pancho Céspedes. Haydée y Pancho se profesan admiración mutua y les une, aunque no igual en calendario, el bolero. Es por eso que optaron por bolerear, iniciando con La mentira, de Álvaro Carrillo y Para vivir, de Pablo Milanés. Dos temas no fueron suficientes, el público exigió más y no quedó otra que improvisar al estilo bohemio. Surgió entonces Cómo fue, tema ícono del gran Benny Moré. El ímpetu desbocado de Pancho contrastaba con la cálida elegancia de Haydée y la gente se estremecía ante esa gozada. Era un punto alto en la noche que la hija de Pablo eligió para agradecer a todos quienes hicieron posible la magia del encuentro: público, amigos, prensa, organizadores, Dios y todos los santos.

Paso adelante

Previo a su presentación Haydée nos había confiado que el concierto en el Lunario le significaba un paso adelante en sus aspiraciones de conquistar este mercado. El Lunario es un sueño que ahora se hace realidad. Una gran oportunidad para mostrarme de manera completa, más intérprete, más músico... Y pienso que mi trabajo puede agradar, ya que mi repertorio ondula en las diferentes emociones y matices de la música cubana que gusta mucho aquí.

Y no solamente uno que la conoce, sino aquellos que la están conociendo, ya por sus discos o conciertos, le auguramos un futuro promisorio a esta gran y sencilla artista.