Editorial
Ver día anteriorViernes 5 de enero de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Odebrecht y la oposición venezolana
D

urante una audiencia ante fiscales peruanos, el empresario brasileño Marcelo Odebrecht confirmó que financió las campañas políticas de la oposición venezolana con la intención de evitar problemas en el futuro. De acuerdo con Odebrecht, ex presidente del conglomerado que lleva su apellido y maneja la mayor constructora de América Latina, Venezuela es el segundo país en el que se pagaron más sobornos, con un total de 98 millones de dólares.

Debe recordarse que el magnate se encuentra sometido a proceso en Brasil por su implicación en la llamada Operación lavado rápido, una gigantesca trama de corrupción con recursos de la petrolera semi-estatal Petrobras, y que en el transcurso de los interrogatorios ha puesto al descubierto los sobornos entregados por la compañía que dirigió a políticos de varios países latinoamericanos –incluido México– a cambio de la asignación de contratos.

Lo primero que debe destacarse en esta nueva revelación es el silencio mantenido por los corporativos mediáticos mundiales, un silencio que contrasta con la cobertura que han recibido –de manera adecuada, al tratarse de un tema tan relevante para la credibilidad de las democracias– los sobornos entregados por Odebrecht en otras naciones latinoamericanas. Pero este mutismo se muestra particularmente revelador cuando se compara con el histérico y sesgado manejo que esos mismos medios hacen de las denuncias opositoras contra el gobierno de Nicolás Maduro, y que es continuación del permanente golpeteo dirigido contra el fallecido presidente Hugo Chávez Frías.

En segundo lugar, y al margen de las indagatorias pertinentes para probar la veracidad de lo dicho por el empresario, su señalamiento obliga a llegar al fondo en el destape de la red de intereses foráneos que mueven a la oposición venezolana, entramado con responsabilidad directa, tanto en la grave crisis económica como en los actos violentos que dejaron 121 muertos –nueve de ellos quemados vivos– y miles de heridos durante el más reciente ciclo de protestas convocadas por las cúpulas opositoras al chavismo.

Por último, no puede soslayarse que, más allá del diferendo que mantienen el régimen bolivariano y la derecha venezolana –el cual compete únicamente a esta nación–, la confesión de que Odebrecht invirtió un volumen masivo de recursos en allegarse a políticos del país que detenta las mayores reservas de petróleo del mundo es un llamado de atención sobre la manera en que los capitales trasnacionales garantizan su acceso a recursos naturales estratégicos, pasando por encima de la voluntad popular y de cualquier control jurídico o democrático.