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Muestra la labor de los marinos desde la Colonia hasta hoy

Tecnología e historia se unen en el Museo Naval de Veracruz
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Uno de los espacios del Museo Naval México, ubicado en el puerto de VeracruzFoto Roberto García Ortiz
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Periódico La Jornada
Sábado 23 de diciembre de 2017, p. 13

Veracruz, Ver.

Tomar el timón de un buque de 300 toneladas, sacarlo del puerto de Veracruz y enfilar la nave al océano Atlántico puede ser un sueño para muchas personas, al igual que sentir el bamboleo de las aguas y maniobrar para superar las contingencias climatológicas si llueve o el oleaje es demasiado fuerte.

Todo ello es posible en el Museo Naval México, donde la tecnología y la historia se conjugan para que sus visitantes vivan el conocimiento marítimo y el trabajo de los integrantes de la Secretaría de Marina (Semar) desde la época colonial hasta la actualidad.

El director del Museo Naval México, el capitán de corbeta Iván Jesús Mendoza Solís, informó que anualmente reciben aproximadamente 78 mil visitantes y que la creación de salas lúdicas e interactivas les permiten conocer toda la historia de la Armada de México.

En este inmueble se incluye en la historia naval nacional un hecho que ha pasado inadvertido para muchos expertos: Hernán Cortés enfrentó a los mexicas en la gran Tenochtitlán, y para ello construyó 14 embarcaciones en lo que hoy conocemos como el estado de Tlaxcala, con las cuales destruyó el poderío de los indígenas mexicanos.

Asimismo, en las salas se recuerda la batalla ocurrida el 23 de noviembre de 1825, cuando el capitán Pedro Sainz de Baranda encabezó 11 buques y venció a las tropas españolas que se resistían a reconocer la independencia mexicana.

El Museo Naval México, que en el periodo 1897-1952 albergó la Escuela Naval Militar, se localiza a unas calles del malecón y de la capitanía de este puerto y resguarda casi 200 años de historia.

Los visitantes pueden recorrer una sala en la que se recrea el espacio desde el cual en abril de 1914 los cadetes defendieron el territorio mexicano de la invasión estadunidense, en hechos considerados una gesta heroica. Se reprodujeron con imágenes virtuales las ventanas desde las cuales dispararon a los enemigos, las camas que ocupaban, la manera en que vestían y portaron sus armas.

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Jóvenes y niños pueden conocer la historia de la Marina-Armada de México en sus salas lúdicas e interactivasFoto Roberto García Ortiz

Hoy parece casi imposible que desde el edificio que alberga el Museo Naval México, los cadetes hubieran luchado contra las tropas estadunidenses durante su desembarco, dada la distancia que lo separa del muelle, pero en las vitrinas del museo se resguardan los documentos originales del contrato que Porfirio Díaz firmó con la compañía Weetman Dickinson Pearson en 1895 para construir de manera artificial, a un costo de 30 millones de pesos, lo que hoy conocemos como el puerto de Veracruz.

Paso a paso, en este recinto museográfico que resguarda más de mil 600 piezas, los visitantes pueden observar barcos a escala; instrumentos de navegación como sextantes, octantes, catalejos, astrolabios, compases de dos puntas y cuadrantes, e históricos mapas de navegación y cartografía marítima.

Además de la historia naval, también presenta los uniformes que han utilizado los marinos mexicanos desde la Colonia y las armas que han empleado los integrantes de la hoy Semar.

El museo está integrado por 28 salas de exhibición y una de las mayores atracciones es un simulador de navegación, con el cual los visitantes pueden tomar el timón de un buque de 300 toneladas, percibir el oleaje, los movimientos de la nave, las complicaciones para maniobrarlo tanto en aguas tranquilas como en condiciones adversas.

Niños y adultos dirigen la embarcación con apoyo del personal del museo –que también forma parte de la Semar– y se convierten en navegantes virtuales del puerto de Veracruz.

Otro atractivo del museo es el dormitorio de Venustiano Carranza –presidente de la República de 1917 a 1920–, donde se conservan documentos y objetos de uso personal, así como dos retratos de la actriz María Conesa, La gatita blanca, que el ex mandatario tenía en su buró y su escritorio.