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Llega el Mesías y desaparece la vaquita marina
I

mposible ser ajeno a lo que acaba de ocurrir en el campo de la política del país. Un presidente que designa a su sucesor en la residencia oficial del Poder Ejecutivo federal. Un partido que, de la manera más lacayuna, se suma a la unción de alguien que no militaba en esa organización; algunos medios y editorialistas que califican al ungido casi como el Mesías que salvará al país de todos sus males. Un dinosaurio, líder de la bancada del PRI en el Senado (el señor Gamboa Patrón), que califica el encuentro del secretario de Gobernación (que luchaba por ser el bueno) con el elegido como una muestra de la política fina que hacemos en el partido y donde no hay asperezas porque el proceso de selección ha sido muy limpio y transparente. Una iniciativa privada que se suma incondicionalmente al dedazo porque el doctor Meade es el más preparado de todos los candidatos. Es una nueva esperanza para México, como lo calificó en este diario Heriberto Galindo, con lo cual nos dice que estamos en el peor de los mundos posibles y que antes hubo otras esperanzas que en eso quedaron. Legisladores del Partido Acción Nacional que se declaran simpatizantes del doctor. En fin, un elegido que llena de elogios al desprestigiado partido del cual no hacía parte y lo convierte en su candidato a la Presidencia de la República en 2018

Si esto ocurre en el campo de la política, no debemos extrañar lo que pasa con la vaquita marina, en peligro de extinción. Son ya más de 25 años de promesas del sector público para evitar que desaparezca. Existe hasta un Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita (Cirva), encabezado por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), que, por lo visto, no ha cumplido la tarea que le encomendaron. En efecto, si en 1990 se calculaba que había 567 ejemplares, hoy apenas llegan a 30. La vida de la vaquita está asociada a la pesca de la totoaba, cuyo buche tiene un altísimo valor en el mercado chino por atribuirle propiedades medicinales hasta hoy no demostradas. También a la captura de camarón con artes de pesca depredadoras utilizadas por quienes viven de los productos del mar en el alto golfo de California, destacadamente en los poblados de San Felipe y Santa Clara.

Para salvarla, el gobierno federal decretó una veda en mayo de 2015. A fin de paliar sus efectos económicos y sociales entre los pescadores, destina 44 millones de pesos mensuales, apenas un tercio de lo que obtenían de su actividad tradicional. Pero los beneficiados denuncian que el apoyo oficial no llega a los verdaderos integrantes de las cooperativas y se queda entre los funcionarios y algunos líderes. Y que en la lista de beneficiados hay personas que no viven del trabajo marino. La veda terminó el pasado martes y los pescadores anuncian que la captura de camarón la harán con las artes de pesca que poseen y que afectan la existencia de la vaquita. Según informaron Mireya Cuéllar y Antonio Heras, reporteros de La Jornada, las que proporciona el gobierno no sirven para evitar que se enreden y mueran ahogadas las pocas vaquitas que existen.

Y para echar más gasolina al fuego, la Procuraduría General de la República (PGR) detuvo a Sunshine Rodríguez, líder de los pescadores de San Felipe, presuntamente por delitos contra la salud. Luego se informó que por tener en su poder buches de totoaba. Los habitantes de esa población cerraron en apoyo del líder varias vías de comunicación y aseguraron que a Sunshine le sembraron droga para que no siguiera encabezando las protestas.

Ante el problema, reapareció el titular de la Semarnat, Rafael Pacchiano, y dijo que la detención del citado líder desalentará la pesca ilegal de totoaba, causa de la muerte de la vaquita. Y aclaró que no han fracasado los programas para protegerla. No está de más reiterar que es una especie que solamente existe en México. Sus optimistas declaraciones se agregan a las promesas de cinco sexenios de negligencia en las tareas de conservación, no exentas de corrupción de funcionarios y algunos integrantes de las cooperativas pesqueras. Con ello, peligra más la vaquita y se deteriora la calidad de vida de cientos de familias.