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Un presidente contra el mundo
E

stados Unidos tiene ahora uno de los presidentes más ignorantes en el campo de la cultura y la ciencia. Su especialidad es el show bussines y los negocios inmobiliarios, algunos de los cuales rodaron con mala suerte. Por eso no sorprende su decisión de retirar a su país como integrante pleno de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Queda como simple observador. El motivo no puede ser más pueril: el continuo sesgo antisraelí de ese organismo internacional. Israel, gobernado por el ultraconservador Benjamin Netanyahu (acusado de corrupción), anunció que la deja también y que es una decisión moral porque se convirtió en un teatro absurdo y en lugar de preservar la historia la está distorsionando.

La causa para ambos retiros es que la Unesco declaró en julio pasado a la Ciudad Vieja de Hebrón (donde junto a 35 mil palestinos residen 800 colonos judíos en asentamientos protegidos por soldados de Israel) como Patrimonio de la Humanidad. Pero en realidad es porque reconoció a Palestina como Estado miembro en 2011. Un año después, fue admitida con el estatus de observador en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en contra del parecer de Tel Aviv y Washington. Estados Unidos ya en una ocasión abandonó la Unesco, durante el mandato de Ronald Reagan, quien la acusó de corrupta y seguir una política favorable hacia los intereses de la Unión Soviética. No sobra agregar las duras críticas que Trump ha hecho recientemente contra las Naciones Unidas (de la cual depende la Unesco) y su intención de reducir su aportación financiera, que es la más grande de todas.

Estas decisiones afectan directamente el espíritu de universalidad tan necesario en estos tiempos de intransigencia e intolerancia. Y cuando más se requieren inversiones en educación, en el diálogo entre las culturas para prevenir el odio. Pero, además, ocurren en momentos en que el organismo tiene una nueva directora, la francesa Audrey Azoulay. Algo más significativo, pues mientras el presidente Trump insiste en retirarse del Acuerdo de París sobre el cambio climático firmado en diciembre de 2015, el presidente francés Emmanuel Macron y los demás integrantes de la Unión Europea, China, Rusia, India, Japón, Canadá y 190 naciones han dicho que lo cumplirán por ser un mecanismo fundamental para evitar la generación de los gases de efecto invernadero que ocasionan el aumento de temperaturas en el planeta. Insisten en que urge eliminar al máximo el uso de hidrocarburos (principales causantes de dichos gases) y alentar preferentemente el de energías limpias y no contaminantes, a fin de evitar el calentamiento global.

El empresario Trump ya olvidó los efectos que le ocasionaron este año a su país dos huracanes: Harvey, que dejó su huella destructora en Houston, Taxas, y áreas cercanas; e Irma, que, dijo, sería el más devastador en la historia de Estados Unidos. Afectó especialmente Florida, pero no tanto daño como Katrina. De todas formas, por Irma y Harvey hubo decenas de muertos, miles de damnificados y severas afectaciones a la infraestructura pública y privada en el sureste de dicho país. Trump olvida que los huracanes serán más y de mayor intensidad de acuerdo con los pronósticos de las agencias estadunidenses, debido precisamente al cambio climático.

En tanto, sigue en su tarea de desmantelar la Agencia de Protección Ambiental e intenta suprimir leyes que protegen la flora y la fauna de Estados Unidos. Y como final de este breve resumen de sus acciones contra el mundo, reitera que abandona el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, firmado en 1994 con Canadá y México. Esto deja sin base alguna a la Comisión de Cooperación Ambiental de América del Norte, integrada por los ministros del medio ambiente de los tres países. Y de igual modo, sus organismos afines, como el Comité Consultivo Público, al que los cuidadanos acuden para denunciar irregularidades o violaciones a las leyes ambientales. Además, realiza estudios sobre el efecto nocivo de ciertas actividades económicas (como la minería) en los recursos naturales.

Trump va a contracorriente de lo que ocurre en el planeta. Y está en campaña para relegirse con los votos de la América profunda. No sería sorpresa si lo logra.