Opinión
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Los adultos en el gabinete de Trump
E

l nivel de tensión que se respira en la capital de Estados Unidos se puede medir por las palabras que el general retirado David Petraeus expresó ayer en una entrevista en televisión: El más importante reto de Estados Unidos en estos momentos no es Rusia, Irán, Corea del Norte, la competencia con China o el Estado Islámico. Es el parroquialismo que nos limita a resolver los serios problemas que tenemos en Estados Unidos.

La de por sí tensa situación en Washington aumentó cuando Donald Trump omitió –no está claro si por descuido o ignorancia– rendir homenaje a cuatro soldados estadunidenses caídos en Nigeria, por lo que fue duramente criticado en los medios de comunicación. En su inefable costumbre de evadir cualquier crítica y contratacar como medio para distraer la atención, Trump, equivocadamente, acusó a George W. Bush, Barack Obama y otros presidentes que le antecedieron de no haber rendido homenaje a los soldados muertos en combates en Irak, Afganistán, Siria y otros países donde el ejército estadunidense tiene presencia. Como era de esperarse, muy pronto se comprobó que Trump mentía, ya que en efecto ambos presidentes rindieron homenaje a los soldados caídos. Más tarde, cuando se rendían las exequias fúnebres de uno de los soldados que murieron en Nigeria, una legisladora demócrata llamó la atención sobre la forma impropia en que Trump dio el pésame a su viuda. Pero el problema mayor fue que su jefe de gabinete, John Kelly, tratando de excusarlo afirmó que años atrás esa misma legisladora había politizado un asunto similar en su favor. Lo grave es que Kelly mintió, pues se comprobó que no fue cierto lo que afirmó sobre la legisladora. Más grave aún es que Kelly es la persona cuya cercanía con el presidente, aparentemente, le ha permitido acotarlo en sus delirantes ataques contra propios y extraños con argumentos, en su mayoría, falsos o equivocados. Kelly es parte de un importante triunvirato de generales considerados los adultos en el gabinete del presidente. En opinión de expertos en cuestiones internacionales y militares, son los que en cierta manera han contenido a Trump en sus arrebatos, que pudieran llevar a Estados Unidos a iniciar una tercera guerra mundial.

El problema, en opinión de varios comentaristas políticos, es que con su declaración Kelly perdió estatura moral. Esto pudiera tener graves consecuencias en su tarea de dar un poco de estabilidad a la Casa Blanca. La pregunta ahora es: ¿hasta dónde el daño que Kelly se autoinfligió afectará su intento de normalizar la actuación del presidente? Varios legisladores del partido al que supuestamente pertenece Trump e incluso algunos generales retirados han criticado a Kelly, no obstante el prestigio que goza entre ellos y el gran respeto que tienen por él.

En este contexto de tensión y declaraciones aberrantes, no deja de ser trascendente que cinco ex presidentes (Jimmy Carter, George Bush padre e hijo, Bill Clinton y Barack Obama) independientemente de sus diferencias ideológicas, se reunieron en un acto público y coincidieron en criticar a Trump por su incontenible propósito de dividir a la sociedad estadunidense.

Nadie sabe a ciencia cierta cuál o cuáles podrían ser las consecuencias de estos eventos. En lo que parece no haber duda es en la erosión de la confianza social que inspiran los insensatos comentarios del presidente. Ahora, desafortunadamente, secundados por uno de los pocos adultos en su gabinete, como acertadamente lo describe James Mann en New York Review of Books.