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En ese sitio, en 2014, incineraron a 43 normalistas de Ayotzinapa, según el ex procurador Murillo

Basurero de Cocula, abandonado y en desuso
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 22 de octubre de 2017, p. 25

Cocula, Gro.

El basurero de Cocula, donde el entonces titular de la Procuraduría General de la República (PGR), Jesús Murillo Karam, basó hace tres años su verdad histórica, se encuentra en el abandono.

En 2014, Murillo Karam acusó a los integrantes del cártel Guerreros Unidos de haber incinerado a 43 estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa y de arrojarlos al río San Juan, luego de asesinarlos el 26 y el 27 de septiembre de ese año.

Al llegar a Cocula, ubicada a unos 10 kilómetros de la ciudad de Iguala, de inmediato se obser-va a los agentes de la Policía Federal encargados de la seguridad del municipio a partir de esa fecha y de que se demostraran los nexos de la policía municipal con grupos de la delincuencia organizada.

En un trayecto de otros cuatro kilómetros, de la cabecera municipal de Cocula al basurero, incluidos 20 minutos por un camino de terracería enclavado en la maleza, se observan cientos de hectáreas que aún labran los campesinos, mudos testigos de lo que sucede en las inmediaciones.

En los caminos de terracería se ven muchos ganados: bueyes, vacas y caballos, éstos casi en estado salvaje.

El chofer que traslada al basurero a un grupo de periodistas extranjeros y locales en caravana, llama por su nombre a un campesino, a quien le pregunta: ¿Cómo está el camino al basurero?. ¡Está bien! Aún se puede pasar, le responde a gritos el labriego.

Otro integrante de la caravana narró: “Prácticamente desde hace tres años, cuando se inventó lo de la ‘verdad histórica’, ya no vienen a tirar basura los camiones recolectores. Incluso hasta hace unas semanas todavía estaban los retenes de la Policía Federal o estatal y a nadie sin autorización le permitían el paso. Que yo recuerde tiene casi tres años que no viene nadie de la prensa”.

Finalmente el vehículo que trasladó a la prensa arribó a unos cien metros del basurero. Ahí se inició un recorrido a pie por una pendiente. El ambiente se sentía tenso. Apenas el canto de las aves, el zumbido de los insectos y el soplar del viento eran los únicos signos de vida. El calor casi sofoca a la comitiva.

Una valla metálica rodea el basurero. Al fondo, unos 20 metros hacia abajo, aún se aprecian los vestigios de lo que en algún tiempo fue el basurero: botellas de plástico, principalmente, y de vidrio. Ratas, moscas y hormigas se notan a simple vista. Ni un zopilote, ave carroñera muy común en los basureros. Ahora los coculenses tiran su basura en otro poblado llamado Apipilulco.

Eso sí, la vegetación prácticamente ya cubrió lo que fue el tiradero vigilado con mucho recelo por la PGR en los tres años recientes por ser una de las pruebas con que se pretende cerrar de una vez por todas el caso Ayotzinapa. En el basurero no hay algún vestigio de que allí se hubiera prendido fuego con leña, llantas o se hubiese calcinado a los normalistas.

El recorrido es rápido. Por temor y la inseguridad la salida del lugar es apresurada, tras unos 20 minutos de haber llegado.

Durante el retorno, uno de los acompañantes narró que en Cocula nadie estuvo de acuerdo con la verdad histórica de Murillo Karam. Mucho menos se le creyó que las cenizas hubieran sido arrojadas al río San Juan, que viene de Iguala. Como ven, el río pasa cerca de las viviendas y cual más se hubiera percatado esa madrugada de lo que ocurría, si hubieran llevado las cenizas a tirar. Pero nadie en el poblado escuchó nada, dijo la fuente.

Es cierto, en Cocula el ambiente es menos tenso que antes. Se trató de ubicar al alcalde, el perredista Eric Ulises Ramírez Crespo, pero se informó que por lo general, los fines de semana se dedica a otras actividades.

Cocula es un municipio estratégico en el trasiego de la droga proveniente de la Sierra Madre del Sur por su colindancia con los municipios de Iguala, Teloloapan, Tepecuacuilco de Trujano, Eduardo Neri y Cuetzala del Progreso.