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La mística del personal se sustenta en el trabajo en equipo

Durante entrenamiento, marinos rescatistas están bajo escombros

La satisfacción más grande, que la gente agradece con un abrazo

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Frida, la perra de raza labrador que participó en los rescates tras el terremoto de septiembre pasadoFoto Afp
 
Periódico La Jornada
Lunes 16 de octubre de 2017, p. 12

Los rescatistas estamos entrenados para ayudar a salvar personas, pero cuando el tiempo transcurre y no se logra, también sufrimos un choque emocional; sin embargo, eso no impide aplicar el mismo ahínco para ubicar y extraer los cuerpos que han quedado atrapados en edificios colapsados. Después, cuando termina cada experiencia, contamos con un área de sanidad naval que nos ayuda en la parte emocional y sicológica, manifestó el capitán Israel Monterde, jefe de organización táctica de la sección tercera del Cuartel del Alto Mando de la Secretaría de Marina Armada de México (Semar).

Tras el terremoto del pasado 19 de septiembre, los efectivos que participaron en distintas acciones de rescate, tanto en la capital del país como en los estados de Chiapas y Oaxaca, están listos para ayudar a la población, pues afirman que la satisfacción más grande que tienen es que la gente, sin conocernos, nos agradece con un abrazo o un gracias.

Los integrantes de los grupos de rescate de la Semar conocen lo que significa estar bajo escombros, esperanzados a que los extraigan. Durante sus entrenamientos cada uno ha representado el papel de víctima, permaneciendo durante minutos en estructuras colapsadas, sitios húmedos y oscuros, sin poder moverse y en espera de que algún perro los encuentre.

La Jornada entrevistó también al tercer maestre Israel Arau Salinas, entrenador de Frida –la perra de raza labrador que es calificada de heroína por las acciones realizadas tras el terremoto del 19 de septiembre–, para conocer cuál ha sido su mayor satisfacción en el tiempo que lleva de rescatista. Y la resumió así: Ayudar a quien lo necesita. Dar esperanza a los familiares de una persona atrapada de que existen posibilidades de rescatarla con vida.

Las aptitudes

El capitán Monterde expresó: “Lo primero que necesita un rescatista es buena actitud y firmeza ante las adversidades; capacidades innatas para ayudar, y que no se tenga miedo a las alturas o a estar en espacios cerrados.

“Siempre se corren riesgos al entrar a estructuras colapsadas, pero cualquier temor es vencido por la esperanza de encontrar a alguien con vida. Son minutos de mucha tensión, pero saber que vas a salvar una vida o a recuperar los restos de una persona, nos impulsa a trabajar.

La mística de nuestros rescatistas se sustenta en el trabajo en equipo. Hemos conformado un grupo de hombres y mujeres que ha sabido acoplarse a lo duro que es la vida de un rescatista, y cuando ocurren esos fenómenos se ponen a prueba el temple y el entrenamiento.

En calidad de víctima

Arau Salinas ha laborado más de 18 años en la Secretaría de Marina. Su ingreso fue a un batallón de infantería y luego, al conocer el trabajo que realizaban los rescatistas con binomios caninos, solicitó su cambio y comenzó su capacitación como manejador canino.

Ahí ha trabajado con perros de diversas razas. Con Frida tiene dos años y medio laborando, aunque no sólo está capacitado para desarrollar sus tareas con un perro como compañero, pues se ha especializado en rescate en estructuras colapsadas y puede unirse a los grupos de búsqueda y rescate en lo individual.

Arau Salinas ha participado en acciones humanitarias en Ecuador y Juchitán, Oaxaca, y recientemente en Ciudad de México. Asegura sentirse orgulloso de ser mexicano y poder ayudar a la sociedad. Son cosas que nos motivan, ya que se auxilia a la población cuando más lo requiere.

Casado y con cuatro hijos, tras el sismo del 19 de septiembre laboró tres días consecutivos. Recibir el abrazo de su esposa e hijos días después del terremoto fue gratificante y nos recargó las pilas para regresar a trabajar en los edificios que se derrumbaron, ya que uno hace su labor porque le gusta, no porque espere reconocimientos.

–Aunque sea parte de su capacitación, ¿usted ha estado en calidad de víctima en alguna estructura colapsada?

–Sí, durante los entrenamientos hacemos el papel de víctimas y espermos que los perros nos encuentren. Son ejercicios que duran unos 20 minutos. Aunque uno sabe que va a llegar el perro, estar ese tiempo sin moverse, en un lugar oscuro y húmedo hace que esos minutos se hagan eternos.