Editorial
Ver día anteriorViernes 13 de octubre de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
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TLCAN: renegociación, peligros reales o fintas
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egún una nota de la agencia informativa Bloomberg, especializada en finanzas, el gobierno de Estados Unidos puso ayer sobre la mesa de renegocia-ción del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) una cláusula de terminación automática de ese instrumento. Según la fuente, se habría concretado así el propósito del titular de Comercio del país vecino, Wilbur Ross, de incluir en la nueva versión del convenio trilateral un artículo que lo daría por terminado en un plazo de cinco años, a menos que los tres socios ratificaran su continuación. Así, el acuerdo comercial quedaría expuesto cada lustro a su posible fin; bastaría con que uno de los tres países socios decidiera no prorrogarlo.

Esta y otras expresiones de hostilidad hacia el tratado por parte de la administración que encabeza Donald Trump han causado una seria preocupación en México más que en Canadá –el magnate neoyorquino ha externado varias veces su propósito de separar el TLCAN en dos acuerdos comerciales bilaterales, y con ello la economía del país septentrional se vería mucho menos alterada que la nuestra– y diversas voces gubernamentales han aceptado ya la necesidad de preparar al país para un panorama pos-TLC si la renegociación en curso no lleva a ningún lado o si Trump decide retirarse con un portazo.

Un ejecutivo de la agencia Moody’s Analytics afirmó ayer que actualmente hay mayores probabilidades de que el acuerdo trilateral llegue a su fin, el Consejo Coordinador Empresaial consideró que en las negociaciones predomina un ambiente hostil y, ciertamente, existe la posibilidad real de que el TLCAN sucumba en la mesa de negociaciones. Washington pretende imponer a su contraparte mexicana y, en menor medida a la canadiense, condiciones como la eliminación del libre tránsito de camiones de carga, el incremento del contenido estadunidense en los productos manufacturados en más de un país, restricciones a productos agrícolas, topes homogéneos en las compras del sector público, desaparición del mecanismo de solución de controversias y la ya referida cláusula de terminación, todas ellas poco aceptables para los representantes del gobierno mexicano.

Pero no puede descartarse que tales propuestas sean fintas orientadas a obtener los mejores términos posibles para Estados Unidos o bien que Trump sea persuadido por los círculos empresariales de su propio país para que dé continuidad al tratado. Al fin de cuentas, la economía de la nación vecina experimentaría, en caso de que éste se dé por terminado, pérdidas significativas en la competitividad, las exportaciones y el empleo.

En la circunstancia presente es fundamental que las instituciones, los sectores financieros y la sociedad de México tengan presente que una liquidación del acuerdo generaría indudables dificultades económicas para nuestro país, pero no representaría, por sí misma, una catástrofe. Inclusive puede señalarse que tras las turbulencias iniciales tal perspectiva tendría a la larga consecuencias benéficas, como la reducción de la dependencia de la potencia del Norte y un margen mayor de soberanía para decidir las políticas públicas y el rumbo económico nacional. No hay motivo, pues, para actitudes alarmistas y catastrofistas. Con o sin TLCAN, México saldrá adelante.