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Una manera de seguir en pie es la cultura; que no se cierren espacios, pide el escritor

La tierra da la razón al cronista; surge la resistencia de los millennials, opina Villoro
 
Periódico La Jornada
Viernes 29 de septiembre de 2017, p. 6

La tierra ha dado la razón a Carlos Monsiváis, dijo el escritor Juan Villoro, al hablar del cronista que desde los escombros describió cómo se cimbró la sociedad mexicana con el terremoto de 1985. Y ahora, de nuevo, sus palabras se reafirman ante el temblor, otra vez, del 19 de septiembre.

La cultura es una manera de seguir en pie y es muy importante que no se cierren los espacios, aseveró el autor durante la presentación del libro El género Monsiváis, la noche del miércoles en el Museo Nacional de Antropología.

Es muy importante que las puertas de los recintos de la cultura y de la ciencia sigan abiertas y que ofrezcan el papel de sanación que sólo tiene el conocimiento y el hecho de estar juntos. Ha habido decisiones en estos días recientes que me parece contravienen este espíritu, en ocasiones por cierta comodidad o por temor a las posibles consecuencias se prefiere cancelar actividades, dijo en el auditorio del museo, en una de las pocas actividades que se desarrollan después del sismo de magnitud 7.1.

Ese libro es la primera publicación que surge de la Cátedra Monsiváis, fundada en 2015 por la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en el quinto aniversario luctuoso del intelectual.

Un estilo personal

Villoro y Monsiváis reunidos en la gran sala del museo, destacó Luis Barjau, titular de la Dirección de Estudios Históricos, sobre la publicación de la conferencia magistral dictada por Villoro en la inauguración de la cátedra, el 2 de septiembre de 2015.

El texto forma parte del aprendizaje que dejó Monsiváis al narrador, y el título del libro se debe a que practicó un estilo de crónica extraordinariamente personal, en el que añadió otra dimensión: el análisis de la realidad que él estaba contando. Es decir, escribía crónicas editorializadas, en ocasiones recurría a desdoblamientos de voces, no vemos nunca la realidad en su aspecto crudo, sino los sucesos comentados por el cronista que es militante de sus propias ideas.

La militancia por el sentido del humor, su memoria prodigiosa que fue motor de búsqueda antes de que surgiera Google y su admiración por la cultura popular son algunas de las peculiaridades en el estilo de escritura, así como la vida de quien fue amante de los gatos. Incluidas, las curiosas voces que contestaban el teléfono de su casa, a donde se llamaba constantemente porque era el árbitro de la cultura nacional. Era un cronista que alteraba la realidad.

Mencionó que el libro que escribió sobre el terremoto, hace más de 30 años, inscribe la lucha por rescatar la ciudad, por darle un rostro por los brigadistas que se pusieron un trozo de tela amarilla en el brazo como uniforme, quienes con picos y palas rebasaron al gobierno omiso que fue en el 85. Registró el surgimiento de una sociedad civil, una masa crítica inconforme con el gobierno, pero dispuesta a tomar en sus manos la ciudad y a ejercer un derecho de ciudadanía por cuenta propia.

Ahora, contrastó la reacción en este nuevo terremoto, que le da nuevamente la razón, pues vemos el surgimiento de una resistencia diferente en una generación tachada de apática, los llamados millennials, para muchos indiferentes y abismados en las pantallas de los teléfonos, pero que encontraron una ciudad que los necesitaba y ejercieron un nuevo liderazgo.