Opinión
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México SA

EPN: sólo hay dos sopas

México, 35 años después

De autoelogio y realidad

D

ice el inquilino de Los Pinos que en 2018 México sólo tiene de dos sopas: Seguir construyendo o elegir un modelo fracasado. ¿En serio?

En faraónico ceremonial en Palacio Nacional con motivo de su quinto Informe de gobierno, Enrique Peña Nieto afirmó que la disyuntiva es muy clara: seguir construyendo para hacer de México una de las potencias mundiales del siglo XXI o ceder a un modelo del pasado que ya ha fracasado, y, por si fuera poco, advirtió que en la actual disyuntiva hay riesgos visibles de retroceso, porque –según dijo– hace muchos años que el país no se encuentra ante una encrucijada tan decisiva y determinante como la actual.

Para redondear el mensaje detalló: El futuro es incierto, pero sabemos adónde queremos llegar. El pasado es conocido y por eso sabemos qué queremos o qué debemos evitar. El porvenir tiene que construirse y protegerse cada día, sobre todo cuando existen riesgos visibles de retroceso.

Y de cereza en el enorme pastel de autoelogios el susodicho aseguró que aunque no se han alcanzado los niveles de de- sarrollo que se desearían, hoy el país está mejor que hace cinco años y se han sentado las bases para que en el próximo quinquenio existan mejores condiciones.

Bien, frivolidad ante todo, pero lo anterior puede quedar en el mero anecdotario, en el grueso inventario de autoalabanzas característico de los inquilinos de Los Pinos y fauna política que lo acompaña, aunque en los hechos el sexenio de Peña Nieto, como los cinco previos (de Miguel de la Madrid a Felipe Calderón) lo único que ha hecho es insistir en un modelo fracasado (pero altamente rentable para el grupúsculo político-económico que mantiene el poder) que ha llevado a los mexicanos al borde del abismo.

Pero Peña Nieto asegura que en 2018 los mexicanos tendrán que elegir entre seguir construyendo o elegir un modelo fracasado. De entrada, debió precisar cuál es cuál, porque lo que puede documentarse sobre los resultados del modelo que él defiende no es precisamente el paraíso prometido (a lo largo de seis sexenios).

Como inquilino de Los Pinos fue Miguel de la Madrid el primero en asegurar que el giro de 180 grados en lo político y en lo económico tenía como objetivo orientar la vida nacional hacia un desarrollo equilibrado y justo, toda vez que el país se encuentra en una profunda crisis y se han deteriorado las bases para lograr mejoras en el bienestar de las mayorías e, incluso, para mantener los niveles ya logrados. A partir de allí todo se reformó, todo se modernizó para alcanzar el fin descrito (versión oficial). Arrancó el cambio estructural y la renovación moral de la sociedad.

Treinta y cinco años y seis gobiernos después, la revolución por el bienestar de los mexicanos (De la Madrid dixit) lo único que puede presumir es el microscópico catálogo de multimillonarios marca Forbes (la mayoría impúdicamente enriquecidos con bienes de la nación), la impúdica concentración del ingreso y la riqueza, y el enorme cuan progresivo inventario de pobres (ahora maquillado con una metodología que todo lo arregla), resultado ello de un modelo de apartheid económico y social, aderezado con creciente corrupción, impunidad, violencia e inseguridad.

Desde el arranque mismo de los cambios estructurales y la renovación moral de la sociedad los impulsores de tal modelo a los mexicanos prometieron el primer mundo, a grado tal que los noruegos los envidiarían. Pero algo falló, porque de acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), sexenio tras sexenio México registra una caída permanente en los niveles de bienestar de su población.

El PNUD documenta que en 1990 –con Carlos Salinas en Los Pinos– México ocupó el escalón número 38 en el Índice de Desarrollo Humano (IDH); para 2016 –con Enrique Peña Nieto en la residencia oficial– nuestro país había caído al sitio 77, es decir, un desplome de 39 peldaños en el periodo. Y en ese lapso todo se reformó, todo se modernizó para fortalecer, oficialmente, la revolución por el bienestar de los mexicanos de a pie (el Coneval ha documentado que en los pasados 25 años el ingreso real total per cápita mensual de los mexicanos prácticamente no se ha movido).

Paralelamente, en el otro México, el que construye –EPN dixit–, las fortunas del grupúsculo de Forbes se incrementaron de forma por demás impúdica. Por ejemplo, en ese periodo la economía de los mortales oficialmente creció a un ritmo anual promedio de 2 por ciento y sus beneficios repartidos de forma por demás desigual. Pero la economía de la cúpula multimillonaria lo hizo a un ritmo de 8 por ciento anual (la información es de la Cepal), es decir a un ritmo cuatro veces mayor, con una distribución algo más equilibrada que la primera.

Así, también como ejemplo, fortunas como las de Carlos Slim, el tóxico Germán Larrea y/o el totalmente palacio (nacional) Alberto Bailleres (todos usufructuarios de los bienes de la nación) se multiplicaron por 35, 13 y 10 tantos, respectivamente, mientras el poder adquisitivo del salario de la mayoría de los mexicanos se desplomó 80 por ciento. En 1991 Forbes atribuyó a Carlos Slim –ya con Telmex en el bolsillo– una fortuna de mil 600 millones de dólares; al cierre de 2016, le atribuyó 55 mil millones, un crecimiento de 3 mil 500 por ciento en 25 años.

En estos años de la revolución por el bienestar de los mexicanos el número de personas en pobreza pasó de 38 millones en tiempos de Salinas a 63 millones con Peña Nieto, con todo y que en el periodo –de acuerdo con las cifras oficiales– el gobierno ha destinado miles y miles de millones de pesos al combate… a la pobreza.

¿Y la renovación moral de las sociedad? Pues bien, de acuerdo con Transparencia Internacional al cierre del sexenio salinista México ocupaba el escalón número 32 entre los países más corruptos del mundo (mientras más lejos de cero, más corrupto). Con Zedillo cayó al 59; Fox lo llevó al 70; Calderón lo desplomó al 105 y en 2016 Peña Nieto lo hundió al 123 (de 176 posibles).

Y hay más indicadores para documentar cómo y en qué dirección construye el modelo que –versión EPN– debe defenderse, mientras los liderazgos de la clase político-empresarial se mantienen inamovibles, y los cambios que mínima y eventualmente se registran resultan igual de hediondos, voraces y perversos que los que remplazan.

Las rebanadas del pastel

Entonces, ¿cuál sopa le gusta?

Twitter: @cafevega