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La ensayista participó en el ciclo Mujeres de letras en el Palacio de Bellas Artes

Sara Sefchovich se explayó sobre el oficio literario, el feminismo y sus obras

La autora de Demasiado amor recomendó leer la narrativa de Luis Spota

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Escribir no es vomitar palabras sobre el papel, es corregir, reorganizar, editar de nuevo, expresó Sara Sefchovich en la sala Manuel M. Ponce del máximo recinto cultural del paísFoto Jesús Villaseca
 
Periódico La Jornada
Sábado 29 de julio de 2017, p. 6

La escritura, el feminismo, sus obras, por qué escribe, la necesidad de conocer el pasado para explicarse la violencia en el país, sus autores favoritos, temas todos que trató la escritora y ensayista Sara Sefchovich durante su participación en el ciclo Mujeres de letras en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

Sefchovich, autora de Demasiado amor y Vivir la vida, dialogó con el público sin intermediarios. Primero leyó uno de sus artículos en los que habla acerca de por qué escribe y sirvió para recordar lo que dicen otras autoras: La China Mendoza, porque es algo que no puede no hacer; para conjurar a Eros, como decía Concha Urquiza; porque, como afirmaba Rosario Ferré, escribir es la forma de liberarse del miedo.

Escribir, añadió, para romper el mundo, para dar cuenta de la realidad, seducir a alguien, defender, protestar, combatir a los monstruos, acabar con el mal, poner orden en el mundo, para que te quieran, para ganar el pan de cada día, como forma de sacudir las frustraciones, problemas y alegrías, miedos, deseos. Escribir porque así se libera uno, o cree que se libera de la locura.

La pregunta entre el público acerca de sus autoras favoritas: “hace dos años publiqué un libro que se titula El cielo completo, en el que habló de las autoras que más me impresionan en la vida; es un trabajo de más de 40 años, y me di cuenta de que muchas de las que había considerado mis heroínas ya no me interesaban más, porque las cosas van cambiando, otras seguían siéndolo como Marguerite Yourcenar. Me cuesta mucho trabajo leer a escritores que deben ser muy buenos, que experimentan con el lenguaje, esta literatura autorreferencial, porque no voy a por ahí. Me gustan más los escritores que me enseñan sobre el mundo”.

La investigadora recomendó a Luis Spota (1925-1985), como uno de los autores a leer.

Noticias del Imperio, de Del Paso, la mejor novela mexicana

Una de las pasiones de Sara Sefchovich es la investigación, conocer lo que ocurre en México, en el mundo. Eso se va metiendo dentro de ti. El hecho de nacer en mi generación que es la que cambió mucho a México, más apertura democrática, respeto de los derechos humanos, libertad de expresión, ver qué importante era mirar a otros, entendiendo lo que los ciudadanos querían o necesitaban. Pude aprender que en la vida hay que aprender en los demás, no como ocurre con esa literatura autorreferencial, yoica.

Para Sara Sefchovich “la crónica es lo mejor de la literatura mexicana. No soy lectora de poesía; leo ensayo, crónica y novela. La mejor novela mexicana es Noticias del Imperio, de Fernando del Paso; me gustaba mucho Arreola, de los actuales me es más difícil, confieso que no voy a decir nombres son mis amigos pero no soy fan de la novelística actual, pero sí del ensayo y la crónica”, precisamente acaba de entregar un libro sobre crónica mexicana que será publicado en octubre. Soy socióloga que hace análisis de la literatura como explicación de por qué surge cierta obra literaria en cada momento histórico de México.

Y entre los mejores cronistas de la actualidad: el argentino Martín Caparrós, pero sobre todo la premio Nobel de Literatura Svetlana Alexievich.

Y su consejo a los noveles autores: “Que lean. Muchos escritores decían que no leen a otros porque se contaminan con otras ideas. Pero no hay forma alguna de escribir que no sea leyendo, abriendo lo que otros han hecho.

Escribir no es vomitar palabras sobre el papel, es corregir, reorganizar, editar de nuevo. No es lo que cuentas, eso lo cuenta cualquiera, sino cómo lo cuentas. Eso es lo que hace la diferencia entre la literatura y una porquería. Escribir es sentarse y corregir mil veces.