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Mañana, última función de Mi hijo sólo camina un poco más lento, en La Teatrería

Plantea montaje cómo lidiar con un duelo desde un punto de vista esperanzador

Hay humor, pero conmueve, porque el público se identifica, dice el director Diego del Río

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Una de las escenas del montaje que aborda la resignación y la aceptación que experimentan los integrantes de una familiaFoto cortesía de la Secretaría de Cultura federal
 
Periódico La Jornada
Lunes 24 de julio de 2017, p. a10

Del dramaturgo croata Ivor Martinic, se estrenó en México la obra Mi hijo sólo camina un poco más lento, dirigida por Diego del Río (Ciudad de México, 1987), cuya trama se centra en la vida de una familia en la que uno de los hijos, Branko, padece una enfermedad degenerativa que su madre no puede nombrar.

El montaje, con funciones los martes en La Teatrería (la última será mañana), aborda el duelo, la resignación y la aceptación que viven los integrantes de la familia ante la enfermedad de Branko, que le impide caminar.

En entrevista con La Jornada, Diego del Río explica que la obra “presenta la cotidianidad de una familia de 10 integrantes como es el cumpleaños 25 de Branko, que ahora necesita adaptarse a su nueva realidad y en la historia vemos cómo funciona ese núcleo ante esta situación. La madre atraviesa un proceso de duelo y ya no alcanza la aceptación de la nueva realidad.

El montaje tiene un humor muy irónico, pero al mismo tiempo conmueve mucho porque son temas con los que el espectador se identificará de manera muy directa. Está el amor de la madre, la abuela enferma de Alzheimer y los hijos que intentan encontrar su lugar en el mundo.

Con la participación de 11 actores, el público descubre las relaciones de familia: la madre que no nombra la enfermedad del hijo, la abuela que inventa recuerdos porque se ha olvidado de las cosas, el padre que prefiere callar porque ha perdido un poco el rumbo en medio de la realidad; está la hija que necesita a la madre y quiere enamorarse sin sentirse culpable.

En la obra, el hijo, que es el diferente, observa todo y aprende a vivir con su nueva realidad, mientras los tíos viven con sus propios dolores, y los amigos de los hijos siguen con sus ganas de soñar y descubrir quiénes son.

Mi hijo sólo camina un poco más lento es una obra sobre el sentido de la vida y el valor para enfrentar las circunstancias como son y aprender a transitar los duelos. También se habla del amor como esa luz que guiará a los personajes en el largo camino que es la vida.

Es interesante la mirada al diferente en la historia; cómo lo vemos y nos relacionamos con él. Es una historia de amor, de aceptación, y para mí tiene que ver con esa etapa del duelo en el que un personaje, como la madre, acepta que su hijo nunca caminará. Sin embargo, el autor no centra la historia alrededor de la enfermedad, ni siquiera la nombra; sabemos que es degenerativa porque el personaje ha dejado de caminar en cinco años, pero este no es el punto, sino cuáles son las consecuencias de una nueva realidad.

El director de escena describe a Branko como un individuo que acepta y abraza su nueva realidad. “Es un personaje que no tiene ningún tipo de melodrama, ni mucho menos posee una sabiduría muy importante, donde también de alguna manera es paciente con el proceso de la madre y de la familia, pero el personaje del hijo está bien. No sólo está sobreviviendo, sino abrazando su nueva condición para ser feliz.

Está de más la realidad vista por muchos ojos: la abuela que tiene su propia problemática y el abuelo y su relación con la abuela que se está terminando. La hija se ha visto de una forma desplazada un poco por esta circunstancia que el destino le vino a soltar sin aviso.

El deseo de vivir

Diego del Río explica a La Jornada que la obra del dramaturgo croata, que se ha montado en otros países, le interesó porque aborda el proceso del duelo en la familia, pero no por la muerte, sino por la vida, en la nueva realidad. La obra tiene un punto de vista esperanzador; al final no es una dramaturgia dolorosa y conmovedora, tampoco deprimente, simplemente muestra la realidad como es y son personajes que a pesar de su condición quieren vivir.

En el montaje, producido por La Teatrería, participan los actores Karina Gidi, Anahí Allue, Jerry Velázquez, Kaveh Parmas, Concepción Martínez, Pedro Mira, Aida del Río, Lourdes del Río, Rubén Cristiany, Rodolfo Zarco y Ana González Bello.

Mi hijo sólo camina un poco más lento, de Ivor Martinic, se presenta por última ocasión en esta temporada mañana martes a las 20:30 horas en La Teatrería (Tabasco 152, colonia Roma Norte).