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Alberto Ruy Sánchez dio a conocer la trilogía de Juvenal Acosta

“En la indefensión del hombre ante la mujer está la riqueza de Vidas menores”
 
Periódico La Jornada
Domingo 4 de junio de 2017, p. 5

En la vulnerabilidad del hombre ante las mujeres, lo que está muy mal visto en la literatura mexicana, es donde reside la riqueza de la trilogía Vidas menores, de Juvenal Acosta, dijo Alberto Ruy Sánchez durante la presentación de los libros, en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

La serie, publicada completa ahora por Tusquets Editores, está formada por El cazador de tatuajes (1998), Terciopelo violento (2003) y la recién editada este año La hora ciega.

Durante la charla, Juvenal Acosta mencionó: Dicen que uno no escribe para nadie y eso no es cierto; dicen que uno no escribe más que para sí mismo, eso tampoco lo es. Yo le escribo cartas a la mujer de la que me enamoré en el Metro en 1984 y a la que nunca me atreví a importunar; le escribí al hijo que para entonces aún no había nacido y que ahora ya tengo. Le escribo estas cartas oscuras a las personas que van a entrar en mi vida y a las páginas de mi próxima novela.

Por su parte, la artista Leonora Sisto leyó un texto enviado por Mónica Lavín en torno a la primera novela de la serie, El cazador de tatuajes, donde consignó cuándo conoció al autor y fue testigo de la publicación original y celebré el gozo de su lectura.

“En esta especie de anatomía de un seductor, el protagonista quiere reconocer y devolverle un mundo de palabras a las mujeres cardinales de su vida, a las mujeres ciudad, artificio necesario; el erotismo, también.

Marianne, la fotógrafa inglesa; Sabine, la argentina que conoce en un bar de San Francisco; Constancia, la mexicana que lo concilia con su ciudad de origen, y La Condesa, insaciable habitante de los bares de sodomía y lujuria de San Francisco. Aire, tierra, agua y fuego. Cada mujer refleja un elemento.

Enseguida, desgranó la multitud de las ideas que le produjo la lectura del escrito de Juvenal Acosta. Desplegó sensaciones y hechos engarzados en las novelas, que oscilan entre el dolor y el placer.

Agregó: “Acompañamos los apetitos y flaquezas del protagonista, que nos convence de las virtudes necesarias de cada mujer que lo va habitando hasta llevarnos al encuentro con lo oscuro.

La escritura es un viaje del deseo, que la prosa y la poesía se funden como signos tatuados en papel. Bienvenidos a esta escritura del orgasmo.

Antes de hablar de Terciopelo violento, el narrador Alberto Ruy Sánchez explicó que “los tres libros están no implicados unos en otros. Para él, El cazador de tatuajes es un libro sobre la vulnerabilidad masculina. Ahí reside una de sus riquezas. Ante cada mujer; él muestra de qué manera es vulnerable, porque ser hombre y enamorarse es ser vulnerable, equivocarse, no reconocer que se equivoca, volverse a equivocar y seguir buscando. Y eso está muy mal visto entre la literatura mexicana en general.

El segundo libro, Terciopelo violento, “se abre con esta vulnerabilidad. Comienza con el narrador aceptando que no desea y diciendo que la vida es desear lo que sea, no solamente el amor, el erotismo, sino ir, comer, y ‘yo no deseo nada, estoy impregnado de muerte’.

El narrador es un verdadero poeta que al mismo tiempo es un ensayista y está contando una historia. Estas tres dimensiones es algo que me importa mucho en la literatura, porque la vida está llena de asombros y sorpresas, de descubrimientos poéticos; es decir, instrumentos literarios que nos permitan penetrar en dimensiones de la vida donde sólo la poesía nos permite entrar.

En su intervención, el narrador Mauricio Montiel Figueiras, titular de la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes, coincidió en que Vidas menores es una gran novela en tres partes sobre la vulnerabilidad o la fragilidad masculina.

Detalló que La hora ciega entra de lleno en el terreno policiaco y, a la vez, no. Hay crímenes, pero nos daremos cuenta de que son una cortina de humo para narrar lo que hay detrás, que tiene que ver con la vulnerabilidad y con la transformación de un hombre enamorado, angustiado.