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Amigos, colegas, músicos y funcionarios despidieron al reportero de esta casa editorial

Arturo Cruz fue un aventurero, loco apasionado del amor y el periodismo
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Arturo Cruz fue un personaje, consideran sus compañerosFoto archivo
 
Periódico La Jornada
Miércoles 22 de marzo de 2017, p. 7

“Arturo Cruz Bárcenas era un personaje de La Jornada”, coincidieron compañeros de éste y otros medios en los que trabajó, así como músicos y periodistas que fueron a despedirse del amigo, que murió el lunes a los 58 años de edad. Fue reportero 24 horas del día en los casi 30 años que laboró en este diario.

Un mal en el riñón fulminó su pluma, que queda en el memorial de la hemeroteca de este diario. Al teclear su nombre en el buscador de Google aparecen decenas de sus textos.

Estaba muy ilusionado con regresar a la redacción del diario, porque ya tenía en casa el aparato con el que llevaría el tratamiento durante la noche, lo que le permitiría volver al trabajo, recordaron sus familiares.

Arturo Cruz, originario de la Ciudad de México, cubrió todas las fuentes de los espectáculos. Trabajó temas de cultura popular, como de música grupera o norteña. Luego se introdujo en el rock, en la bohemia, en el folclor y las canciones de protesta, haciendo honor, decía, a su origen académico: la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.

En tiempos recientes abordó el teatro, pero no dejó lo demás. Escribió de todo, y también en otras secciones del periódico. Algunos de sus compañeros, en tono de broma, lo llamaban la maquinaria periodística. Nunca decía que no a una orden de trabajo. Era un obrero de las letras.

Arturo fue el primer formador de la sección de Espectáculos de este diario, la cual creó Fabrizio León. Antes pasó por la de Capital. Venía de estar en la Gaceta UNAM, donde de cariño le decían El filos, y en revistas como Macrópolis.

Fui testigo del cariño que artistas como Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, José José, Marco Antonio Solís, Los Tigres Del Norte, Óscar Chávez, Eugenia León, Tania Libertad o Guadalupe Pineda sentían por él, contó el periodista Jorge Almazán, uno de sus tantos amigos que fueron a despedirlo al velatorio.

Buen viaje...

Algunos de los músicos postearon en sus cuentas de redes sociales: Descanse en paz el periodista honrado y trabajador, amigo dulce, hombre bueno, Arturo Cruz Bárcenas. Buen viaje, querido amigo..., escribió Eugenia León, quien se sumó a los comentarios en Twitter de artistas como Lila Downs, Guadalupe Pineda o la banda El Recodo.

Incluso funcionarios como María Cristina García Cepeda, secretaria de Cultura federal, expresaron su pesar por el fallecimiento de Arturo.

Otros músicos se dieron una vuelta al velatorio para decirle adiós, como el cantautor Rafael Mendoza, a quien entrevistó en repetidas ocasiones. Algunos más simplemente le mostraron su cariño al enviarle flores, como el cantante grupero Lupillo Rivera.

Los que llegaron al velorio coincidieron en que tenía una carácter especial, pero en el fondo era una excelente persona. Ofrendaron reconocimiento a un reportero que con sus textos generó un punto de vista muy distante de la chabacanería y el carácter ramplón de ese géneno grupero.

Ayer se publicó un texto en La Jornada Maya, de Fabrizio León, quien fue su jefe muchos años.

Dice: Arturo tenía una disciplina y solidaridad al límite. Un gusto por el barrio y la exquisitez más barroca por la filosofía. Reportero de origen muy pobre, fue el único de su familia que estudió una carrera en la UNAM. Comía mucho pan. Sólo de pan se alimentaba porque su padre era soldado raso y panadero. Todos los días llegaba a su casa con enormes bolsas de pan y de ellas comían todos. Hizo su carrera y trabajos alimentándose de harina y azúcar.

Entrevistó a artistas malos, buenos y extraordinarios

Agrega: “Sabía entrevistar muy bien. La crónica y la nota la manejaba como buen diarista y nunca tomaba sus descansos ni vacaciones. Reportero de 24 horas para La Jornada, Arturo hacía todo. Llegó a redactar 15 notas diarias, hasta que enfermó y la diabetes melló, en los últimos años, su ya de por sí pequeño cuerpo y su humor corrosivo, para volverse una máquina que producía información... Entrevistó a miles de artistas malos, mediocres, buenos y extraordinarios. Perdió la vista y la recuperó, caminaba con bastón y la mirada nublada. Lo único que lo mantenía vital era ser reportero, ir diario a la redacción para escribir y publicar”.

Algunos de los asistentes a la agencia funeraria comentaron también que las preguntas de Arturo Cruz en las conferencias de prensa eran de las más agudas, directas, pensadas, interesantes. Para la trova y la música popular, ha muerto uno de los periodistas que mejor las reseñó.

Arturo fue un aventurero de la vida, un loco apasionado del amor, de la piel, de las letras y el pensamiento. Siempre que pudo bailó, se emborrachó, disfrutó el mar, comió todo el pan que tenía prohibido, pero que le encantaba, remató Lourdes Gómez, jefa de prensa del Festival Cervantino, quien estuvo al pendiente de la salud de Cruz en sus últimos días.