Editorial
Ver día anteriorViernes 30 de diciembre de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Casa Blanca: transición entre tensiones
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uando faltan 22 días para el final de su mandato, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, emitió una orden ejecutiva para sancionar a Rusia por la supuesta participación de equipos de hackers vinculados con sus servicios de inteligencia en los ataques cibernéticos al Comité Nacional del Partido Demócrata y a asesores de la campaña presidencial de Hillary Clinton. La medida incluye la expulsión inmediata de 35 oficiales diplomáticos rusos; sanciones económicas contra agencias estatales y empresas presuntamente involucradas; el cierre de dos complejos de Moscú en los estados de Maryland y Nueva York, así como la amenaza de actuar en reciprocidad contra los intereses de seguridad y políticos rusos.

Horas después de que se anunciara la nueva tanda de sanciones, la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) y el Departamento de Seguridad Interior difundieron un informe conjunto en el cual se revelan los métodos que, según estas agencias, fueron usados por los piratas informáticos para robar información durante los dos años recientes. Cabe recordar que el enfrentamiento verbal del mandatario estadunidense con su homólogo ruso, Vladimir Putin, entró en una fase de máxima tensión desde que el viernes 16 Obama acusó a su contraparte de estar personalmente al tanto del robo y filtración de correos electrónicos del coordinador de campaña de la ex candidata demócrata, John Podesta.

El paso de las palabras a las represalias diplomáticas y financieras representa una peligrosa escalada en el deterioro de las relaciones bilaterales, que ya se encuentran en un delicado punto bajo.

Este nuevo desencuentro entre Washington y Moscú es singularmente peligroso en un momento en que se dirimen conflictos internacionales de una complejidad y un potencial explosivo tan alto como la guerra que enfrenta Siria desde hace ya casi seis años.

Para colmo, el magnate inmobiliario que contra casi todo pronóstico triunfó en las elecciones del 8 de noviembre parece empeñado en exacerbar las tensiones y los conflictos internacionales, como lo dejan de manifiesto sus posturas provocadoras hacia Irán y su respaldo a los halcones de Tel Aviv, incluso en abierta contraposición con el mandatario saliente. En general, Donald Trump mantiene un comportamiento que no responde a lo que la institucionalidad prescribe como adecuado en un presidente electo, como lo muestran sus constantes comunicaciones en redes sociales, que interfieren con las disposiciones del gobierno de Obama. Se incrementan, así, las posibilidades de un relevo presidencial particularmente ríspido dentro de tres semanas.

En suma, el nuevo encontronazo entre Obama y Putin y la cada vez más desembozada confrontación entre los presidentes estadunidenses entrante y saliente añaden incertidumbre a la escena internacional y a las perspectivas inmediatas de la propia superpotencia. No es exagerado decir que el mundo asiste a uno de los escenarios más sombríos y preocupantes de la historia reciente.