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Proyecto que une al Sotavento veracruzano con África, se presenta en el Teatro de la Ciudad

En tiempos de imponer muros irrumpe Tamakan con su propuesta de inclusión
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Además de la jaranera Violeta Romero, Tamakan está formado por artistas de Costa de Marfil, Cuba, Guinea, Malí y SenegalFoto cortesía de la agrupación
 
Periódico La Jornada
Lunes 14 de noviembre de 2016, p. a11

En un mundo donde se pretende imponer muros y divisiones, el son jarocho irrumpe como opción musical incluyente, considera la cantante y jaranera Violeta Romero, integrante del proyecto Tamakan, formado por artistas provenientes de Costa de Marfil, Cuba, Guinea, Malí, Senegal y Veracruz.

El colectivo presenta una propuesta que entrelaza dos poderosas formas de hacer música: la sonoridad africana y el fandango, una fusión de ritmos, melodías y letras del oeste de África y del Sotavento veracruzano, que en la tarima del zapateado se amalgaman en una sola expresión de vida.

Tamakan se inició en 2012 en México, cuando en la cotidianidad de la convivencia entre los músicos se dieron cuenta de la coincidencia de los sonidos entre algunos instrumentos. Sobre todo, descubrieron que la manera de vivir algunas de sus celebraciones era exactamente igual.

Si bien algunas cosas son muy diferentes, nos agarramos de los puntos en común, rítmicos y melódicos, para explotar las similitudes. La tarima es nuestro punto de encuentro, sobre todo mediante el zapateado, porque es muy afrodescendiente, explica Romero en entrevista con La Jornada.

Zapateado y kora

Violeta dice que en los conciertos que han ofrecido el público se muestra conmovido al escuchar música mexicana en voz de intérpretes africanos, “quienes además tocan sus instrumentos tradicionales. Es un orgullo y un placer oír, por ejemplo, La Bamba, canción emblemática, en voz de una mujer de Malí (la cantante Djely Tapa Diarra). Las personas se emocionan de que nuestra música sea importante en otras culturas”.

En Tamakan participan también Zal Sissokho (Senegal, kora y voz), Jerónimo González (México, bajo eléctrico), Sory Diabate (Guinea, balafón y voz), Auguste Donald Dogbo (Costa de Marfil, batería), Bruno Martínez Gamíz (México, congas, calabaza y djembe) y Manley Piri López (Cuba, tambor batá).

Tamakan significa sonido que viaja en idioma mandé o mandinga, una de las lenguas principales de los países de origen de los artistas invitados a este proyecto, naciones que en la época que antecede la conquista formaban parte del imperio mandingo o de Malí.

La jaranera explicó que el concierto que ofrecerán el próximo 20 de noviembre en el Teatro de la Ciudad se titula Música sin fronteras, “porque queremos que los espectadores sientan que no existen fronteras en el arte y la cultura, que la música africana es nuestra como la mexicana es del mundo. Sobre todo, la música africana es padre y madre de muchos géneros, como el jazz, el hip hop, el reggae, la salsa y, por supuesto, el son jarocho.

Quizás habrá muchas personas que no conozcan bien a bien la música africana, pero cuando la escuchen se van a sentir totalmente identificados, y verán, entre otros, una kora, una mezcla de arpa y laúd, al balafón, que es como una marimba; al tambor batá, que es de Cuba, pero que proviene de la parte nigeriana de África, o una calabaza, que en ese continente es un instrumento muy común, un guaje muy grande partido a la mitad.

El trabajo y la investigación musical no paran en Tamakan, reitera Violeta, “siempre estamos tratando de ensamblarnos más y aprender cómo hacer que un zapateado entre en un ritmo africano, o cómo encontrar en la kora un acompañamiento bonito para el son jarocho. Son los matices que presentaremos en el concierto con el que cerraremos nuestra gira de este año.

“Con este proyecto he aprendido la fuerza de nuestra música, la manera de cantar los versos, la presencia que tiene el zapateado, no sólo en el contexto del fandango, sino a escala musical. El son jarocho tiene un color interesante dentro de otras expresiones musicales, con muchas posibilidades, por ello durante los recientes 10 años ha tenido mucho impacto en Estados Unidos y Europa.

“Los músicos, no necesariamente veracruzanos, se interesan en el son porque es muy incluyente. La fiesta del fandango nos ha hecho ser compartidos, porque para estar en el fandango no se necesita ser músico estudiado o bailarín profesional. Se trata de compartir ese momento, tanto de celebración, fiesta o luto, para estar ahí, juntos, y decir, expresar.

Por eso cualquiera se puede integrar al son jarocho y se siente parte de él, eso es muy valioso, sobre todo hoy que todos quieren poner muros y se promueve tanto el individualismo. Es mejor crear coincidencias, eso es lo que pretendemos que sienta también el público, un abrazo musical.

Violeta lamentó que siga sin haber apertura de los programadores de conciertos de distintos foros, “sobre todo institucionales, que no suelen confiar en estos proyectos de música del mundo o tradicional y popular. Ha sido difícil encontrar fechas para conciertos, nos dan las excusas de siempre: que no hay recursos, que es una cuestión administrativa.

Pero tenemos que seguir trabajando; no podemos parar, si las instituciones quieren o no, la sociedad y nosotros sí queremos hacer las cosas, a nuestra manera y buscando los medios, porque el público ahí está y es afín a estos proyectos.

Tamakan: sonido que viaja, música sin fronteras se presenta el 20 de noviembre a las 18 horas en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris (Donceles 36, Centro Histórico).