Opinión
Ver día anteriorLunes 31 de octubre de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El trasfondo de la revelación
L

as explosivas revelaciones del director de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), en referencia a varios emails contenidos en la computadora de una de las ayudantes de mayor confianza de Hillary Clinton, han enturbiado aún más la campaña por la presidencia y son motivo de especulaciones de toda índole.

Varios son los ángulos que pudieran advertirse sobre tal evento, pero vale empezar por el que pudiera ser más trascendente. La clara delantera de Clinton sobre Trump ha preocupado de tal manera al Partido Republicano, no porque consideren que su candidato pueda ganar la presidencia, sino porque en la medida que esa ventaja se amplíe, pudiera afectar negativamente a otros candidatos a puestos de elección popular, particularmente al Senado. Diversas opiniones apuntan a la posibilidad de que, derivada de tal preocupación, los congresistas republicanos han presionado al director de la FBI para que encuentre nuevos elementos, válidos o no, que afecten negativamente la candidatura de Clinton. La forma poco clara con que informó al Congreso sobre dicha correspondencia confirma esa presión. No importa si los emails tienen algo que ver directamente con Clinton o no. El hecho es que la necesidad de sembrar la duda con un motivo estrictamente político prevaleció sobre cualquier mesura.

Es inédito que 11 días antes la FBI rompiera la tradición de abstenerse de emitir alguna información que influya en el resultado de la elección. Consciente del efecto que pudiera tener en el ánimo de los electores, la titular del Departamento de Justicia recomendó al director de la FBI esperar a que la elección se resolviera, más aún porque no se sabía con exactitud el contenido de los emails. Hacer caso omiso de la recomendación fue una imprudencia, de acuerdo con varios juristas. Se dice que el director de la FBI utilizó su posición para influir políticamente en el ánimo de los votantes, entre otras cosas por su conocida filiación con el Partido Republicano. Tan pronto como se conoció la noticia, los sondeos de opinión reflejaron la duda de muchos electores sobre la orientación de su voto. Por lo pronto, en Florida, donde hasta antes de las revelaciones de la FBI había un empate virtual entre Clinton y Trump, hoy el candidato republicano aventaja a la demócrata. Lo más probable es que Clinton continúe aventajando a Trump a escala nacional, pero estrechar esa ventaja es lo que pretende el Partido Republicano, independientemente de que su candidato no llegue a la presidencia.

El otro problema es que se ha abierto una nueva avenida para que, de llegar a la presidencia, Clinton tenga que pasar una buena parte de su mandato tratando de defenderse de esta y otras acusaciones perpetradas por otros tantos legisladores republicanos. Por tanto, harán lo posible por obstaculizar su agenda de trabajo, al igual que hicieron con Barack Obama. Incluso el legislador republicano que encabeza el comité de vigilancia reforma del gobierno de la Cámara de Representantes, ha prometido iniciar un juicio para revocar su cargo tan pronto llegue a la Casa Blanca.

En la semana previa a la elección la situación es por demás volátil y lo peor que pudiera suceder es que decenas de miles de electores se abstengan de acudir a las urnas. Por lo pronto, Clinton ha exigido al director de la FBI que aclare de inmediato el contenido de la correspondencia personal de su colaboradora, exigencia que por diversos motivos también ha expresado Trump.