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La conducta del candidato republicano hacia las mujeres, flanco cada vez más vulnerable

Trump: aceptaré el resultado de esta histórica elección, si gano

Nadie mantiene en suspenso a la democracia; eso es intolerable, asegura Michelle Obama

Analistas consideran que el partido del magnate podría perder la mayoría en ambas cámaras

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Los candidatos a la presidencia de Estados Unidos Hillary Clinton (demócrata) y Donald Trump (republicano), en la 71 cena anual de la Alfred E. Smith Memorial Foundation, celebrada anoche en Nueva YorkFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 21 de octubre de 2016, p. 26

Nueva York.

La declaración de Donald Trump en el último debate entre los candidatos presidenciales de que podría no reconocer los resultados de los comicios del 8 de noviembre retumbó en este país durante las últimas 24 horas como algo sin precedente en más de dos siglos de procesos electorales, y empeoró este jueves cuando agregó que sólo aceptará el veredicto de las urnas si gano.

A 19 días de la elección, la inusual contienda entre la candidata de las cúpulas y el insurgente derechista demagogo sigue sorprendiendo por sus niveles casi subterráneos de civilidad, en que por ahora va ganando la demócrata Hillary Clinton, pero no por sus virtudes, sino porque es tanto peor candidato su contrincante republicano.

Inmediatamente después de su respuesta en el debate de que esperará reconocer la legitimidad del proceso electoral hasta ver los resultados y que los dejaré en suspenso, hoy reafirmó, durante un mitin de campaña en Ohio: aceptaré totalmente los resultados de esta gran e histórica elección presidencial, si gano.

Aclaró que se reserva su derecho de impugnar o interponer una queja legal en caso de un resultado cuestionable. Y aseguró que ganará.

Para muchos este fue el colmo de los repetidos colmos de Trump. El presidente Barack Obama comentó hoy que cuando uno sugiere que hay fraude o trampa sin ninguna prueba, cuando Trump se convierte en el primer candidato presidencial de uno de los principales partidos en la historia estadunidense en sugerir que no concederá a pesar de perder el voto y después dice hoy que aceptará los resultados si gana, eso no es un asunto de broma. Agregó, en un discurso de campaña para Clinton en Florida, que esto es peligroso, porque cuando intentas sembrar las semillas de duda en las mentes de la gente sobre la legitimidad de nuestras elecciones, eso mina nuestra democracia.

En un acto de campaña en apoyo de Clinton en Arizona –estado que hasta ahora había votado para candidatos republicanos, pero que ahora está en juego–, la esposa del presidente, Michelle Obama, indicó que esa declaración de Trump “amenaza la idea misma de Estados Unidos, y no podemos tolerar eso. Uno no mantiene ‘en suspenso’ a la democracia estadunidense… porque demasiada gente ha marchado, luchado, protestado y muerto por esta democracia”.

Varios líderes y políticos republicanos también rechazaron la posición de Trump. Los senadores John McCain, Jeff Flake, Ben Sasse, Lindsey Graham y Kelly Ayote afirmaron que la integridad del sistema electoral debe ser respetada.

Editoriales en algunos de los medios nacionales condenaron las afirmaciones de Trump. El New York Times, en un editorial titulado El desprecio de Donald Trump por la democracia, afirmó que el candidato giró en el último debate de insultar la inteligencia del votante estadunidense a insultar la propia democracia estadunidense.

Mientras tanto, hoy una mujer más –la décima en las últimas dos semanas– acusó a Trump de conducta sexual inaceptable. Karina Virginia, maestra de yoga, dijo que Trump –a quien no conocía– la tocó sexualmente durante el Abierto de tenis en 1998. Al hacerlo le dijo: ¿no sabes quién soy? La campaña de Trump respondió poco después, como en todos estos casos, desmintiendo la versión y acusando que, como las anteriores, eran parte de una ataque coordinado con la campaña de Clinton.

Pero para la campaña de Clinton, todo esto, junto con las declaraciones misóginas de Trump, es un regalo. Cuando el republicano interrumpió a Clinton anoche con el comentario qué mujer tan malvada (such a nasty woman), no se ofendieron, festejaron. En las encuestas, la brecha de apoyo entre mujeres para los candidatos se ha ampliado dramáticamente a favor de Clinton, y con cada declaración, las grabaciones de Trump sobre sus agresiones sexuales y las acusaciones de mujeres, Trump comete un autogol ante lo que es la mayoría del electorado. Los hombres decentes no degradan a las mujeres, afirmó Michelle Obama hoy, atacando este flanco cada vez más vulnerable de Trump.

Mientras tanto, Trump insiste en que él nunca pierde, y que si eso sucede es por juegos sucios. En un tuit enviado a las 3 de las mañana, Trump afirmó que ganó el debate de anoche y hoy, ante el mitin en Ohio, declaró: ya en serio, el debate de anoche fue asombroso, todos dijeron que gané. El consenso entre los comentaristas, analistas de los principales medios y, en privado, entre muchos estrategas y analistas republicanos, es que fue todo lo contrario.

A la vez, al continuar con su mensaje de que el sistema está amañado y que existe un complot masivo en su contra que incluye el esfuerzo para fraguar un magno fraude, algunos advierten que esto podría provocar actos peligrosos de sus fieles. Creo que estamos al borde de un guerra civil, una guerra. Esto podría ser la chispa que la detone, comentó Gerald Miller, jubilado, veterano militar y voluntario de la campaña de Trump, a Dana Milbank, del Washington Post. Miller dice que Trump ganará, a menos que la elección sea una trampa. Esta percepción se multiplica por todas partes, y sondeos registran que un amplio sector del electorado cree que hay una amenaza de fraude masivo.

Con casi todos los indicadores que pronostican un triunfo electoral, posiblemente muy amplio, de Clinton, y con el aparente fracaso de Trump a revertir este curso de sucesos en el último debate (y tal vez hasta acelerarlos), la cúpula republicana y sus estrategas se están dedicando a proteger sus mayorías en ambas cámaras del Congreso, algo que algunos creen que está en riesgo justo a consecuencia del abanderado del partido.