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Puntos sobre las íes

Recuerdos XXXVIII

E

stoy de regreso…

Bien, una vez concluidos algunos capítulos, –del XXXI al XXXVII– dedicados al tristemente desaparecido Rodol fo Rodríguez El Pana, que merecieron la atención de un buen número de aficionados y de admiradores del tlaxcalteca, debo volver a mis andanzas por mi tan añorada España, en el punto en que las corté por lo ya expuesto.

Interrumpí, pues, para referirme a una corrida celebrada en la plaza Monumental de Las Ventas del Espíritu Santo, y en la cual el matador Manuel Caballero se remontó a las grandes alturas taurómacas, y a continuación mi experiencia en el estadio madrileño Santiago Bernabéu y la forma tan caballerosa en que tres comensales de localidades aledañas nos compartieron un exquisito y bien rociado banquete durante el intermedio de rigor.

Volvamos al toro…

Una vez recibidos los sobres debidamente cerrados, rotulados y lacrados que me habían entregado los jefazos de Televisión Española, llegó la triste –tristísima– hora del regreso, no sin que antes fuera yo al famoso cero, un hermoso número colocado en una banqueta que indica el inicio de las diversas carreteras que salen de la Villa y Corte y que, según una muy antigua tradición, el extranjero que brinque sobre él, pronto regresará a Madrid. Debo confesar que no salté una vez, sino en por lo menos 10 ocasiones… (nunca regresé).

Y vinieron las tan odiosas comparaciones entre el viaje inicial por Lufthansa, que fuera una maravilla en todo y por todo y el regreso por Aeroméxico, que más vale no recordarlo, para no lastimar el orgullo nacional.

Una vez en casa, misma que lucía hermosa y maravillosa por la decoración de mi esposa y mis hijos, al día siguiente me apersoné en Televisa para entregar los tan mencionados sobres, uno para el señor Emilio Azcárraga Milmo y el otro para el licenciado Miguel Alemán Magnani, y fue ahí que me informaron que don Emilio tardaría unos días en llegar a la oficina, ya que estaba de viaje y por lo que se refería al nieto del ex presidente pronto me darían cita.

Y por casi dos semanas ¡nada!

Y, por fin, llamaron de la oficina del licenciado Alemán y me dijeron que me pusiera al habla con la señorita Lupita para gestionar el pago por mis gestiones en la Iberia.

Y así lo hice.

Me fui de espaldas cuando la mencionada señorita Lupita me dijo que le llevara una factura a nombre de Televisa y por ¡50 mil pesos!

Por poco y me da un infarto.

No era para menos.

La misma señorita Lupita –siento no poder recordar su apellido– me hizo saber que el jueves de la semana que se avecinaba el licenciado Alemán me recibiría, ya que deseaba conocer a fondo los detalles de mis experiencias.

Y, sí, claro que me apercibí en la impresionante oficina del licenciado Alemán y durante unos 20 minutos estuvimos conversando sobre mis impresiones y sugestiones y, de pronto, me dijo que lo esperara unos minutos, ya que tenía que pasar al baño.

Esta disposición me extrañó sobremanera, ya que una oficina de ese pelo debía contar con un magnífico baño, y esperé por más de media hora a que volviera y, de pronto, entró la secretaría para decirme que el licenciado había tenido que ausentarse y que posteriormente me llamarían para continuar con la entrevista.

Y tal y cómo dice la canción: te sigo esperando, ya que nunca lo volví a ver.

Poco después, por boca de mi amigo Alejandro Sada, supe que el señor Azcárraga estaba muy resentido de salud y que en uno o dos días se anunciarían severos cambios para Televisa, tal y como fue.

En una grabación llevada al cabo en Miami, el señor Azcárraga dijo sentirse muy cansado, por lo que su hijo Emilio Azcárraga Jean quedaba al frente de la empresa, y el señor Guillermo Cañedo White sería el presidente del consejo, en tanto que él supervisaría todo lo relacionado con los negocios de los satélites.

México entero y el mundo de habla hispana comprendieron que los días del famoso Tigre estaban contados y que su hijo y el hijo de su gran amigo Guillermo Cañedo de la Bárcena, iban a tener que enfrentarse a muchos muy serios problemas y ojalá que pudieran resolverlos, ya que se mencionaban a varios posibles compradores, tiradores de muy altos calibres.

(Continuará)

(AAB)