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El artista, como en la antigua cultura griega, hermana a la música y la poesía

Reconocen a Bob Dylan con el Premio Nobel de Literatura 2016

La distinción es por haber creado nuevas expresiones poéticas en el marco de la gran tradición musical estadunidense, define la Academia Sueca

‘‘Él es impresionantemente versátil; ha estado activo como pintor, actor y guionista”, indica la vocera de ese cuerpo colegiado

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Los académicos valoraron, en su decisión prácticamente unánime, la poderosa poesía de crítica social, dramaturgia, compromiso humanitario, de toda la obra de Robert Zimmerman (nombre real de Bob Dylan), que puede constatarse en, por ejemplo, The Masters of War y, sobre todo, en esa obra maestra titulada The Chimes of Freedom. Arriba, el nuevo Nobel de Literatura en Los Ángeles, en enero de 2012Foto Ap
 
Periódico La Jornada
Viernes 14 de octubre de 2016, p. 2

Con un párrafo de tres líneas, la Academia Sueca puso de cabeza al mundo: El Premio Nobel de Literatura 2016 ha sido otorgado a Bob Dylan por haber creado nuevas expresiones poéticas en el marco de la gran tradición musical estadunidense.

Por vez primera en aquel rancio salón, en un barrio de Estocolmo, se escucharon risas al mismo tiempo que expresiones de incredulidad, desaprobación, hurras y vítores y opiniones en contra como el año pasado, cuando distinguieron con el mismo galardón a una reportera, Svetlana Alexievich, y en el gabinete de Vladimir Putin enarcaron las cejas, como lo hacen ahora en la casa de campaña de Donald Trump respecto del premio a una voz crítica.

De acuerdo con la secretaria permanente de la Academia del Nobel, Sara Danius, hubo gran unidad en la decisión. Él es probablemente el más grande poeta vivo, exclamó Per Watsberg, uno de los académicos.

Como artista, él es impresionantemente versátil; ha estado activo como pintor, actor y guionista, añadió la vocera.

El premio literario anterior otorgado a Dylan (Minnesota, 1941) fue el Príncipe de Asturias, a cuya ceremonia de recepción no acudió en 2007, como sí lo hizo hace cuatro años cuando Barack Obama le entregó la Medalla Presidencial de la Libertad, el máximo galardón civil de Estados Unidos.

Tiene la condición de ser un ícono

En un recuento que publicamos aparte en estas páginas, se denota la decisión de Dylan de asistir a recibir premios de la farándula, como el Grammy, pero no de cultura, como el Príncipe de Asturias. De manera que ahora las apuestas giran en torno a si acudirá en diciembre a Estocolmo para recibir el Nobel.

Los argumentos en favor esgrimen la conveniencia de atraer reflectores que opaquen a Trump. Los argumentos en contra son más precisos: para ese entonces ya se sabrá el resultado de las elecciones presidenciales en Estados Unidos.

La Academia Sueca añadió a sus razones para premiar a Dylan: tiene la condición de un ícono. Su influencia en la música contemporánea es profunda.

Entre las opiniones de congratulación, el indo-británico Salman Rushdie aportó el meollo: Bob Dylan encarna la gran tradición del bardo, aquella figura de la antigüedad que integraba en su persona todas las artes.

Los tres grandes discos de Bob Dylan en su etapa de madurez son: Time out of Mind (1997), Modern Times (2006) y Tempest (2012).

La Jornada, al reseñar esos discos, recogió en esos años el clamor creciente que ubicaba ya a Bob Dylan como candidato fuerte al Nobel de Literatura.

A la fecha, esos discos son conocidos por una minoría respecto de la cantidad abrumadora, generaciones enteras, que se quedaron con el Dylan de los años 60 del siglo pasado y sus piezas del todo conocidas.

Entre los argumentos que presentó este periódico, y que más adelante, en 2012, fueron acogidos por la Revista de la Universidad en un extenso artículo, además de la maestría prosódica y la raigambre clásica de los textos de Dylan, está el que ahora señaló Salman Rushdie: Bob Dylan encarna la condición del aeda, esa figura fundamental de la cultura antigua griega que fundía en su persona poesía, música, baile, canto, teatro, artes plásticas.

Con el aeda, la poesía era cantada. Y al aeda sucedieron otras figuras: los bardos, los juglares, los escopas, los escaldos y los trovadores, entre ellos. Y cuando Gutenberg inventó la imprenta, el aeda enmudeció. La poesía dejó de ser cantada. Y el mundo separó a las hermanas gemelas: música y poesía.

Bob Dylan reúne a la música y a la poesía, como un aeda contemporáneo. Y eso es lo que premia ahora la Academia Sueca.

Los académicos valoraron, en su decisión prácticamente unánime, la poderosa poesía de crítica social, dramaturgia, compromiso humanitario, de toda la obra de Robert Zimmerman, que puede constatarse en, por ejemplo, The Masters of War y, sobre todo, en esa obra maestra titulada The Chimes of Freedom.

Hasta el cierre de esta edición, Bob Dylan ha permanecido fiel a su costumbre de pasar desapercibido, aunque a veces no lo logre, como en aquella ocasión en Miami, cuando un ama de casa llamó a la patrulla reportando a un vagabundo sospechoso que deambula por las calles y Robert Zimmerman tuvo que mostrar su identificación a los policías para evitar ser arrestado como amenaza social.

Frente a la cacería de los reporteros, Elliot Mintz, su portavoz, alegó que todavía era muy temprano, en Los Ángeles, como para molestar a su patrón.

También al cierre de esta edición no había sido cancelado el concierto que se había anunciado para la noche del jueves en Las Vegas.