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El 24 de septiembre de 1716 el sello obtuvo la primera certificación de origen controlada

Chianti, sabor de Toscana que ha dado la vuelta al mundo, celebró 300 años

En la actualidad las mujeres ya son parte del cerrado grupo de productores de vino de la región

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Los viñedos de Greve en Chianti, cerca de Florencia, destacan por no usar fertilizantes químicosFoto Afp
 
Periódico La Jornada
Lunes 26 de septiembre de 2016, p. a15

Greve en Chianti, Italia.

En Toscana, tierra encantadora de Italia, con pueblos antiguos repartidos entre colinas, cipreses y olivos, se produce el célebre vino Chianti, que festejó el sábado tres siglos de haber alcanzado la primera certificación de origen controlada, un sello y un sabor que ha dado la vuelta al mundo.

Además de los festejos, algunos productores de la región del Chianti quieren ir más allá y obtener que se les reconozca el valor específico a sus microterritorios, tan variados por altura y clima. El 24 de septiembre de 1716, cuando Cosme III, el Gran Duque de Toscana, ordenó por decreto que el vino Chianti sólo podía proceder de una zona delimitada entre Florencia y Siena, nació la primera denominación de origen controlada (DOC), sello que identifica geográficamente el vino por su calidad íntimamente relacionada con la geografía del lugar y la manera en que se elabora. Hoy día, esa área de 70 mil hectáreas produce 35 millones de botellas al año del llamado Chianti Classico, uno de los vinos más famosos del mundo. Aproximadamente 80 por ciento de esa producción se exporta a un centenar de países y es una de las razones que le han dado fama de Toscana, parada imprescindible para los amantes de ese tipo de vino. La canadiense Diya Khanna, quien vive en Berlín, viajó a Greve en Chianti para un paseo turístico especial.

En Canadá creemos que el Chianti es un único tipo de vino, pero cuando uno está aquí entiende realmente que no es así. Hay muchos muy diferentes, explicó entusiasmada.

El Chianti Classico que hemos probado es un vino aterciopelado, de tacto agradable, como una canción que termina dulcemente, explica.

Mientras el Chianti ordinario se produce en toda Toscana, el Chianti Classico, desde 2010 y por ley debe ser obtenido sólo en una franja de tierra entre Florencia y Siena, con unas 7 mil hectáreas de viñedos. Por lo general más barato, más ligero y menos difícil de obtener, el Chianti ordinario estará siempre asociado a la famosa botella envuelta en paja tejida que lo convertía en el compañero infaltable de todo buen almuerzo italiano.

La idea de Cosme III hace tres siglos era garantizar la calidad y el sabor de Toscana, debido a su excepcional clima y antiguo saber. Tres siglos después, esa idea persiste, aunque ahora el énfasis se coloca en algunas zonas aún más precisas, por su naturaleza, su tierra y su altitud.

En Querciabella, cerca de Greve in Chianti, Manfred Ing, originario de Sudáfrica, ve con satisfacción cómo la uva Sangiovese –la principal vid roja que se cultiva en Chianti– promete una buena cosecha y un buen año.

Querciabella está a la vanguardia de lo que piden algunos productores de Chianti Classico, quienes solicitan que se cambien las reglas para que se les autorice etiquetar los vinos según la pequeña área de producción, algo que se hace en Borgoña (Francia), donde hay al menos 84 denominaciones de origen.

Principios biodinámicos

Al igual que los grandes vinos de Borgoña, los de Querciabella son producidos sin fertilizantes ni pesticidas químicos, de acuerdo con principios biodinámicos. Si queremos seguir produciendo vino en los próximos 300 años, ese el camino, sostiene Manfred Ing, quien utiliza mostaza silvestre para reponer el suelo durante el invierno y así evitar el uso de fertilizantes.

En el mundo del vino en Toscana otra cosa ha cambiado en tantos años: llegaron las mujeres a ese pequeño ambiente cerrado. Somos un club pequeño, pero que está creciendo, afirma Susanna Grassi, quien renunció en 2000 a su cargo en una empresa de ropa interior para trabajar en una vieja granja que tiene la familia desde hace cuatro siglos. Su finca I Fabbri (Los Herreros), abarca nueve hectáreas de colinas, cuya elegancia sorprende.

Las mujeres tenemos una sensibilidad diferente cuando se trata de vino, asegura.