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Adán Mejía López fue detenido por manifestarse contra la reforma educativa

Mi encarcelamiento fue producto de la criminalización de la protesta social

Meses antes de su captura arbitraria e ilegal fue perseguido por su activismo, asegura

 
Periódico La Jornada
Domingo 25 de septiembre de 2016, p. 18

Las horas de aislamiento en una celda de dos metros durante 10 meses siguen atormentando a Adán Mejía López, que estuvo preso un año con ocho meses en el penal de Ixcotel por participar en las marchas en favor del magisterio y contra la reforma educativa.

Mejía López es líder de la Unión de Artesanos y Comerciantes Oaxaqueños en Lucha (Uacol) y fue liberado hace 10 días. Su proceso, dice, fue fabricado, y aún continúa con medidas cautelares que le prohíben participar en cualquier acto en apoyo a los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE): Tengo un pie fuera y otro dentro de la cárcel, igual que todos mis compañeros, dice en entrevista con La Jornada.

El pasado jueves, el juez tercero de distrito, Amado Chiñas Fuentes, otorgó la libertad bajo caución a 24 de los 25 integrantes de la corriente del Pueblo Sol Rojo, que también forman parte del proceso contra la CNTE, pero les fijó una fianza de 15 mil pesos, cantidad que la mayoría aún no logra pagar para estar en libertad.

Alrededor de 70 presos considerados políticos siguen en prisión, asegura Mejía López. Afirma que su encarcelamiento fue producto de la criminalización de la protesta social: Yo no he tenido un proceso apegado a derecho; todo fue con intencionalidad política. Estoy sufriendo un desgaste emocional, físico y económico.

La segregación

Adán Mejía López ha destacado como defensor comprometido con los derechos de los indígenas. Es hijo de un trabajador de la extinta Compañía de Luz y Fuerza del Centro y estudió en la Escuela Nacional Preparatoria, donde a los 17 años inició su activismo social y político. Fue en esa misma etapa cuando ingresó al Comité Estudiantil en Defensa de la Educación Pública (Cedep).

Aquel 27 de enero de 2015 fue el primer detenido de su grupo. Se le acusó de lesiones calificadas, robo simple de una camioneta de bomberos y daño a cámaras del Centro de Control, Comando y Comunicaciones (C4).

“Sufrí una detención totalmente arbitraria e ilegal. Me golpearon, me torturaron y nunca me enseñaron una orden de aprehensión. Jamás me dijeron de qué se me acusaba; prácticamente fui levantado por los policías a una cuadra del zócalo de Oaxaca”.

Explica que durante los seis meses previos sufrió intenso acoso político por su activismo y la criminalización de la unión que dirige: “Primero me acusaron de querer boicotear la Guelaguetza de 2014 y armaron todo un operativo, que fue fallido, pero a partir de entonces sufrí un proceso de persecución. Llevaban mi foto en las patrullas y la distribuyeron en todas partes. No he visto eso con nadie del crimen organizado. La Secretaría de Seguridad Pública difundió a escala nacional una supuesta ficha sobre mí plagada de mentiras. Y me sembraron las declaraciones de dos agentes policiacos sobre el robo, pero yo ni siquiera estaba físicamente (en el lugar del supuesto hurto)”.

Durante su encarcelamiento padeció toda clase de abusos; el peor de todos fue el confinamiento durante 10 meses en una celda de castigo, sin motivo alguno y a pesar de haber tenido buena conducta.

El aislamiento le provocó severas secuelas físicas y sicológicas: Finalmente la lucha que dieron las organizaciones de derechos humanos y otras como a la que pertenezco lograron que se me sacara parcialmente y poco a poco de la segregación en la que me tenían.

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Adán Mejía López salió de prisión hace 10 días, pero el proceso en su contra continúa, por lo que en entrevista con La Jornada aseveró: Tengo un pie fuera y otro dentro de la cárcel, igual que todos mis compañerosFoto La Jornada

Refiere que ahora espera el reporte del dictamen sobre estrés postraumático que le practicó la Comisión Nacional de los Derechos Humanos con el Protocolo de Estambul: Esperamos que los resultados de esta herramienta también demuestren las fallas al debido proceso que tuvo mi detención y contribuyan a mi exoneración, porque estamos hablando de delitos que, sumados, dan hasta 15 años de prisión.

Durante esos 20 meses de reclusión, las autoridades penitenciarias de Ixcotel señalaron límites y normas especiales contra él: “No me permitían tener libros y tuvimos que dar una lucha para que se me permitiera el acceso a la literatura. Tenía visitas sólo de 15 minutos en un patio a pleno sol; mi esposa estaba embarazada y no estuve en el parto. Cuando por fin conocí a mi bebé fue en ese terrible espacio. Humanamente eso marca a cualquiera.

“Estaba aislado, no sabía qué estaba ocurriendo afuera. Mientras, al ser jueces a modo quienes estaban a cargo de mi proceso, (rechazaban) cada recurso, cada amparo; nada servía. Cuando por fin pude ver de qué se me acusaba, nos dimos cuenta de que podía haber alcanzado fianza para estar en libertad, pero la Secretaría de Seguridad Pública mandó una circular que decía que debido a mi ‘peligrosidad’ solicitaba que se me negara ese derecho a fianza.”

La lucha sigue

Su protesta contra la reforma educativa, sostiene, incluye más reivindicaciones: La lucha contra la reforma educativa es de fondo, y eso hace que el Estado endurezca su posición y las formas en que reprime al movimiento que hay alrededor de esta demanda.

Explica que el movimiento del magisterio nacional es una lucha antisistema, y en ese sentido trasciende de una situación meramente gremial y pasa a ser una demanda general por un mejor salario. No es una demanda de escalafón de maestros, sino una lucha de concepciones por el futuro de nuestro país.

En cuanto a las medidas cautelares que le impuso el Estado, señala: “Esto tiene dos vertientes: la primera es la jurídica, que me prohíbe participar en actos que tengan que ver con el movimiento magisterial, y la segunda es la de mi proceso legal, que continúa. Estas son las consecuencias de la incertidumbre jurídica en la que me encuentro.

La defensa de la educación implica la situación de su carácter laico y gratuito, y sobre todo el derecho que tienen todos los niños a una educación de calidad y con maestros sensibilizados a su entorno, a un niño de ciudad, un niño de campo o de comunidad, un niño indígena.

Explica que Enrique Peña Nieto pretende imponer una reforma que ya fracasó: Ellos querían dar un golpe contundente para eliminar cualquier respuesta de resistencia, querían desarticular cualquier desobediencia organizada hacia la reforma educativa, la cual es legal, pero no legítima.

Mejía López participó desde 2006 en el movimiento social de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) y sabe los sacrificios y esfuerzos que implica la lucha social. Por lo pronto, lo más importante es disfrutar su libertad: Mi hijo está a punto de cumplir un año. Es tiempo de estar con mi familia.