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Se realizará en Praga un festival musical para festejar 175 años de su nacimiento

Con su obra, Dvorak fusionó las praderas de EU con la nostalgia por su natal Bohemia
 
Periódico La Jornada
Miércoles 7 de septiembre de 2016, p. a11

Praga.

Neil Amstrong llegó en julio de 1969 a la Luna a ritmo de música clásica, pero no cualquiera: eligió la Sinfonía del Nuevo Mundo, de Antonin Dvorak. En 1892 el compositor de Bohemia llegó por primera vez a Estados Unidos y no se esperaba nada menos de él que inventar la música típica estadunidense.

Dvorak asoció las praderas de ese país del norte de América con el pulso de la metrópoli de Nueva York, la escala pentatónica indígena con elementos del folclor eslavo y su anhelo por su lugar de origen, Bohemia. Él informó a su editorial, Simrock, de que el éxito de esta sinfonía el 15 y el 16 de diciembre fue increíble, los periódicos dicen que nunca un compositor tuvo un triunfo así.

Pero el destino de Antonin Dvorak estuvo muy cerca de ser completamente diferente. Nació hace 175 años, el 8 de septiembre de 1841, en un pequeño pueblo cerca de Praga, Nelahozeves. Si hubiera sido por su padre, el chico se habría convertido en carnicero. La familia tenía un taller artesanal en la casa natal del compositor, que hoy alberga un museo.

Un chico muy aplicado

En lugar de dedicarse al negocio familiar, el joven Dvorak, que asistía en su pueblo a clases de violín, fue dos años a una escuela de organistas en Praga. Era un chico muy aplicado, según sus notas. Más tarde tocó también la viola y el piano y participaba algunas veces como músico en una orquesta de baile.

El Museo Antonin Dvorak de Praga, que se encuentra en el palacete América, aún conserva algunos instrumentos del compositor junto con pífanos, binóculos y batutas. Muy cerca del museo, en la calle Zitna, hoy obstruida por el tráfico, vivió Dvorak.

Al compositor le gustaba pasear mucho por aquí. Le gustaba mucho la vida en familia y le encantaba la naturaleza, dice la curadora del museo, Katerina Nova. Un hombre muy amable, pero, cuando algo le salía mal, se enfadaba bastante, cuenta. El compositor era muy creyente, como también demuestran las siete biblias de la exposición: Firmaba casi todos los manuscritos dándole las gracias a Dios.

Descubrimientos

Incluso 112 años después de su muerte, los investigadores siguen haciendo descubrimientos: la subsección del Museo Nacional checo adquirió en abril, en una subasta en Berlín, una carta del compositor del 25 de octubre de 1882, hasta ahora desconocida.

En ella, Dvorak escribe al crítico de música vienés Eduard Hanslick sobre la representación de la ópera El campesino astuto, en el teatro de Dresde: Todo fue como yo deseaba; a ello se le unió la espléndida acogida del público, que rompía en aplausos casi después de cada gran pieza, así que este día, el 24 de octubre, contará entre los más bonitos de mi carrera de artista.

Con Bedrich Smetana, Dvorak constituye un dúo de iconos nacionales de la República Checa. Nadie lo critica, pero no es que esté prohibido. Sobre todo la generación más mayor lo considera un tesoro que no debe ser profanado. Pero no siempre fue así. A principios del siglo XX, los seguidores de Dvorak y de Smetana aún estaban enfrentados de forma irreconciliable.

A Dvorak no le faltaba virtuosismo, da igual que tocase melodías estadunidenses en forma de música clásica o temas del folclor eslavo. Johannes Brahms, amigo y mentor del compositor, dijo sobre su contemporáneo: el chico tiene más ideas que todos nosotros. De sus desechos cualquiera podría sacar temas principales.

Si la curadora del museo, Nova, pudiera ver cumplido un deseo, sería que todas las obras de Dvorak tuvieran la misma fama. “Toda la obra de Dvorak es de muy buena calidad, pero por desgracia siempre se tocan piezas como la Sinfonía del Nuevo Mundo o Rusalka, pero menos las otras sinfonías y óperas, que son igualmente excepcionales”.

El cumpleaños del compositor se celebrará durante el festival de música Dvoraks Prag, que durará hasta el 24 de septiembre.