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Ver día anteriorLunes 1º de agosto de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La urgencia de cambiar el actual modelo energético
E

l gobierno mexicano ha anunciado diversos programas para reducir la dependencia que el país tiene de los hidrocarburos. La meta es alentar la utilización de fuentes alternas y emprender cambios radicales en el actual modelo energético, depredador de recursos, contaminante y dañino para la salud pública. Todo ello se plasmó en el actual sexenio en una de sus reformas más polémicas. Con ella tienen mayor presencia empresas –en especial las españolas– que disponen de la tecnología y la experiencia para aprovechar el prometedor mercado de las energías eólica y solar, por ejemplo. No sobra recordar que por décadas las instancias oficiales no brindaron el apoyo requerido a los grupos de especialistas y empresarios que en el país trabajaban para lograr autonomía nacional en la materia.

Ahora los esfuerzos comienzan a rendir algunos frutos importantes (como en Nuevo León) pero a la par no pocos desacuerdos con las comunidades agrarias por la forma de establecerlas. Es lo que sucede en el sur de Oaxaca. El impulso a las fuentes alternas hace parte del compromiso internacional que México ofreció cumplir en cuanto a cambiar el actual modelo energético por uno menos dependiente de los hidrocarburos y más favorable al medio ambiente y la salud. En la exitosa Cumbre del Clima celebrada en París en diciembre pasado se ratificó ese ­compromiso.

Al respecto, en un libro de aparición reciente se ofrecen los datos fundamentales sobre la realidad actual y futura de la energía en el país, además de un análisis de lo que debe ser el nuevo modelo de uso de recursos. Se titula Hacia un sistema energético mexicano bajo en carbono y en él vierten la experiencia que sobre el tema han adquirido dentro del sector público, académico y empresarial, Jorge M. Islas Samperio, Fabio Manzini Poli, Paloma Macías Guzmán y Genice K. Grande Acosta. Como anota en el texto de presentación del libro Rajendra K. Pachauri, premio Nobel de la Paz 2007 por sus numerosas aportaciones a los trabajos sobre el cambio climático, así como Pedro Joaquín Coldwel y Maryse Bossière, secretario de Energía y embajadora de Francia en México, respectivamente, se trata de una obra que se distingue por la claridad y amenidad en exponer los problemas que tenemos por depender preponderantemente de los combustibles fósiles, causantes de severos problemas a escalas local y mundial.

Y es que, aunque México ocupa el décimo lugar en la generación de gases de efecto invernadero, también es uno de los países más expuestos a los efectos negativos que ocasiona el cambio climático, fruto de dichos gases. La realidad muestra ya la presencia del calentamiento global en algunas partes de los 11 mil kilómetros litorales del país y que se expresa en la erosión costera y los efectos destructores de huracanes más frecuentes y poderosos. De igual forma, en mayores temperaturas en las ciudades y en las áreas agropecuarias, lo que trae menores volúmenes de agua para satisfacer la demanda de la población y de los productores. De lo que pasa no está exenta la industria, el comercio y los servicios. A los desajustes anteriores se suman lluvias fuera de lo común y sequías extremas. En resumen, un escenario nada halagüeño.

Para respaldar sus propuestas en pro de un cambio energético nacional bajo en carbono, los autores desglosan los consumos y retos que tienen los demandantes básicos. Así nos muestran lo que sucede con los sectores habitacional, comercial, público, transporte (el mayor consumidor de energía y el máximo contaminante); el de hidrocarburos y el eléctrico. No solamente comprueban lo irracional y depredador del modelo vigente, sino las alternativas para remplazarlo por otro que descanse en las fuentes alternas, le ahorre al país recursos, evite gastos en curar a los miles que enferman por un aire nada limpio o por la contaminación de ríos, mantos freáticos y tierras. Se trata de una tarea nada fácil, como se señala en este libro de lectura obligada por quienes luchan por un nuevo modelo energético sostenible, y a veces no saben cómo participar activamente para lograrlo.