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Interrogantes sobre el nuevo nuncio Franco Coppola
E

l papa Francisco designó hace unos días como nuevo nuncio en México al arzobispo italiano Franco Coppola, quien hasta ahora se desempeñaba como embajador del Vaticano en República Centroafricana y Chad. Sustituirá a Christophe Pierre, quien desde el 12 de abril pasado fue nombrado nuncio apostólico en Estados Unidos, con sede en Washington, tras haber permanecido en México más de nueve años. Desde Bangui, capital de la República Centroafricana, Coppola acusó recibo de las expectativas que se están sembrando en México y en su mural de Facebook escribió: Les pido acompañarme con sus oraciones estos dos meses durante los cuales terminaré mi servicio en la República Centroafricana y en Chad y me preparo para venir con ustedes, antes de todo mejorando mi español ¡que no hablo de(sde los) dieciséis años! ¡Que Dios los bendiga! También dio a entender que pasará en Italia del 1º al 23 de agosto, probablemente de vacaciones, regresa a África y en septiembre participará en Roma en una reunión que Francisco ha convocado a todos los nuncios. Y donde seguramente recibirá instrucciones precisas sobre su nuevo periplo mexicano.

Franco Coppola tuvo oportunidad de convivir intensamente en la reciente visita de Francisco, noviembre de 2015, a África, que comprendió también Kenia y Uganda. Por las duras condiciones sociales y políticas del país, el Papa argentino no sólo reconoció el trabajo del nuncio, sino que empatizó con él. Francisco, dos meses y medio después, en febrero de 2016, estuvo en México y muy probablemente maquinó el enroque: Christophe Pierre a Washington y Coppola a México.

Ser nuncio en un país de mayoría católica lo convierte en automático en un actor de alta incidencia política, además de la religiosa. Por ello, la presencia de Coppola reviste una relevancia particular. Recordemos que en los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI los episcopados locales cuestionaron el papel de los nuncios. Tanto en conferencias europeas como en Aparecida, Brasil, en 2007, los obispos criticaban el excesivo protagonismo y autoritarismo de los señores nuncios. En México fue claro que Girolamo Prigione terminó sintiéndose no sólo cabeza, sino dueño de la Iglesia mexicana, después de haber permanecido durante casi 19 años como representante del Papa entre 1978 y 1997. Prigione hizo pactos políticos con el salinismo y extraños lazos con el cártel de los hermanos Arellano Félix. Por ello el rol de los nuncios ha sido abordado en abril de este año, por el consejo de cardenales que asesoran al papa Francisco en la reforma de la Curia, el llamado G-9. Junto con el Papa, analizan las funciones de los nuncios, en especial los criterios para la recopilación de información para el nombramiento de nuevos obispos.

Las nunciaturas en el mundo no han estado exentas de escándalos. Tenemos la mimetización ideológica entre el nuncio Angelo Sodano y Augusto Pinochet, en Chile. Las vergonzosas conductas homosexuales de diplomáticos en la nunciatura de Montevideo, Uruguay. Y, sobre todo, en República Dominicana, el abominable pederasta nuncio apostólico Josef Wesolowski, quien tuvo que huir del país, refugiándose en Roma, por las demandas y pruebas irrefutables que la justicia dominicana poseía en su contra.

El propio Papa ha estado meditando el tema. El pasado 12 de mayo se dirigió a los jóvenes sacerdotes de la comunidad de la Pontificia Academia Eclesiástica, planteando lo que espera de los futuros nuncios: La inteligencia, el arte y, sobre todo, la caridad. Los nuncios deben representar estos ideales. La belleza de la función del nuncio apostólico es precisamente para poder ser parte de una iglesia en el camino.

El cargo de nuncio es único en el mundo. Como embajador de la Santa Sede, es un diplomático. Pero, al mismo tiempo, al ser designado por el Papa, tiene una responsabilidad religiosa: es el nexo oficial con los obispos del país donde está acreditado. El nuncio es los ojos, los oídos y los brazos del Papa, reza un antiguo refrán. Sobre las características peculiares de la diplomacia pontificia, que hacen del nuncio un embajador sui generis, escribe el joven abogado Matteo Cantori, quien en mayo presentó en Roma su libro La diplomacia pontificia, aspectos eclesiásticos y canónicos. “A menudo –explica el autor– los nuncios son descritos como figuras abstractas, distantes del pueblo de Dios, de quien se desconocen sus atribuciones reales. Por el contrario, se debe empujar a que sean diplomáticos más cerca que nunca al pueblo, incardinados en la realidad del país en el que están llamados a vivir y actuar. En la evolución de derecho canónico y el magisterio de la Iglesia, su papel se consolida como eminentemente pastoral.”

Franco Coppola viene de experiencias muy agitadas y violentas, como las que experimenta África. No es un diplomático improvisado; su experiencia política será útil, pero debe privilegiar la pastoral. El episcopado mexicano es uno de los más conservadores y chatos de América Latina, y los obispos aún no acaban de comprender la conversión que el papa Francisco les ha mandatado. Coppola será una correa de transmisión de las orientaciones del pontificado en México. El papa Francisco, en su visita de febrero pasado en la Catedral, los exhortó a dejar de ser príncipes del poder y tener una actitud mucho más pastoral, más cercana a las carencias y desafíos que tienen sobre todo los pobres. A este llamado el nuevo nuncio debe ser sensible, porque los obispos no quieren o no acaban de entender este nuevo rol. Sin embargo, el papel más importante que jugará el nuevo nuncio será en el reacomodo y relevo generacional que se está operando en el episcopado mexicano. La renuncia, obligada por derecho canónico, del cardenal Norberto Rivera va representar una reconfiguración de la jerarquía mexicana y para ello Coppola y el Papa deberán tener no sólo una estrategia, sino una hipótesis clara. ¿Qué tipo de episcopado necesita el México actual? ¿Cuáles son las características básicas que debe poseer un obispo en un país a la deriva, con élites demacradas, con rasgos laicistas anticlericales y una población mayoritariamente católica de religiosidad popular?