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Atiende a más de 100 personas al día; la Iglesia solicita construir un refugio cerca de vías

Cerrarán albergue de migrantes en Coatzacoalcos por quejas de vecinos

El municipio es uno de los puntos más peligrosos en la ruta de centroamericanos hacia EU

Colonos protestan por riñas y asaltos; piden que su parroquia vuelva a ser centro de catequesis

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Indocumentados centroamericanos comenzaron a evacuar la Casa del Migrante en Coatzacoalcos, Veracruz, debido a quejas de los vecinos. La diócesis local solicitó a las autoridades la donación de un predio para construir otro refugio, pero no ha recibido respuesta Sergio Balandrano
La Jornada Veracruz
Periódico La Jornada
Miércoles 29 de junio de 2016, p. 30

Coatzacoalcos, Ver.

La Casa del Migrante de esta ciudad, que administra la diócesis de Coatzacoalcos, cerrará debido a la inconformidad de los vecinos, anunció Joel Ireta Munguía, coordinador de la Pastoral de Movilidad Humana.

En promedio, el albergue ofrece a diario a más de 100 centroamericanos techo por 24 horas, alimento y medicamentos.

Cientos de migrantes pasan por este municipio, considerado uno de los puntos más peligrosos en la ruta hacia Estados Unidos.

El refugio funcionó hasta 2012 en la iglesia de María Auxiliadora, en la colonia Ejidal, pero debido a grescas la Iglesia católica lo trasladó al templo de San Judas Tadeo, en la colonia Coatzacoalcos.

Feligreses y vecinos pidieron a la diócesis cerrarlo o reubicarlo debido a las molestias que les causan el tránsito de centroamericanos y la estancia de muchos de ellos en las calles cuando ya no encuentran espacio para guarecerse.

La maltrecha iglesia de San Judas Tadeo es el único inmueble reconocido por organismos de derechos humanos como refugio para migrantes. Carece de infraestructura sanitaria y de espacio suficiente para resguardar a los viajeros, algunos de los cuales duermen en las calles.

Los vecinos se quejan de que en la zona aledaña a la casa se han incrementado los asaltos y hay constantes peleas, aun cuando muchos de ellos viven de venderles comida, hacerles llamadas telefónicas y cobrarles por envíos de dinero.

Ireta Munguía refirió que la comunidad quiere recuperar la iglesia como centro de catecismo y proteger a los niños. Hace un año, detalló, la diócesis firmó un acuerdo con los vecinos para cerrar la casa en septiembre próximo.

La Iglesia católica indicó que, aunque ya no opere este refugio, los grupos de apoyo de la pastoral seguirán llevando comida a los migrantes en los puntos donde suelen descansar.

La pastoral gestiona con el ayuntamiento de Coatzacoalcos la donación de un terreno cerca de las vías del ferrocarril, en las inmediaciones del puente de la avenida Uno, a fin de dar mejor servicio a los migrantes.

Las autoridades municipales no han respondido ni han solicitado donaciones.

Rubén Figueroa, coordinador en la región sur-sureste del Movimiento Migrante Mesoamericano (MMM), manifestó que el cierre del albergue pondrá en una situación aún más vulnerable a los centroamericanos que pasan por el territorio de Coatzacoalcos.

Recordó que organizaciones de apoyo y la propia Comisión Nacional de los Derechos Humanos consideran que Coatzacoalcos es uno de los puntos más peligrosos para los trabajadores migratorios, debido a que grupos de la delincuencia organizada los secuestran o les cobran cuotas.

El MMM reiteró que los puntos de mayor riesgo en el estado son Coatzacoalcos, Las Choapas, Tierra Blanca y Orizaba.

Por ello llamó a los gobiernos municipal y estatal a construir cuanto antes un albergue, ya que “los migrantes no van a dejar de pasar por Coatzacoalcos, porque es su ruta. Se tiene que ordenar la migración, pero con asistencia humanitaria.

La migración es un fenómeno que tenemos en México desde hace muchos años, y los gobiernos municipales, estatales y federal tienen que atenderlo como una tragedia humanitaria.

De acuerdo con la Pastoral de Movilidad Humana y el MMM, el flujo migratorio se mantiene en las rutas del sureste y cada vez se movilizan más familias completas con niños pequeños.

De cada 100 migrantes que cruzan el país, sólo 35 por ciento utiliza el tren para moverse, debido a los cobros del crimen organizado. El resto prefiere andar por carreteras o caminos rurales para no ser detectados por agentes del Instituto Nacional de Migración.