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Reporte Económico

Inversión Extranjera y Viabilidad Económica (2/2)

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partir del entonces nuevo orden económico internacional creado en las postrimerías de la Segunda Guerra (1945), la adopción de regulaciones cautelares y medidas proteccionistas por los países de menor desarrollo –en especial respecto a los flujos comerciales y financieros internacionales– fueron no sólo aceptadas sino incluso alentadas por los nuevos organismos mundiales como la vía acertada para impulsar el desarrollo de los países rezagados.

En este marco, la inversión extranjera directa (IED) (en planta productiva) fue por décadas considerada deseable aunque con criterios selectivos de protección que, por experiencia, le vedaban las áreas estratégicas (energía, agropecuaria, banca, comunicaciones,...) y la canalizaban sobre todo a la transformación industrial, aportación tecnológica e integración positiva a la producción nacional. Se privilegiaba la inversión directa en nuevas plantas y coinversiones que adicionaran capacidad productiva, pero no la compra de empresas establecidas.

La inversión extranjera de cartera (IEC/financiera), a diferencia, sí tenía vedado el mercado interno y sólo se recurría moderadamente al financiamiento extranjero mediante créditos seleccionados y emisiones de valores públicos en los mercados internacionales.

Todo esto cambió radicalmente con la irrupción de la globalización desregulada que el poder del capital (y sus políticos cooptados) impuso al mundo en el último cuarto del siglo XX.

Los gobiernos neoliberales iniciaron de inmediato el desmantelamiento del sistema proteccionista, abrieron aceleradamente las fronteras al libre ingreso de mercancías, capitales y personas (sin exigir reciprocidad externa en este último caso), y convirtieron al país en una venta de garage de empresas públicas y privadas, y en un ente vulnerable a la manipulación financiera internacional.

Algún día la psiquiatría nos explicará, tal vez, cómo gente con tanto odio y desprecio por México, por su pueblo y su patrimonio escaló al gobierno del país para traicionarlo y más aún, explicarnos cómo después de tres décadas de desastre económico y saqueo del país, una mayoría ciudadana sigue votando por el cártel neoliberal (PRI, PAN, Verde, Panal y otros en siglas electorales) que mantienen así el control mayoritario de los poderes formales (ejecutivo, legislativo y judicial) del país.

Inversión extranjera total

Según el Banco de México, la posición (valor) de la Inversión Extranjera Total en el país al cierre de 2015 (posición inicial 2016) fue de 960 mil millones de dólares, de los cuales 355 mil (37.0%) correspondían a Inversión Extranjera Directa (IED), y 605 mil m (63.0%) a Inversión Extranjera de Cartera (IEC) (456 mil m en títulos de deuda y 149 mil en otros valores) (Gráfico 5). Como referencia, la IED de mexicanos en el exterior totalizaba 140 mil millones de dólares, casi el 40% de la IED en México; y la IEC de mexicanos suma 232 mmd, el 39% de la IEC en México.

No obstante, para este análisis retomamos el último período con series homogéneas (1999-2015) en el cual el país acumuló 769 mil millones de dólares de pasivos por inversión extranjera ingresada a México (Gráfico 6). De este total, 428 mm (55,7%) correspondieron a inversión directa como hemos visto (que recuperan al año 43 mil millones de dólares a un conservador 10% de rentabilidad), y 341 mm (44.3%) a inversión de cartera.

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Pros y contras de la IED

La inversión extranjera directa puede ser positiva para un país cuando adiciona y complementa la capacidad productiva, se integra con insumos y partes de producción local, transmite tecnología, adiciona empleos, mantiene una balanza externa positiva de divisas, no se convierte en monopolio u oligopolio, no daña el medio ambiente, y no es invasiva de terrenos, agua, y otros recursos y derechos.

No es positiva para el país cuando llega a comprar lo ya existente, no agrega capacidad productiva, se posiciona o actúa como monopolio y/o simple maquiladora de partes e insumos importados, gravita negativamente sobre las divisas del país, desplaza a las empresas de menor tamaño, no adiciona empleo real, evade impuestos o elude al fisco, abusa laboralmente, es depredadora del medio ambiente, o es invasiva.

Muy pocas de las empresas y corporativos foráneos que operan en México pasarían una evaluación de pros y contras como la descrita, aunque sí la aprueban al instalarse en países avanzados con normas estrictas. México no debe seguir siendo receptor de inversión negativa ni mucho menos de IED basura. Los beneficios y el respeto deben ser por ambas partes, o no ser. Es un agravio mayor y un error garrafal, además, abrir y entregar a la IED sectores clave de la seguridad económica del país: el financiero (sistema de pagos), petrolero, eléctrico, medicamentos, ferrocarriles, agroalimentario o agua, por ejemplo.

Cuando la IED pasa de ciertos límites y acumula aspectos negativos, el país receptor se convierte en un enclave transnacional, pierde autonomía y capacidad rectora de su economía, y compromete crecientemente la viabilidad de su desarrollo. Esto está pasando en México.

Pros y contras de la IEC

La inversión extranjera de cartera (IEC) es inversión financiera foránea en títulos, bonos, y otros valores públicos internos emitidos por el país receptor; para éste la IEC es deuda interna convertida a externa en la porción adquirida por no residentes.

Sin argumentar sobre la elevada deuda pública, en el caso de la IEC su potencial nocividad se sintetiza en dos palabras: vulnerabilidad financiera.

A marzo de 2016, inversionistas foráneos eran tenedores de 263 mil millones de dólares de deuda interna, de los cuales 119 mm correspondían a valores del sector público (el 45.7% del total), y 145 mm a valores del sector privado (Gráfico 7). La cuestión es cuánto de estos valores son de corto plazo o vencen en el corto plazo y pueden provocar una salida súbita de dólares de gran cuantía capaz de desestabilizar monetariamente al país o incluso crearle una crisis financiera como las padecidas en los últimos 35 años.

Cualquier pretexto es bueno para que los capitales especulativos golondrinos vuelen, y en los últimos 15 meses volaron 23 mil 331 millones de dólares de cetes (Certificados de Tesorería de corto plazo) (el 54.9% de la tenencia extranjera) haciendo caer las reservas y obligando a renegociar la línea de crédito contingente con el FMI.

Tal vez esta fuga marque un buen momento para limitar el ingreso de la IEC a valores, plazos y niveles compatibles con la estabilidad financiera del país.

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