Opinión
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Ciudad Perdida

Enseñanzas de la elección

Las trampas priístas

El INE defraudó

L

as lecciones que ha dejado a la política a la mexicana en el proceso para la redacción de la constitución de la Ciudad de México obligarán, desde luego, a repensar el quehacer de los partidos en esta ciudad, donde sus habitantes han dicho con voz muy clara que es de izquierda.

Las condiciones y trampas que impuso el PRI para que se aprobara la ley que dio pie al decreto que reformó la Constitución General, y desde donde habría que construir la ley fundamental para esta ciudad, supuso el chantaje que obligaría al PAN y al PRD aceptar una serie de condicionantes que le impondrían un sello de injusticia, y que desalentarían, como lo hicieron, el voto de la gente, que no está de acuerdo con las prácticas de los tricolores.

Manipulador desde siempre, el PRI diseñó un escenario en el que por sí solo obtendría hasta 31 lugares en la Asamblea Constituyente. Supuso que la votación en su favor repetiría el 17 por ciento que obtuvo el año pasado, y con ello metería 11 diputados a la asamblea, pero lo cierto es que sigue en picada y apenas logró cinco lugares.

Pero con los cuatro que designe Peña Nieto, siete el Senado y siete San Lázaro, el PRI sentará a 23 diputados, apenas uno más de los 22 de Morena y seis menos que los 29 del PRD, puesto que este sumará a otros 10, que serán los seis que designe Mancera y cuatro las cámaras legislativas, pero nueve más que los panistas. Así las cosas, el PRD tendrá mayoría sin llegar a tener un tercio. Ese es el panorama.

Y así, deforme desde su nacimiento, la constitución política de la Ciudad de México tendrá que luchar también contra un Instituto Nacional Electoral (INE) que le robó a su par local el ejercicio de la organización de una de las elecciones que más trascenderá en la vida de la capital de México, y que no cumplió con la obligación de informar profusamente a la población de la ciudad de lo importante que resulta crear un documento de tal peso en la vida de la capital.

Entonces, antes de ponerle apellido a cualquier ley de las que vengan de la constitución, habría que bautizar la ausencia de ciudadanos en las urnas como la abstención Córdova, en honor a la falta de compromiso que mostró quien preside el INE, que defraudó el trabajo político de todos los involucrados en el proceso, y que provocó que ni 30 por ciento de quienes deberían sufragar asistieran a las casillas electorales.

Candidatos independientes y externos que aparecieron en las listas de los partidos, hoy electos, advierten que la legitimidad que no se pudo lograr por medio de las urnas tendrá que rescatarse mediante un trabajo intenso y limpio que le pueda llevar a ser considerado como un verdadero representante de la población de la Ciudad de México.

El experimento que inició el PRD para esta elección demostró, por lo pronto, que esa organización sí se puede sacudir el peso de las tribus y hacer política sin recurrir a acuerdos que lo avergüencen.

De pasadita

Parte de la debacle priísta tiene que ver, desde luego, con el fracaso de su dirigencia, que no podría demostrar mayor desorden y falta de compromiso que el que mostró Mariana Moguel, quien trató de violar la ley porque quería votar después de que la casilla donde debía sufragar había cerrado.