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Nosotros ya no somos los mismos

Cronistas de la capital: de Balbuena a Chava Flores

Sábado... ¿CDMX?

Chilangos, los eternos buscadores

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“¿Qué habría hecho el maestro Chava Flores si hubiera tenido que componer una alegre y optimista melodía que supliera: Sábado, Distrito Federal, por otra a la que, a cualquier día de la semana, tuviera que agregar: CDMX?” El cronista y cantautor, en imagen de archivoFoto Notimex
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asemos por alto la aberración conceptual, gramatical, estética, gráfica, comunicacional, publicitaria, plástica, imagénica, o imagenológica, marketingense, que se ha cometido en agravio a los millones de oriundos y avecindados en este espacio de la geografía nacional, que no ha mucho tiempo fue el distrito de la ufanía y el orgullo nacionales. Rectifico de inmediato: que es.

Al año de 1325 remite una versión, la llegada del grupo de pueblos nahuas que habían salido de Aztlán, muchos años antes,en busca de la señal que su dios les había dado para fundar el reino merecido. (Islote, roca, nopal, águila, serpiente). Así lo hicieron durante dos siglos y medio y, en menos tiempo del que les llevó su peregrinación, habían convertido ya a su ciudad, la Gran Tenochtitlán, en el conglomerado humano más importante del continente y en el Estado más poderoso de la región central del mismo.

El 13 de agosto de 1521, se fecha su caída y el inicio de los 300 años de discriminación, exacción de los bienes y riquezas pertenecientes a los naturales, abolición de creencias, cosmogonías, expresiones artísticas, científicas, culturales. Trescientos años de esclavitud del cuerpo (la encomienda y demás hipócritas políticas asistenciales de la época) y la espiritual: (la Santa Inquisición y, por supuesto, las experiencias de Juan Diego sobre la versión original de los Encuentros cercanos del tercer tipo, sobre la aparición. ¡Cuidado con lo que dices, Juanito, o la verdad histórica te expropia el sayal).

Pero de ese crisol adverso surgimos y nos constituimos cotidiana y progresivamente: un país que semejaba un rompecabezas y una ciudad capital que con una fuerza centrípeta descomunal integraba a todos sus vástagos por distantes y diferentes que fueran o estuvieran. De esa pluralidad y de esas diferencias, de avatares extremos, hubo de surgir su integración, integridad, fortaleza y perennidad.

En 1593 Bernardo de Balbuena escribe La grandeza mexicana (publicada en 1804) y, aunque en su poema esa grandeza la hace residir básicamente en la obra de los conquistadores, los testimonios que brinda en bellos tercetos aún nos emocionan: Él era originario de Valdepeñas, lo cual explica por qué aunque consideraba a la capital de la Nueva España, centro de la perfección, exaltaba la colonización como una gesta que había logrado trasplantar el modo de vida hispano a un territorio salvaje e inferior. Cómo sería de palero el buen Bernardo que llegó a ser el primer obispo de Puerto Rico. En esta línea no puede dejarse de mencionar a Francisco Cervantes de Salazar (Diálogos latinos, Crónica de la Nueva España), quien en 1558 fue nombrado cronista de la Ciudad de México. Después habría de ser rector de la Real y Pontificia Universidad de México.

Juntos, Bernardo y Francisco pudieron fundar la primera trasnacional de public relations and strategies, para posicionar a la gran Tenochtitlán entre las urbes con mayores posibilidades de expansión y desarrollo. Imaginen (en stop motion y alta definición): a-BC agencia Balbuena/Cervantes. (Por supuesto, Balbuena Bernardo y Cervantes, de Salazar.) Estos dos grandes apologistas de la chozna de nuestra ciudad hubieran podido constituir una exitosa agencia de relaciones públicas (y privadas ¿por qué no? si también son lucrativas), diseño de imagen, operación de medios, make up, photoshop y encuestas sobre pedido. De seguro que el proyecto hubiera sido todo un éxito para mejorar la imagen y acrecentar el capital político de los personeros de la época y convertir la atención de sus funciones públicas en actos generosos, cristianos, heroicos y muy por encima del simple cumplimiento del deber. A fin de evitar suspicacias doy un referente histórico: Balbuena y Cervantes (los dos clérigos ilustrados) seguramente habrían conseguido hacer lucir al virrey Carlos Francisco de Croix, marqués y caballero de la Orden de Calatrava, comendador de Molinos y Laguna Rota (y además un tal por cual de la mayor realeza), como un demócrata, un igualitario, un justicialista y, por supuesto también, un populista y, hasta un complotista contra la sagrada Corona de Carlos lll. (Carlos Francisco fue el de la puntada de: Deben saber los súbditos del gran monarca que ocupa el trono de España, que nacieron para callar, obedecer y no para discurrir, ni opinar. (Menos cuando se trate de algún asunto que no les incumbe, por ejemplo: su Constitución, su nombre, su gentilicio. (Menos aún el hórrido concepto de marca: ¿Qué somos, pants o panties?) Aclaración anticipada, conciencia tranquila.

Mi propósito inicial era hacer un recorrido por los cronistas de nuestra capital. No sólo los oficiales, sino también aquellos a los que su obra y el reconocimiento popular, espontáneo y legítimo, les otorgó ese título. En el siglo XlX, no pocos destacadísimos liberales, reformadores, enciclopedistas del bando republicano, dedicaron sus afanes literarios a nuestra ciudad. Mencionarlos al desgaire no me place. Cada uno merece dos o más columnetas o, al contrario, alarmados dirían repitiendo al clásico, me reclamarían: ¿Y yo por qué?

Ya en el siglo pasado me topo con nombres que corresponden a seres humanos concretos, a los que tuve la oportunidad de tratar personalmen- te: don Artemio de Valle Arizpe, don José Luis Martínez. Brevemente a don Salvador Novo y a los out saiders Chava Flores, Gabriel Vargas e, inevitablemente, al joven Monsi. De ellos dejaré un testimonio seguramente muy pobre porque.. ya ni votan.

Antes de seguir con la alu- cinada crónica de los cronistas idos, y el atrevimiento de interpretarlos, quiero dejar constancia: He podido constatar que somos miles y miles (depende a quien se le entregue el negocio de la encuesta) los habitantes de esta ciudad que nos negamos a ser representados (nombrados, imposible) por cuatro ladrillos o, peor, cuatro bloques fríos como de un mausoleo en el que se pretende encerrar las añosas y galanas visiones de nuestra ciudad: La región más transparente suena hoy el más cruel de los sarcasmos, pero cuando se dice hoy, 16 de mayo del 16: la noble y leal Ciudad de México, estamos hablando de una convicción: la voluntad de grandeza, la vocación de vida racional, digna, libertaria, gozosa en la que está, históricamente comprometida, esta millonaria comunidad de origen y destino.

Cuando se dice la Ciudad de los Palacios, aunque la masa contaminante nos impida reconocerlos, el orgullo que nos viene de lejos nos inflama y vuelve insoportablemente pedantes: como desde endenantes, desde 1325, luego 1521 y los 300 años posteriores, los viejos y nuevos chilangos somos los eternos nóma- das, buscadores, y ahora constructores de un espacio para nuestra vida digna, cumplidora de obligaciones sociales y demandante de todos los derechos a una sociedad justa y libertaria.

He asistido a dos reuniones de esas tradicionales de ex alumnos. El chiste repetitivo es que los pretenciosos chilangos ya perdimos hasta el gentilicio. En obvio de malos entendidos se trata del adjetivo que nos permite contestar una duda existencial básica: ¿de dónde soy? Allí me plantearon una mal lechuda pregunta (obviamente de mala leche), pero picosa interrogación: ¿Qué habría hecho el maestro Chava Flores si hubiera tenido que componer una alegre y optimista melodía que supliera: Sábado, Distrito Federal, por otra a la que, a cualquier día de la semana tuviera que agregar CDMX?.

Por favor, para que estemos en sintonía la próxima semana, consulten quién es o fue: Thowi (21 de julio de 1981)

Twitter: @ortiztejeda