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El movimiento surgido hace 5 años cambió el tradicional sistema bipartidista del país

Recuerdan en España la revuelta ciudadana de los indignados

Varios líderes hoy son funcionarios o diputados

Miles marchan en Madrid y otras ciudades

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Más de 10 mil personas marcharon ayer de la Plaza de Cibeles a la Puerta del Sol, en Madrid, para recordar el quinto aniversario del movimiento 15-M (15 de mayo), que surgió de la indignación y el hartazgo por la crisis económica que vivía España y la creciente corrupción de los políticos. Del movimiento de los indignados nacieron partidos como Podemos, hoy con fuerte presencia en el CongresoFoto Afp
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 16 de mayo de 2016, p. 27

Madrid.

Miles de personas salieron a las calles de Madrid y de unas 50 ciudades españolas para recordar el quinto aniversario del movimiento 15-M (15 de mayo), la revuelta ciudadana que nació de la indignación y el hartazgo de la larga crisis económica que vivía entonces el país y los numerosos casos de corrupción entre la clase política.

Parte de los jóvenes que lideraron marchas y protestas ciudadanas a partir de aquel agitado 2011 se han convertido en funcionarios públicos, diputados o líderes tradicionales de los nuevos partidos políticos creados bajo el influjo de los indignados, pero otros mantienen el espíritu con el que se forjó aquella revolución: independencia, apartidismo y democracia horizontal.

Cinco años después de que los indignados españoles iniciaron la revuelta ciudadana más importante de las últimas décadas con una ocupación pacífica de la Puerta del Sol, que después se propagó en las plazas del resto del país, se volvieron a congregar en las calles miles de personas la tarde del domingo. Un movimiento que ha inspirado al francés Noche en Pie.

En Madrid marcharon más de 10 mil personas de la Plaza de Cibeles, junto al ayuntamiento, hasta la Puerta del Sol, al grito de: ¡sí se puede! y otras consignas contra el gobierno del derechista Mariano Rajoy, mientras enarbolaban la bandera del cambio político, de cara a los comicios generales del próximo 26 de junio.

El movimiento del 15-M no pudo evitar las victorias electorales del Partido Popular (PP) en los comicios de los últimos cinco años, pero sí ha logrado cambiar el tradicional sistema político español, que ha pasado de ser básicamente bipartidista a tener cuatro referencias mayoritarias en el Parlamento, en gran parte por la ola de indignación de aquellos días de mayo de 2011. Gracias al movimiento de los indignados nacieron partidos como Podemos, el Partido X e incluso una formación como Ciudadanos aumentó sensiblemente su capacidad electoral.

El rechazo a los dos partidos hegemónicos, el gobernante PP y Partido Socialista Obrero Español (PSOE), fue crucial para lograr este cambio, a pesar de que sigan siendo los dos partidos más votados y que en conjunto sumen más de 13 millones de votos, casi el doble de lo que reúnen Ciudadanos y Podemos juntos.

Las protestas se desarrollaron sin incidentes y en un ambiente festivo, aunque con algunas tensiones, sobre todo con la nueva coalición Unidos Podemos, surgida de la fusión entre el partido emergente e Izquierda Unida (IU).

Dos de las principales organizaciones del 15-M emitieron un duro comunicado en el que acusan a IU y Podemos de darles la espalda una vez que llegaron a instituciones públicas, como el ayuntamiento de Madrid, Barcelona o Cadiz.

La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH, que defiende a las personas que perdieron sus viviendas por impago y fue la matriz del movimiento) y 15mpaRato (organización ciudadana que abrió e impulsó el Caso Bankia ante la Audiencia Nacional) advirtieron que si algo deberían haber aprendido los partidos de esta nueva forma de ver la política por el 15-M es, precisamente, una nueva manera de relacionarse con los movimientos sociales y con la ciudadanía: desde el respeto al otro, la igualdad y la colaboración, y no desde la agotada lógica hegemónica que considera a los partidos como única solución a los problemas sociales porque, como demostramos, no lo lo son. Tal como la sociedad diagnosticó en el 15-M, la partidocracia es el problema y no la solución.