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Tortura, práctica generalizada y aceptada en el país: expertos
 
Periódico La Jornada
Miércoles 27 de abril de 2016, p. 14

En México la tortura es una práctica generalizada y culturalmente aceptada no sólo entre los cuerpos policiacos, sino en la sociedad. En general, se le percibe como método válido sobre todo para obtener confesiones, lamentaron expertos en derechos humanos, activistas y académicos.

En el foro El rol de la academia en las graves violaciones de derechos humanos en México, organizado por la Universidad Iberoamericana, precisaron que mientras no se cambie esa perspectiva no habrá legislación capaz de remediar lo que acontece en el país. Recordaron que según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, entre 2006 y 2014 hubo 11 mil 608 quejas por tortura y malos tratos, y sólo en 2013 se hicieron mil 500 denuncias.

Marcia Aguiluz, directora del Programa para Centroamérica y México del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (Cejil), expuso que es un problema que la sociedad piense que estas cosas se justifican; es tremendo, porque cuántas de estas personas serán inocentes. Imaginémonos en una situación en que se nos inflija una serie de sufrimientos, ¡qué no estaríamos dispuestos a decir con el fin de que cesen esos sufrimientos!

Despersonaliza y denigra

Ignacio López Vergara Newton, del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, indicó que aunque entre los defensores de derechos humanos y la academia estamos convencidos de que la tortura está mal, que es algo que va contra la dignidad de los seres humanos y despersonaliza, afuera nos encontramos con que la tortura es incluso aceptada, vista como un castigo aceptable. Destacó que eso ocurre en la lógica de que es más importante fabricar o encontrar culpables que el respeto a los derechos humanos.

En esa perspectiva, dijo, para algunos la tortura es bien vista, y ese sentir no sólo es un problema mexicano.

Indicó que diversas series televisivas donde se aplica la tortura dejan en el espectador la idea de no queda de otra, había que torturar (...) “Para dimensionar el fenómeno debemos partir desde esta base: no hay una perspectiva real de que sea mala o no hay un rechazo frontal a la tortura desde la óptica cultural de la sociedad, y este es un problema muy grande; si no cambiamos eso difícilmente podremos combatirla.

Se parte de la base de que se tortura a los culpables, pero por regla general no se tortura a los culpables, sino a los presuntos culpables, y a partir de la tortura los convertimos en delincuentes.