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A diario, violaciones al armisticio en ambas repúblicas ex soviéticas

Rusia busca mediar en conflicto entre Armenia y Azerbaiyán
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Armenios se manifestaron ayer en el contexto de la visita del canciller ruso, Sergei Lavrov, a ese país. Los habitantes exigen que naciones extranjeras saquen las manos del conflicto de Nagorno-KarabajFoto Afp
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 23 de abril de 2016, p. 18

Moscú.

Al comenzar este viernes una visita oficial de dos días en la capital armenia, Yerevan, el canciller ruso, Serguei Lavrov, afronta una de las misiones más delicadas de la gestión de Rusia como mediadora en el conflicto territorial de Nagorno-Karabaj, que mantiene al borde de la guerra a Armenia y Azerbaiyán, dos repúblicas ex soviéticas del Cáucaso.

Apenas se respeta la nueva tregua que, con ayuda de Rusia y de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa, que fungen como garantes del alto el fuego alcanzado en 1994 tras varios años de guerra con 20 mil muertos y más de un millón de desplazados (230 mil armenios y 800 mil azerbaiyanos), se consiguió imponer el pasado 5 de abril, después de tres días de cruentos combates que dejaron numerosas bajas por ambos lados, al menos 140 decesos reconocidos de manera oficial.

Sin reditar una nueva ofensiva en toda regla como la que en los primeros días de abril lanzó Azerbaiyán –según los armenios; y Armenia, de acuerdo con los azerbaiyanos-, todos los días llegan reportes sobre violaciones del armisticio, tiroteos esporádicos y lanzamientos de morteros principalmente, los cuales suman más de 100 todos los días.

En ese frágil contexto, que puede denominarse de ni guerra abierta pero tampoco paz duradera, Lavrov llegó a Yerevan con la misión de convencer a una de las partes beligerantes –la considerada más cercana a Rusia, fruto de una alianza que ofrece el apoyo de Moscú a cambio de que se le permita incorporar a Armenia a su órbita y mantener en su territorio una base militar rusa– de respetar el alto el fuego firmado hace 22 años con Azerbaiyán.

Lo difícil es que –a diferencia de Turquía, que de un tiempo para acá, desde que el presidente Vladimir Putin rompió toda relación con su homólogo, Recep Tayyip Erdogan, lleva expresando su abierto respaldo a Azerbaiyán en lo que respecta al diferendo territorial de Nagorno-Karabaj– Rusia no puede decantarse inequívocamente por un solo lado, el armenio sería lo obvio, debido a dos factores.

El primero es que considera que el enclave armenio forma parte del territorio azerbaiyano, al estar así determinado cuando se formalizó la disolución de la Unión Soviética y, el segundo, más complicado de explicar a los armenios, es que Azerbaiyán es –quizá era y tal vez volverá a serlo cuando los precios del petróleo lo permitían– uno de los principales compradores de armamento ruso.

A esto se suma que Armenia presiona para que Rusia cese las venta de armas a su contrincante –manifestaciones de protesta frente a la embajada rusa en Yerevan incluidas, por lo menos extrañas al tratarse de un país que sus autoridades consideran aliado–, y que Azerbaiyán no acepta cesar del todo las hostilidades después de recuperar algunos puntos estratégicos, pues afirma que, resultado de los combates recientes, Armenia logró apoderarse de otro 6 por ciento de su territorio, perdiendo –según Bakú– ya casi 20 por ciento del total.

Hoy lo importante es cumplir rigurosamente los acuerdos de alto el fuego e impedir nuevas violaciones a los acuerdos de 1994, que establecieron un régimen de cese indefinido de la hostilidades, señaló Lavrov en la capital armenia. Reiteró que Rusia está dispuesta a hacer todo lo posible por lograr un arreglo político del conflicto de Nagorno-Karabaj.

La posición de su homólogo armenio, Eduard Nalbandián, no dejó dudas al atribuir el agravamiento de la situación a Azerbaiyán: El proceso negociador ha sufrido un golpe muy duro por las acciones azerbaiyanas, asentó al recibir a su colega ruso.

Desde Bakú, Azerbaiyán, por el contrario, endosa a Armenia el aumento de la tensión al sostener que, en contra del derecho internacional, prosigue su política de anexión de los territorios azerbaiyanos ocupados.