Opinión
Ver día anteriorDomingo 10 de abril de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
¿La Fiesta en Paz?

Otra más de Calamitoso de Mendoza

Homenaje a Reynaldo Torres

Texcoco: presencias, despedidas y bienvenidas

Foto
El martes 10 de mayo hará el paseíllo en la Plaza de Las Ventas, de Madrid, un renovado Octavio García El Payo. Mucha suerteFoto archivo
L

a menguada imaginación del empresariado taurino mexicano ya empezó a ahorcarse con su propio mecate al haber reducido el espectáculo de los toros en México a tres o cuatro nombres importados que vienen, imponen condiciones, medio llevan público, recogen sus dólares y se regresan a España, donde frente al toro con edad y trapío tienen que desquitar lo que se les paga. Como siempre, la culpa no es del conquistador, sino de la escasa valoración de los conquistados.

¿En qué momento olvidaron estos empresarios sudamericanizados que a lo largo del siglo XX México fue productor y exportador de toreros buenos y muy buenos, capaces de interesar en otros países y de superar a sus figuras? ¿A qué horas decidieron que los diestros llenaplazas dejaron de nacer en nuestro país para ahora ser traídos del extranjero? Lo peor es que junto con esta dependencia taurina ha venido el sometimiento de empresas, gremios y autoridades, por no hablar de la confusión de haber reducido el arte de la lidia a cabriolas ante utreros despuntados.

El numerito más reciente en el país a cargo del rejoneador Pablo Calamitoso de Mendoza –que en 15 años nunca ha apoyado a toreros jóvenes con potencial ni alternado con nuestros rejoneadores por no estar a su nivel ni acatado la normativa ni lidiado toros con edad– tuvo lugar en Ciudad Valles, San Luis Potosí, donde instalado ya en dicta- dor del chou hípico-taurino más predecible tuvo a bien invitar a su hijo Guillermo, de 16 años, quien estaba en el callejón, a subirse a un caballo y rejonear con él, sin que hubiese multa, amonestación o suspensión, que por algo se dice el mejor rejoneador del mundo, incluidas las sumisas colonias taurinas de América.

Hay seres que aunque fallezcan nunca se van. El próximo jueves a las 19 horas, en la Asociación Nacional de Matadores, en Atlanta 133, dirigentes de éstos y de los subalternos y representantes de los grupos Bibliófilos Taurinos, Peña 432, Tertulias 11 Club Cultural Taurino, Pasión desde el Tendido y Taurinos de Cepa, con la coordinación de Paco Terán, recordarán al magnífico ser humano y pintor Reynaldo Torres al año de su partida física.

Y en Texcoco, el sábado 2 de abril, en el bello restorán Bistrot Silverio, tuvo lugar un evento particularmente emotivo al rememorar a dos andaluces ilustres que supieron ser amigos de México: el poeta Manuel Benítez Carrasco y el criador de los caballos de raza azteca, Manolo Herrera Coronado, ambos residentes durante años en la tierra del Faraón. Declamó el promotor y apoderado Curro Plaza, y otros versos fueron leídos por Marina Isolda y el tal Páez, tras la sentida semblanza de Barbarita Medina, viuda de Herrera.

Y de allí a la Plaza Silverio Pérez, donde esa misma tarde se llevó a cabo la última corrida de la poco afortunada Feria de Texcoco, escasamente promovida y sin alcanzar el tono de otros años, con la despedida en ese coso de Eulalio López Zotoluco y la bienvenida a los ruedos de Octavio García El Payo, recuperado físicamente luego de que le fue cambiado el tratamiento y medicamentos para la dolencia que lo aqueja.

Lo más sorprendente del Payo, que salió en hombros con Eulalio, fue lo que me dijo al darle la enhorabuena en el patio de cuadrillas: “En mi convalecencia leí La insoportable levedad del ser, de Kundera, y experimenté una trans- formación indescriptible”. Y sí, toreros que trabajan su interior reflejan otras fortalezas en el ruedo.