Opinión
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La Muestra

De entre los muertos

Foto
Fotograma de la cinta de 1958 protagonizada por James Stewart y Kim Novak
E

l surrealismo según Hitchcock. En algunas antologías de cine negro se mencionan varios títulos de Alfred Hitchcock, en particular películas como Extraños en un tren, Psicosis, Intriga internacional, El hombre equivocado y, sobre todo, De entre los muertos/Vértigo. En otras antologías virtualmente se excluye su nombre. Al cineasta británico no se le asocia, en efecto, con la tradición artística del expresionismo alemán, de un modo tan inmediato como en el caso de los cineastas Fritz Lang, Billy Wilder, Otto Preminger o Robert Siodmak, todos de ascendencia germánica. Y sin embargo, incluso en sus películas hollywoodenses filmadas en technicolor, la persistencia de algunos temas y apuestas estilísticas lo vinculan irrefutablemente con el llamado film noir.

Poder apreciar de nuevo De entre los muertos (Vertigo, 1958), según la novela homónima de los franceses Pierre Boileau y Thomas Narcejac (vinculados también con las cintas Las diabólicas, de Clouzot, y Los ojos sin rostro, de Franju), permite al espectador verificar cómo algunos temas hitchcockianos recurrentes (el peso de la fatalidad sobre personajes inermes, una atmósfera urbana opresiva, la presencia de una mujer fatal, la persistencia de la culpa, los trastornos de la identidad o la dualidad de un personaje) se vinculan de modo muy directo con el film noir, con el añadido de toda la ironía y el muy lúdico sentido del humor del gran cineasta británico.

En De entre los muertos Hitchcock trasciende por completo las barreras genéricas volviendo a la cinta algo enigmático e inclasificable. Al thriller habitual que él domina desde la época silente, le añade aquí una sustancia más (la materia de que están hechos los sueños, diría el Bogart de El halcón maltés), algo vigorosamente asociado a lo fantástico e inescrutable, también a la literatura de Poe y Baudelaire, y al territorio de las fantasías sexuales, entre las que destaca, naturalmente, el voyeurismo. Como su personaje central, el detective Scottie (James Stewart) obsesionado por el personaje doble que interpreta Kim Novak en esa trama criminal de suplantaciones que acentúan su sensación de vértigo y casi le provocan un desvarío mental, Hitchcock se abandona, a su vez, magistral y perversamente, a un viejo placer fetichista, ya sea por una cabellera rubia o por un traje sastre entallado, y lo hace en forma no muy distinta de las obsesiones que vivirán después los personajes masculinos de Luis Buñuel en Viridiana o en Tristana.

De entre los muertos, hiperbólicamente calificada en algunas revistas de cine como la mejor película jamás realizada, tiene, en efecto, evidentes nexos temáticos y formales con el cine negro, y dentro de la filmografía del realizador es una suma de sus obsesiones, pero como ya lo apuntaba Raymond Durgnat, uno de sus exégetas más perspicaces, en El extraño caso de Alfred Hitchcock (1974), su originalidad radica en haberse despojado por completo del lastre moral convencional y plantado firmemente en el terreno del goce estético, conduciendo al espectador al mismo disfrute perturbador de sus personajes, ese algo muy cercano a la ambivalencia del placer y el dolor. Un viejo anhelo surrealista aclimatado aquí con maestría y con una característica malicia.

Se presenta en la Cineteca Nacional. Sala 1: 12 y 17:15 horas.

Twitter: @Carlos.Bonfil1