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El estreno mundial de El día que María perdió la voz será en el Teatro de la Ciudad

Marcela Rodríguez da a conocer su primera ópera para niños

La mezzosoprano Catalina Pereda protagoniza la obra, con dirección escénica de Jesusa Rodríguez

El mensaje es muy claro: para hablar hay que saber escuchar, indica la cantante

Ese público debe estar en contacto con el arte, con la música, que permite descubrir el alma, afirma la autora

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La austeridad en los recursos escenográficos es el sello del montaje de la ópera El día que María perdió la voz (en el recinto de Donceles 36, Centro Histórico), a partir de la idea de que el teatro es la magia de lo mínimo. El elenco está integrado por los cantantes Hernán del Riego, Armando Mora, Ricardo Estrada y Catalina PeredaFoto Collage de Magali Lara
 
Periódico La Jornada
Jueves 24 de marzo de 2016, p. 3

Saber hablar es saber escuchar. Este es el mensaje de la primera ópera infantil El día que María perdió la voz, de la compositora Marcela Rodríguez (CDMX, 1951), cuyo estreno mundial será este sábado a las 13 horas en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, en el 32 Festival del Centro Histórico.

Basada en el libro homónimo del escritor Javier Peñalosa, quien adaptó el libreto, en esta obra dirigida por Jesusa Rodríguez y protagonizada por la mezzosoprano Catalina Pereda se busca evidenciar de manera divertida cómo nos hemos convertido en una sociedad que no escucha.

“Somos una sociedad de sordos; hemos perdido la capacidad de escuchar, además de que hay un marcado individualismo, ‘el ser sólo yo’. El mensaje de esta ópera es muy claro: para hablar hay que saber escuchar; puede sonar como panfleto, pero no es nuestro fin”, indica Catalina Pereda.

No creo que el teatro deba ser didáctico, pero sí crítico; que nos haga reflexionar. Y es lo que tratamos aquí, mostrar cómo todos insistimos en hablar unos sobre otros todo el tiempo y lo importante que son el silencio y aprender a escuchar, a relacionarse con los demás. Por eso el mundo está como está, porque nadie escucha al otro.

Un tema que nos implica a todos

El día que María perdió la voz es la cuarta ópera de Marcela Rodríguez y la primera que hace para niños, pues antes sólo había musicalizado algunas obras de teatro infantil. Al igual que las anteriores, ésta también es de cámara, con la finalidad de facilitar su montaje e itinerancia.

Para la compositora no existen diferencias entre escribir para adultos y para niños. Lo único que cambia, considera, es el contenido de las historias destinadas a uno y otro público.

Sonoramente es exactamente lo mismo, porque al final es música contemporánea. Esta es una obra muy melódica, muy transparente, muy accesible; tiene texturas contemporáneas, obviamente, porque soy una compositora de esta época y es lo que experimento y hago, explica la autora.

Por lo general, los niños son mucho más receptivos a la música contemporánea que los adultos; no tienen prejuicios, entonces es muy fácil. Lo único diferente es la historia, que está encaminada a los niños. Aunque esta ópera la pueden disfrutar pequeños y adultos. Es un tema que nos implica a todos.

La creadora escénica Jesusa Rodríguez coincide en que la receptividad de los niños es mucho mayor que la de los adultos, porque disfrutan de la vida y de casi todo sin prejuicios.

Enfrentan a la ópera como debe ser, como un arte integral que va a todos los sentidos: a la vista, al oído, al olfato, a los sentimientos; los niños son los mejores espectadores de este género, porque a un adulto le cuesta mucho, se fija en la música, en la historia, y los niños se dejan ir, afirma.

Estoy convencida de que es necesario hacer más ópera para niños, porque es una experiencia que los divierte y disfrutan mucho, pero también porque puede ayudar a educarlos; por ejemplo, en el respeto, algo que hace mucha falta, por eso hemos llegado a este nivel de violencia.

La también actriz se asume partidaria de propuestas escénicas austeras, en términos escenográficos, a partir de su convicción de que el teatro es la magia de lo mínimo.

Al respecto, comenta que para El día que María perdió la voz se hizo una escenografía al límite, a partir de seis módulos blancos que se convierten en sala, comedor, el supermercado y un consultorio.

“El teatro es detonador de la imaginación. Tiene que ser precario y con lo mínimo conseguir la magia. Lo peor que puede hacer es tratar de competir con la computadora, con lo digital. Es como poner a competir a un lápiz con un mouse.

Escenografía de Magali Lara

Este montaje dirigido al público infantil, cuya escenografía es de la artista Magali Lara, cuenta la historia de una simpática niña parlanchina que pierde la voz cuando le cae una caja de cereal en la cabeza, y ahí es cuando, en el silencio, comienza una travesía interna de descubrir quién es ella y a quienes la rodean.

Es muy importante que los niños estén en contacto con el arte, con la música, con la ópera. Este es un género al que casi no tienen acceso, mucho menos a producciones contemporáneas, y me parece necesario que lo conozcan y estén más en contacto con él, no tanto por aprendizaje, sino porque la música permite el descubrimiento del alma. Es fundamental tener en contacto a los niños con la música, destaca Marcela Rodríguez.

En El día que María perdió la voz –ópera que será presentada también el domingo 27 en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris (Donceles 36, Centro Histórico), en el mismo horario–, participan además los cantantes Hernán del Riego, Ricardo Estrada y Armando Mora, así como de los actores Alejandro Camacho y Carlos Brown. La parte musical está a cargo del Ensamble La Colmena, quinteto dirigido por Rodrigo Cadet.