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De nuestras Jornadas

Universitarios a la calle

C

on recursos suficientes apenas para cubrir la nómina quincenal de la burocracia, la interminable lista de constructoras y proveedores de servicios ahogándose en la anemia financiera, una cifra indeterminada de medianas y pequeñas empresas cerrando o recortando personal y la ruina moral de una clase política que creció en el gobierno de Javier Duarte, el sexenio se encamina a uno de los finales más dramáticos que se recuerden en la historia de Veracruz y acaso del país.

En ese oscuro legado de corrupción, cientos de homicidios y levantones, periodistas asesinados o exiliados, desaparición de la reserva técnica del Instituto de Pensiones del Estado, desprestigio generalizado de la clase en el poder, incluida por supuesto la oposición alineada coyunturalmente, la culminación de esta debacle se verá este jueves, cuando la comunidad de la Universidad Veracruzana (UV), encabezada por la rectora Sara Ladrón de Guevara marche por las calles de Xalapa para exigir una vez más al gobernador que entregue los más de 2 mil millones de pesos que pretende escamotear a la institución.

De nada han servido las muestras de apoyo de otras universidades del país, la presión de senadores y de los mismos precandidatos a la gubernatura, incluido el priísta Héctor Yunes Landa, ni las sendas demandas penales en los órdenes local y federal contra la Secretaría de Finanzas y Planeación del gobierno de Javier Duarte por el presunto desvío de esos recursos, ni la amenaza que representa la averiguación previa AP/PGR/XAL-IV/012/2016/P.P. interpuesta ante la Procuraduría General de la República por el presunto desvío de 451 millones de pesos.

Duarte parece inconmovible e inamovible en sus determinaciones. Una y otra vez se niega a reconocer el adeudo con la UV y parece estar dispuesto a llevar las cosas al extremo, pues la misma UV ha dado a conocer que trabaja al límite de sus posibilidades, solamente con el dinero necesario para cubrir su nómina y sin posibilidad de dar mantenimiento a sus instalaciones o, peor aún, de financiar labores de investigación y desarrollo académico.

Si un frente abierto le faltaba al gobernador, ya lo tiene, y tal vez sea el peor, porque no es bueno pelearse con la inteligencia.