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La película del realizador húngaro Laszlo Nemes, una de las favoritas a los Óscares

Al hacer El hijo de Saúl traté de devolver la dignidad a los muertos en la Alemania nazi

Estrenado en Cannes, el filme ha sido muy elogiado, pero también ha despertado escepticismo

 
Periódico La Jornada
Miércoles 24 de febrero de 2016, p. 9

Nueva York.

El poder y el horror de El hijo de Saúl, drama visceral sobre la vida de un sonderkommando (judío prisionero obligado a trabajar en el campo de concentración) en Auschwitz-Birkenau, ha dejado al público impactado desde que debutó en el Festival Internacional de Cine de Cannes el pasado mayo.

Ahí obtuvo el Gran Premio, recibió elogios de director de Shoah, Claude Landzmann, y presentó a su realizador y coguionista, el húngaro de 38 años Laszlo Nemes, como un director debutante fuera de lo común. Ahora, la obra de Nemes es una de las favoritas a los premios Óscar a la mejor película en lengua extranjera. Los premios de la academia se entregarán el próximo domingo.

El filme sigue a un sonderkommando, interpretado por Geza Rohrig, que cree haber encontrado a su hijo entre los exterminados y busca esconder el cuerpo para darle sepultura.

Dosis de humanidad en medio del infierno

Al presentar el retrato de un hombre en medio del infierno, le damos una dosis de humanidad... para ver si puede haber humanidad más allá de la humanidad, afirma Nemes. Cuando ya no queda nada, ¿puede haber un dios interior?

No apta para débiles de corazón, El hijo de Saúl es un rechazo deliberado a películas menos severas del Holocausto. Es una representación desgarradora de la maquinaria de los campos de concentración en acción.

Me interesa el mal. Un tipo de mal que no puede entenderse a simple vista o ser representado. Exactamente lo contrario a nuestra representación del mal en un mundo moderno, en especial en el cine, señaló Nemes en una entrevista el año pasado.

Rodada en 35mm, la película combina largas tomas que siguen de cerca al Saúl de Rohrig. Gran parte de la actividad en el campamento aparece borrosa en el fondo, como una segunda capa de acción que requiere de su propio director. Nunca muestra las cámaras de gas, pero se detiene frente a sus puertas.

Nemes, algunos de cuyos ancestros fueron asesinados en Auschwitz, quiso hacer un filme que les recordara a los espectadores la realidad del Holocausto. Aunque la cinta ha sido recibida con grandes elogios, también ha despertado escepticismo en algunos por su mezcla de atrocidades históricas con un rodaje técnicamente ingenioso que permanece con Saúl a lo largo de un día y medio sin presentar ningún contexto del Holocausto.

“¿Es ese el lugar para un thriller? ¿Hubo suspenso adentro de Auschwitz?”, preguntó el Film Comment en una reseña. Manohla Dargis, crítica de The New York Times, la llamó una película radicalmente deshistorizada e intelectualmente repelente.

Seguro de sí mismo, Nemes no hace caso a tales críticas. Debe sentirse sola, comentó sobre Dargis, en alusión a la respuesta mayormente positiva a su película.

Lo único que sé es que al hacer este filme traté de devolver la dignidad a los muertos y los moribundos, expresó Nemes. No creo que haya perdido de vista el hecho de que estaba hablando sobre la destrucción de los judíos europeos. Está en mi sangre. Dejaré una huella por mis familiares que fueron desperdigados por los ríos polacos.

Le tomó seis años hacer El hijo de Saúl. Para Nemes, el filme comenzó a formarse cuando leyó testimonios vívidamente personales de sonderkommandos de Auschwitz. Siempre me pregunté lo que sería ir del tren a la cámara de gas, cómo se ve ese camino polvoriento cuando uno está ahí, señaló.

El realizador, que se mudó a Francia con su madre cuando tenía 12 años, se preparó para su película formándose dos años con el cineasta húngaro Bela Tarr. Tras no lograr conseguir financiamiento en Francia ni Israel, hizo la cinta con un presupuesto de apenas 1.5 millones de dólares, con el apoyo del Fondo Nacional Húngaro de Cine y la Conferencia de Reclamos Materiales Judíos contra Alemania.

La muerte de la civilización

“No quería dar la impresión de que era una opera prima”, dijo Nemes, quien ahora trabaja en un thriller ubicado en la Budapest de 1910, antes de la Primera Guerra Mundial, que dice aborda la muerte de la civilización. No soy tan joven. No estoy haciendo esta película a los 25 años.

La misión desesperada de Saúl podría parecer engañosa. Otros prisioneros dudan cómo puede reconocer a su hijo si no lo ha visto en años. Pero su lucha, imposible y desafortunada, es una resistencia a la locura que lo rodea.

La experiencia del campo (de concentración) es muy remota para esta generación, dijo Nemes. Si este mundo no está consciente de la tentación de autodestrucción a un nivel industrial, no puede tener un futuro. Se trata de lo que hay adentro de la civilización humana.