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Junto al rústico féretro, ataviado con flores que evocaban el campo, lucía su toga

En funeral estrictamente laico y breve, como dispuso, despiden a Umberto Eco

Renate Ramge, viuda del semiólogo, pidió que una orquesta hiciera sonar una obra de Corelli que lo acompañó a lo largo de su vida

Sus restos fueron incinerados en ceremonia privada

Foto
El féretro con los restos mortales de Umberto Eco es rodeado por centenares de personas en el castillo Sforzesco, en Milán. Esta imagen del funeral del escritor y semiólogo italiano semeja una escena de la película El nombre de la rosa, 1986, del director francés Jean-Jacques Annaud, basada en la novela del mismo nombre escrita por Eco y publicada en 1980Foto Afp
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Miércoles 24 de febrero de 2016, p. 5

Milán.

Ayer se realizaron las exequias laicas del escritor y semiólogo Umberto Eco, quien falleció el pasado viernes a consecuencia de cáncer en páncreas diagnosticado hace dos años.

Al funeral, realizado a unos pasos de su domicilio, en el castillo Sforzesco de Milán, y transmitidas en vivo en cobertura nacional, asistieron miles de personas en su mayoría adultos de más de 50 años, que se dispuso en largas filas para poder despedirlo, además, de la crema de la cultura nacional como los ministros de Cultura, Dario Franceschini y de Educación, Stefania Giannini, así como amigos, familiares, editores, académicos, escritores y músicos, que dedicaron con breves intervenciones y recuerdos memorables transcurridos con el gran escritor.

Junto al ataúd, rústico, escueto, que en el cortejo fúnebre trajo a la mente el ambiente de la novela El nombre de la rosa, cubierto de sencillas flores blancas y amarillas que evocaban el prado de un campo, lució su toga del alma máter de Bolonia, donde fue profesor 40 años, mientras una orquesta abrió y cerró con La Follia, de Corelli, pieza que lo acompañó en las reuniones con amigos y familiares a lo largo de su vida, según afirmó su esposa Renate Ramge.

Umberto Eco dejó instrucciones precisas: la ceremonia debía ser estrictamente laica y breve.

Gracias por elegir a Milán

El alcalde Giuliano Pisapia rememoró cómo Eco eligió Milán como su urbe adoptiva, donde se asentó desde los años 50 del siglo pasado: La suya no fue una elección casual, porque es la ciudad del medio editorial, de la cultura y de la memoria. Gracias por haber escogido vivir en Milán, por haber dado con tu presencia un alma noble a nuestra sociedad. Gracias por haber mostrado al mundo nuestra grandeza, la grandeza de un país abierto, de un país solidario, inclusivo, de una ciudad internacional.

La ceremonia se cerró con la breve intervención, conmovedora, de su nieto Emanuele, de 15 años de edad, quien afirmó: Quise hacer una lista de las cosas que hicimos juntos. Desde pequeño recuerdo tu afecto, tu generosidad y sabiduría, crecí con tu inteligencia e ironía que nunca faltaba, con la música que me has hecho escuchar. Haberte tenido como abuelo me ha llenado de orgullo.

Los restos de Umberto Eco fueron cremados después en una ceremonia privada.

En los días recientes el tema de su muerte ha dominado los medios impresos y electrónicos. El rotativo Aljazeera comparó el deceso con la caída de un rayo, dejándote con la sensación de un repentino vacío.

Sus partidarios hicieron notar la crítica frontal de Eco frente a Berlusconi, mientras los seguidores de este último afirman que la posición del intelectual no era sólo contra Berlusconi, sino también contra el electorado, que el diario Libero define como un racismo ético, endilgando a Eco un supuesto despecho contra los italianos, un pueblo atrasado, individualista, amoral, carente de sentido cívico.

En el funeral, Elisabetta Sgarbi, su editora, confirmó que este fin de semana sale a la venta el último libro: Pape Satpan Aleppe, con ensayos sobre varios temas.