Editorial
Ver día anteriorDomingo 24 de enero de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Bolivia, 10 años de cambio
S

e cumplieron anteayer 10 años del arribo de Evo Morales a la presidencia de Bolivia, tras haber sido electo en los históricos comicios generales del 18 de diciembre de 2005. Desde entonces, el primer presidente indígena del país andino –uno de los más pobres del continente– ha logrado consolidar un régimen cuyos ejes han sido el desarrollo democrático, la justicia social, la reivindicación de los pueblos indígenas y la defensa de la soberanía.

La victoria de Evo Morales y su partido, el Movimiento al Socialismo, frente a las candidaturas y partidos de la derecha oligárquica, marcó un hito histórico en un país que se ha caracterizado, durante casi toda su historia, por la marginación racista y la exclusión del poder de la mayor parte de su propia población, perteneciente a las nacionalidades aymara y quechua. Desde su arribo al Palacio Quemado, Morales ha tenido la altura de miras y la visión de Estado necesarias para consolidar el respaldo popular y una solidez institucional incuestionables, que han soportado diversos intentos desestabilizadores y asonadas golpistas de la derecha, e incluso un amago secesionista de un conjunto de gobiernos estatales, encabezados por el de Santa Cruz de la Sierra.

Desde esa posición, Morales y su equipo han encabezado la más profunda transformación de Bolivia, empezando por la aprobación de una Constitución que identifica a esa nación como un Estado plurinacional. En materia social y económica, la revolución social liderada por Morales ha tenido logros indiscutibles: la pobreza extrema, padecida por más de un tercio de la población a principios de este siglo, se redujo a la mitad; la deuda pública se abatió de 74 a 35 por ciento; la inversión pública se multiplicó exponencialmente (de 629 a 24 mil millones de dólares) y el producto interno bruto casi se ha cuadruplicado en el curso de la década que Morales ha conducido el rumbo político del país andino.

En el ámbito externo, Bolivia ha sido uno de los referentes principales del viraje político de la década reciente en América Latina, con el surgimiento de gobiernos que han resuelto hacer realidad el principio de soberanía y han emprendido un realineamiento regional sin precedente, constituyendo un sistema que funge de contrapeso necesario a la proyección hegemónica de Estados Unidos en la zona. A diferencia de lo que ha ocurrido con regímenes como los de Venezuela, Argentina y Brasil, cuyos gobiernos progresistas han acusado un desgaste provocado por el propio ejercicio del poder y por las presiones oligárquicas, da la impresión de que el movimiento nacional popular de Bolivia llega a este punto con fortaleza, respaldo y legitimidad indiscutibles.

Es de suponer que el proceso de transformación iniciado por Morales hace 10 años siga enfrentando embates de una oposición derechista que, pese a todo, sigue detentando amplio poderío económico y mediático. Pero también es claro que el pueblo boliviano y sus dirigentes tienen aún un vasto margen de maniobra para consolidar el giro histórico en el país más pobre del cono sur, y de profundizar las transformaciones sociales que esa nación requiere para superar sus rezagos ancestrales.