Opinión
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Los de Abajo

Nestora no se rinde

N

estora Salgado no se rinde. Desde la prisión a la que injustamente ha sido confinada sigue luchando. Inicia el año con la preparación de una huelga de hambre, poniendo su cuerpo por delante para exigir su libertad, o la muerte. No hay huelga de hambre clandestina, no puede haberla. Mientras la luchadora social enfrenta esta batalla por la justicia con lo que le han dejado de salud, se espera que la sociedad haga lo suyo, que exija en las calles y tribunales, que no se calle, pues ella grita desde su encierro y a partir de este primero de enero la cuenta es regresiva.

Hasta el momento siguen sin presentarse a los juzgados quienes la acusan de secuestro, homicidio calificado y robo y privación de la libertad. Detenida en Olinalá, Guerrero, en agosto de 2013, Nestora enfrenta desde entonces a todo el poder del Estado. Por eso, 28 meses después de su encarcelamiento, prepara una segunda huelga de hambre (la primera fue en mayo de 2015) y jugárselo todo, incluida la vida.

El proceso legal está plagado de anomalías. Ha ganado amparos que la deberían haber puesto en libertad, pero ella continúa tras las rejas en la Torre femenil de Tepepan.

Para finalizar el año, envía un mensaje en audio. Su voz es clara, aunque se manifiesta deprimida: Les quiero mandar un saludo por ser Navidad y para el próximo Año Nuevo les deseo lo mejor de la vida. Deseo que las cosas puedan cambiar, que Dios los bendiga, que deje bendiciones en su corazón, y también la motivación de seguir adelante en la lucha que es fuerte y es cansada, yo lo sé, y entiendo que están luchando afuera ustedes.

Sus palabras deben ser atendidas por los de abajo, pues su libertad depende de que miles de voces la exijan. Sobre este secuestro que el gobierno ha hecho conmigo, les doy las gracias por el apoyo y la voz que han levantado, que es como las olas del mar.

La ex comandante de la policía comunitaria de Olinalá, castigada por su lucha contra la delincuencia vinculada a los poderes municipal y estatal, reconoce que no puede más. No quiero que me sigan usando como símbolo de burla y objeto de represión, dice a La Jornada Guerrero. Añade: si la muerte me llega a alcanzar, me iré con la cara limpia, orgullosa de mí, sabiendo que no hubo ningún pendejo que me hiciera agachar la cara; creo que poca gente se ha de sentir como yo, firme, a pesar de tantos atropellos.

En Estados Unidos la campaña ya comenzó. Falta ver lo que se organiza en territorio mexicano.

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