Opinión
Ver día anteriorLunes 7 de diciembre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Nosotros ya no somos los mismos

Gratuidad, seguridad y otros temas vitales del discurso de asunción del doctor Graue

Foto
La rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de MéxicoFoto Cristina Rodríguez
L

a mayoría de la multitud, coincide en afirmar que lo expresado por la columneta sobre el discurso del doctor Graue es veraz y objetivo, pero que no hice referencia a ciertos puntos de especial importancia que deben resaltarse, para que no queden en meras expresiones dichas en la euforia de un día de fiesta. Lo que en su momento se plasmó en blanco y negro, permanece más que aquello de lo sólo hay referencias en el dicen que dijeron.

Tienen razón. Procuraré corregir pronta y brevemente las omisiones, para poder dar paso a otros asuntos. Por ejemplo, con gusto les comento que fue­ron bastantes los mensajes en los que se me solicita, que si sé algo más de la vida de Julio Scherer, lo platique. Conocen de la ardua cruzada que emprendió desde sus inicios como reportero y luego como director de Excélsior, en pro de un periodismo independiente, veraz, al servicio de la comunidad y celoso guardián de los derechos y responsabilidades, tanto de los emisores como de los receptores de los mensajes que, los medios bajo su dirección, entrelazaban y, no precisamente como pares. Julio fue un esparcidor de verdades que, frecuentemente no se compadecían con la oficial. Un precursor del derecho de réplica y, de alguna manera, del que recientemente se conoce como el de las audiencias. Pero quieren saber más de él, de su vida personal: no soy, ni con mucho, el más indicado para proporcionar referencias tales, pero sí me sé momentos muy decidores de esa vida de excepción. Los iré relatando.

Terminemos con los pendientes del rectoril discurso: aun cuando el artículo tercero de la Ley Orgánica, al enumerar a las autoridades universitarias, pone en primer sitio a la Junta de Gobierno, al Consejo en segundo y al Patronato en cuarto, el doctor Graue sin la mínima mala intención, pero sí con notoria falta de experiencia en estos trotes, mandó al Consejo hasta el sexto sitio. Parecería una minucia, pero no lo es. El H. Consejo es el órgano más plenamente representativo de la comunidad universitaria. El único que agrupa a todos los sectores que participan en la vida de la institución, el que surge de elecciones directas que realizan maestros, alumnos y trabajadores. Es el Consejo quien elige a los 15 miembros de la Junta. Muy comedida y justa la mención de los doctores honoris causa y de los maestros eméritos, pero su presencia debería ser anotada posterior a las autoridades. Respecto de la cita nominal de los ex rectores fue un riesgo innecesario: primero los sometió al aplausómetro por demás incómodo y, en caso extremo, incluso a alguna expresión de rechazo. Menos mal que a esas ceremonias no suele presentarse la raza (aquí sí bien utilizado el término) estudiantil.

A mí me es satisfactorio que se repitan de vez en vez las condiciones esenciales de la UNAM: pública, laica, plural, indeclinablemente autónoma, pero conociendo los vientos que corren en la actualidad y el huracán del fin del siglo pasado (1999/ 2000), no estaría de más reiterar la gratuidad de la educación que se imparta en la UNAM. Al menos así lo expresaron en El Correo Ilustrado, ente otros, la estudiante y profesora Aracely Galán. Ella dice que habría que agregar algunas otras características, como incluyente y tolerante, pero, indispensable que se haga expresa la gratuidad. Por su parte, el profesor Benjamín Cortés llega a preguntar que si la omisión de la palabra gratuita ¿no será intencional? Él teme que la omisión pueda ser un eco del afán privatizador de la educación detrás del cual, don Benjamín, ve empresarios con tranchete.

Sobre este tema suelo tener permanentes debates con un grupo de amigos. Ninguno considera que debe implantarse de manera obligatoria e indiscriminada el pago de inscripción y colegiatura, pero todos coincidimos en señalar que es cada día más imprescindible encontrar formas de realizar una justísima correspondencia a todo lo que recibimos en esa generosa institución. Allí no fuimos simplemente formados como profesionistas. No egresamos abogados, ingenieros, filósofos. En nuestras escuelas, facultades, institutos y, por supuesto, en las prepas y los CCH, tuvimos la gran oportunidad de aprender y aprehender. Aprender los conocimientos necesarios para –dice el rector– más allá de su calidad académica, sepan lo que deben saber, hagan lo que deben saber hacer y que las tareas en su vida profesional las realicen con acierto, ética y compromiso social. Se aprende cuando se estudia; se aprehende cuando lo que se estudia y se aprende contribuye a definir un comportamiento, una conducta, a interactuar y transformar el entorno social. Pese a esta cursilona, pero sentida parrafada, alabo que el rector deje claro que la responsabilidad de la existencia, funcionamiento y desarrollo de la UNAM es responsabilidad y conveniencia del Estado mexicano. Que el progreso y crecimiento dependen de un presupuesto justo y suficiente. Y que reclame: La inversión en educación superior está muy por debajo de los crecimientos internacionales. También me hace sentir bien su expresa solidaridad con las instituciones públicas hermanas. La UNAM estará siempre con ellas en la búsqueda de un mejor financiamiento.

Otro tema vital en que el discurso caminó por la cuerda floja (2015, director Robert Zemeckis) fue el de la se­guridad: dice el rector: La inseguridad campea en el país. Sería extraño que ese problema no existiera en la universidad, que es un espacio abierto (sic). No contamos con una fuerza coercitiva y jamás la tendremos. (¿Es esto en verdad lo correcto?)

A continuación el rector afirma: Se continuará con la misma política de disuasión y se fortalecerá la denuncia temprana y la reacción oportuna de nuestros cuerpos de vigilancia. (Señor rector: dadas las estrujadas y toqueteadas que nos han dado en el último semestre, tenemos la sospecha de que podríamos ser violadas el próximo viernes al terminar la última clase de arte del Renacimiento, biología reproductiva o igualdad de género; ¿podría usted tomar las providencias necesarias para lograr una reacción oportuna de nuestros cuerpos de vigilancia? Considere este escrito como una denuncia temprana. Está formulado a las 6:15 de la mañana.)

Sigue el discurso: La autonomía no significa impunidad. Todos de acuerdo. Pero tan sentenciosa afirmación se dirige de inmediato a los enfrentamientos por diferencias ideológicas: Disentir es un privilegio de la razón y de la inteligencia. “Hacerlo con violencias e intolerancia es inaceptable…”

Señor rector, qué gratificante para nosotros, y legitimador para usted, sería que nos diera a conocer sus muy personales proyectos sobre ese pequeño pedacito del campus: el Auditorio Justo/ Che. ¿Está registrado en su agenda de acuerdo con los principios por usted enunciados? ¿Y las bellas islitas, el más hermoso ámbito donde cien flores florecieron (al mes)? ¿Permitirá que continúen siendo la más dolorosa expropiación de la barbarie y la delincuencia organizada?

Pero del discurso, a mi leal saber y entender quedan dos cuestiones importantes. La menor fue un equívoco al final de su discurso: cuando quiere decir: si a la universidad le va bien, le irá bien a México. Según varios audios en mi poder, exclama: si a la universidad le va mal, le irá bien a México. El hecho en sí mismo carece de importancia. Todos entendemos el error de lectura en razón del momento, de la tensión y los nervios. Extraña que ningún medio lo haya registrado, o que las publicaciones universitarias no hayan hecho la corrección, pero anotando el equívoco lingüístico.

El otro sí es más serio: el rector utiliza un vocablo inaceptable: se refiere a la raza. Esta denominación hace muchos años que dejó científicamente de ser válida. Corresponde a las plantas o animales. En cuanto a las personas no existe sino una sola raza: la humana. Su utilización, para señalar algunas diferencias entre diferentes grupos conlleva un animus excluyente, discriminatorio. La teoría misma de don José Vasconcelos no estaba exenta de estos prejuicios, al contrario, su bella y reconfortante concepción de la raza cósmica no era sino esa visión totalmente hitleriana, pero en nuestro favor, de la diferenciación y superioridad de unos hombres sobre otros. Señor rector, hay diferentes etnias, no razas.

En otra columneta haré el enorme esfuerzo de agregar un punto de vista y, de ser posible, documentar el absurdo del lema de nuestra casa, el cual de manera alguna rechazo –su lugar en la historia es inobjetable– tan sólo pretendo hacerlo vigente en el mundo de la actualidad.

Twitter: @ortiztejeda