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Cambio climático: poner fin a la simulación
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iles de personas se manifestaron ayer en varias ciudades del mundo para reclamar a los delegados y ministros participantes en la 21 Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático que alcancen compromisos significativos en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. En París, Francia, donde tendrá lugar la conferencia durante las dos primeras semanas de diciembre, las manifestaciones están prohibidas debido al estado de emergencia decretado por el presidente François Hollande tras los atentados terroristas del 13 de noviembre.

Ayer mismo, Christiana Figueres, secretaria ejecutiva de la Convención Marco, anunció que 183 países ya presentaron sus propuestas individuales para el control del cambio climático, pero que éstas resultan insuficientes para alcanzar el objetivo fijado de mantener el aumento de la temperatura global en 2 grados centígrados por encima del promedio en la era preindustrial. Esto se explica porque las conferencias de las partes, que se realizan desde hace 20 años, no incluyen mecanismos vinculantes ni compromisos obligatorios, por lo que los estados no se encuentran obligados a plantear propuestas que permitan alcanzar los objetivos ni a cumplir con lo presentado.

Es importante señalar que, de acuerdo con estudios científicos diversos, un aumento de temperatura de 2 grados conlleva el riesgo de eventos catastróficos como el incremento en el nivel del mar, por lo que los especialistas sugieren el objetivo de 1.5 grados como máxima diferencia respecto de la era preindustrial. Con las propuestas actuales, el calentamiento global sería de más de tres grados.

Por otra parte, no puede ignorarse que el cambio climático es un fenómeno generado, en gran parte, por el modelo económico dominante durante los últimos siglos, el cual impone las consideraciones del lucro por encima de cualquier otra. Hasta ahora, todos los intentos por construir una política integral que contenga las causas del calentamiento global han fracasado por el rechazo de la clase política y los poderes fácticos a reconocer dicha realidad y abordar temas centrales, como lo es el modelo de desarrollo.

Ante este escenario de peligroso aumento del calentamiento global y sus fenómenos derivados –entre los que se encuentran sequías, inundaciones, huracanes inusualmente destructivos y otros– queda en evidencia que la economía neoliberal hace un uso irracional de la energía y los recursos a su alcance, con lo que no sólo destruye el equilibrio del medio ambiente, sino que además mina las condiciones de vida de millones de personas, particularmente de los sectores más desprotegidos.

Los participantes en la cumbre de París deben tomar en cuenta el impacto del modelo económico en la crisis ambiental, y actuar de manera urgente mediante acuerdos responsables cuyo cumplimiento no se encuentre sujeto a vaivenes políticos ni financieros. Esta responsabilidad debe recaer, ante todo, en los países más desarrollados, por ser los causantes históricos de la emisión del calentamiento global y quienes cuentan con mayores recursos para encarar la situación.