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Auge de la tv y calidad en picada hicieron caer el telón del Blanquita

En la década de los 60 era una de las visitas obligadas para turistas: historiador

Aún hay tiempo de rescatar este espacio, como centro cultural o museo, señala

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Aspecto actual del teatro Blanquita, ubicado sobre el Eje Central Lázaro Cárdenas, entre las calles Pensador Mexicano y Mina, en la colonia GuerreroFoto Jesús Villaseca
 
Periódico La Jornada
Martes 17 de noviembre de 2015, p. 37

En sus años de gloria, por la década de los 60, cuando se presentaban las famosas tandas por un boleto, que incluía en un sólo show bailes, música y comedia con orquestas, el teatro Blanquita era parte de todo un circuito de entretenimiento popular en el centro de la ciudad de México, que decayó cuando cambió la forma de hacer y ver los espectáculos.

Este recinto teatral, por el que desfilaron grandes figuras de la música y la comedia de México y el extranjero, era de tal fama que para quienes visitaban el Distrito Federal había dos lugares a los que no podían faltar: la Basílica de Guadalupe y el Blanquita, recordó el historiador e investigador musical Dionicio Sánchez Alvarado.

Si revisamos las carteleras, eran espectáculos fastuosos, todos querían ver a estrellas como Agustín Lara, María Victoria, Tongolele, Lola Beltrán, Toña La Negra, Borolas, Tin Tan. Había otros teatros como el Cervantes y el Tívoli, la competencia era mucha, pero todos se llenaban, refirió.

El bullicio, la bohemia, la vida nocturna que se generaban en San Juan de Letrán y Aquiles Serdán, como se le conocía a ese tramo del Eje Central, comenzaba al caer la tarde. La gente salía del Blanquita, atravesaba la calle y se podía ir a Garibaldi, que estaba lleno de carpas. O ir a bailar al Salón México o a cualquier otro lado. Había de todo: lugares de primer nivel hasta tugurios de mala muerte, apuntó.

En sus buenos tiempos, este recinto contribuyó a impulsar la actividad económica de esta zona de la colonia Guerrero. María Isabel Robledo, vecina, relató que era común que las bailarinas o los artistas del teatro, entre ellos Juan Gabriel, en sus inicios acudieran a comer al mercado 2 de Abril, que se encuentra atrás del inmueble.

El teatro trabajaba de lunes a domingo. Todo el tiempo había movimiento. Estaba el café Greco, que se mantenía abierto día y noche; enfrente se encontraba el cine Mariscala, y junto a la plaza, que ahora está llena de indigentes, había una academia de belleza. Ahora todo está triste, sucio e inseguro, porque se acabó todo eso, expresó.

Su declive comenzó cuando dejó de existir el teatro de revista, pero también debido al auge de la televisión. Antes la gente iba a ver a sus artistas en vivo, después decidió instalarse frente al televisor, expresó Rodrigo de la Cadena, locutor de radio, quien ha documentado el destino que han tenido los teatros en la ciudad.

Ya sin grandes figuras

En los 80 el Blanquita logró sobreponerse y presentó aún artistas importantes, pero después sus espectáculos menguaron. Comenzaron a masificarse los espectáculos y las estrellas se cotizaban muy caro.

Después, salvo algunas excepciones, fue la falta de calidad y la ignorancia sobre estos espectáculos lo que llevó a su cierre. Con todo respeto, ponían a Ninel Conde o a Niurka, que nada tienen que ver con las grandes figuras que lo vieron nacer, opinó Sánchez Alvarado.

De la Cadena y Sánchez Alvarado coincidieron, por separado, en que aún es factible recuperar este espacio, que además de presentar espectáculos musicales podría convertirse en centro de las artes o museo en el que se exhiba su legado histórico.