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Laia, ancestro común entre los grandes simios y los humanos, separados hace 17 millones de años

Primate hallada en Cataluña obliga a un nuevo enfoque de la evolución

Posee articulaciones y huesos de la muñeca similares a los de los hominoideos actuales, señalan expertos del Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont

Sin embargo, la encefalización es parecida a la de los monos y gibones de esta época e inferior a la de los grandes antropomorfos, dicen

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El cráneo de Pliobates cataloniae –así fue bautizado el animal–, reconstruido virtualmente a partir de escaneos de alta resolución. La gráfica muestra una vista frontal, lateral y basal. Las imágenes fueron tomadas de la página del Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont
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Fragmento principal del cráneo de Pliobates cataloniae
 
Periódico La Jornada
Martes 10 de noviembre de 2015, p. 2

Madrid.

Descubierta en 2011, cuatro años después la pequeña mona Laia se incorpora a los anales de la ciencia como un inesperado eslabón entre la dos ramas de hominoideos separadas hace 17 millones de años, algo que debe obligar a un nuevo enfoque de la evolución.

El estudio de sus restos, hallados en la zona de Can Mata, en los Hostalets de Pierola, en Cataluña, noreste de España, permiten identificar al animal como una hembra adulta (siete u ocho años) de apenas cuatro a cinco kilogramos de peso, que vivió hace 11.6 millones de años.

La investigación, que partió de un esqueleto parcial, incluidas partes del cráneo, dentadura y brazo izquierdo con articulaciones del codo y la muñeca, determinó que Laia era una mona trepadora, con una alimentación basada en frutos blandos.

Según los expertos, se trata de una especie de primate no identificada hasta ahora, bautizada como Pliobates cataloniae, del grupo de hominoideos, junto a los simios antropomorfos, anterior a la separación entre grandes simios y humanos.

El tamaño del espécimen hace pensar a los investigadores en un ancestro común de los hominoideos actuales, más pequeño, y contrario de lo que se pensaba, más parecido a los gibones que a los grandes simios.

El estudio del fósil, hallado por expertos del Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont, indica que posee articulaciones y huesos de la muñeca similares a los hominoideos actuales, aunque su encefalización era parecida a la de los monos y gibones que conocemos ahora e inferior a la de los grandes antropomorfos.

Comportamiento cauteloso

El autor principal del estudio, David Alba, estima que esa configuración estaría adaptada a un comportamiento trepador lento y cauteloso, el cual le permitiría colgarse de las ramas, pero no acrobáticamente como los grandes antropomorfos actuales ni los gibones.

En declaraciones al Servicio de Informaciones y Noticias Científicas (SINC), Alba aclaró que el hallazgo de numerosos restos fósiles de primates en los yacimientos de Can Mata no significa que los primates fueran abundantes en esa zona.

Según su criterio, había distintas especies de diferentes grupos, pero poco abundantes respecto del resto de componentes de la fauna, pues a ellos corresponde menos de 0.5 por ciento de los 70 mil restos fósiles recuperados de 2002 a 2014.

En opinión de Alba, haber encontrado primates del mioceno en Cataluña y no en otros lugares de España se debe a condiciones geológicas y ambientales.

Cataluña, explicó en rueda de prensa para presentar el descubrimiento, era el extremo sur de una paleoprovincia centroeuropea, con clima más húmedo que el resto de la península ibérica, y ello explica la existencia de estos primates.

Según el investigador Salvador Moyá-Solá, participante en el estudio, es de esperar que futuros hallazgos en el vertedero de Can Mata ayuden a aclarar cuál es el papel de los primates de pequeño tamaño en la evolución de los hominoideos.

La zona de Can Mata es considerada de gran riqueza paleontológica y en ella, recordó Alba, se han recuperado fósiles raros o infrecuentes de primates de menor densidad poblacional que otros mamíferos.

El descubrimiento de Laia se une a los más representativos hallados en esta zona, como Pau (Pierolapithecus catalaunicus), otro ancestro de los humanos de unos 13 millones de años encontrado en 2002 en la misma zona, a unos 50 kilómetros de Barcelona.

Según los especialistas este lugar, considerado un santuario de fósiles de simios, permitió preservar los restos gracias a la existencia de una fosa tectónica activa de rápido hundimiento, gracias a lo cual se llena de sedimentos con restos fósiles.

A esto se suma el ecosistema existente entonces con un ambiente favorable para el desarrollo de los primates y ello permite hallar muestras de 15 a ocho millones de años, elemento importante para el análisis evolutivo.

Este santuario de la paleontología tuvo su crecimiento, paradójicamente, con un proyecto de ampliación de un antiguo vertedero en una zona de unas 70 hectáreas donde se habían detectado depósitos del mioceno.

Ante la insistencia de los especialistas, las autoridades determinaron que los paleontólogos controlaran el proceso de ampliación del vertedero y supervisaran el trabajo de las máquinas excavadoras.

El hallazgo de Pau en 2002 fue relevante para convencer a los incrédulos del valor de esa zona como fuente de búsqueda para los investigadores que hurgan en el origen del hombre cuando todavía la Tierra podía considerarse el planeta de los simios.