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Data de 1866 y tiene 600 tumbas pintorescas, entre ellas una réplica de la Torre Latino

De Hoctún, el cementerio más alegre del país

Pese a la pobreza, ese pueblo maya está orgulloso de recibir a cientos de visitantes en Día de Muertos

Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 1º de noviembre de 2015, p. 25

Hoctún, Yuc.

La pobreza ancestral en este pueblo maya no impide a sus pobladores sentirse orgullosos de sus raíces y de su cementerio, construido en 1866, el cual atrae a cientos de visitantes durante la celebración de Día de Muertos.

Tiene 600 tumbas, la mayoría coloridas y pintorescas, entre ellas una réplica de la Torre Latinoamericana, en memoria de Rafael Martínez Torres, un nativo de Hoctún que formó parte de los trabajadores que la edificaron, entre 1956 y 1972.

Fue su último deseo y se le cumplió, comenta José Raymundo Chan, conocido en el pueblo como El Muerto, quien se encarga del camposanto y de decorar las criptas.

Me ha tocado pintar tumbas y construirles algo distinto, como una casa de paja en miniatura, cruces, relojes, hortalizas, y así por el estilo, lo que la gente pida, explica el campesino.

Hoctún (piedra arrancada, en maya) se localiza a unos 45 kilómetros al centro de Mérida, capital del estado; la mayoría de sus alrededor de 3 mil 500 habitantes son indígenas.

Según el censo del Consejo Estatal de Población 2012, 85 por ciento de sus habitantes viven en pobreza y 10 por ciento en pobreza extrema. Sólo 5 por ciento tiene mejores expectativas de vida.

La desnutrición afecta a 65 por ciento de los menores de cinco años.

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Las tumbas del cementerio del pueblo de Hoctún, Yucatán, se caracterizan por ser pintorescas. Algunas tienen adornos vistosos, como casitas de paja en miniatura, cruces, relojes y hortalizasFoto Luis A. Boffil

A pesar de los altos niveles de pobreza los lugareños se sienten orgullosos de sus raíces y de su cementerio, construido en 1866, en primera etapa, y en 1962, la segunda.

Las sepulturas y nichos están enmarcados de múltiples colores y peculiaridades como casitas de paja, donde todavía viven los descendientes de los mayas ancestrales; milpas (campos de siembra) e iglesias.

El primero y el 2 de noviembre el camposanto da su mejor cara. Las criptas lucen renovadas con pintura, la mayoría con colores chillones, como suelen decir los lugareños.

No escatimamos para recordar a nuestros muertitos, cada año o cuando se puede pintamos de nuevo las tumbas y les ofrendamos lo que en vida más les gustaba, dice Francisca Iuit May, quien fue a rezar a su marido, fallecido hace 10 años.

Lejos de ser tétrico o lúgubre como otros, en el panteón de Hoctún se respira tranquilidad y paz. Interrogado sobre el por qué el colorido de las tumbas, señaló que todo se inició en la década de los 60 del siglo pasado, cuando un lugareño quiso destacar la cripta de su pariente.

La gente comenzó a imitar y poner otros colores, parecía competencia; después a otra persona se le ocurrió colocar determinados distintivos en las tumbas, algo diferente, recordó.