Opinión
Ver día anteriorLunes 26 de octubre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Contrastes de la cultura en París
A

sistí en estos días a tres inauguraciones de actos culturales tan diferentes que hubiese podido creerme en países a la vez vecinos y distantes, entre los cuales se levantarían fronteras casi infranqueables, pues no hay pasaporte que valga.

La primera, la del renovado Musée de l’homme, en el edificio cuyo frontispicio es coronado con la frase de Paul Valéry grabada en letras de oro:

Tout homme crée sans le savoir
comme il respire
mais l’artiste se sent créer
son acte engage tout son être
sa peine bienaimée le fortifie

(Cada hombre crea sin saberlo/ como respira/ pero el artista se siente crear/ su acto compromete todo su ser/ su pena bien-amada lo fortifica.)

Situado en la plaza del Trocadero, lugar ideal para contemplar entera la torre Eiffel, el Museo del Hombre fue inaugurado en 1938 por Albert Lebrun, presidente de Francia durante el Frente Popular, para sustituir en ese mismo lugar al Museo de la Etnografía. Desde su fundación fue dedicado a la evolución e identidad del hombre: ¿quién es?, ¿cuáles son sus orígenes?, ¿por qué etapas ha pasado para ser hoy lo que es?, siguiendo el pensamiento de su fundador, el etnólogo Paul Rivet: La humanidad es un todo indivisible, no sólo en el espacio, sino también en el tiempo. Así reúne, a través de representaciones, objetos, cráneos, esqueletos, el desarrollo y transformación del ser humano.

Cerrado hace seis años para restaurarlo, agregar objetos rescatados de colecciones privadas y otros museos, crear una nueva disposición de las salas, darle movimiento, al mismo tiempo simple, profundo y reactivo, para permitir al visitante participar, identificarse y comprender, no sólo con su mente, también con sus sentidos, fue reinaugurado por el presidente François Hollande en una ceremonia oficial. Altos funcionarios, autoridades de la cultura, funcionarios de Estado, periodistas, invitados selectos, formaron el público vestido para la ocasión con un estilo formal, tieso, de uniforme seriedad, en fila tras el recorrido presidencial del museo.

La original innovación actual en este museo es la posibilidad que da esa reactividad: tocar los cráneos con una edad de milenios, dar la mano a los huesos de la mano esquelética de un antiquísimo ancestro, aceptar que uno de nuestros estadios es la de un pez anterior al chimpancé. Uno de los hallazgos del renovado museo es la estatua gigantesca de una lengua situada justo a la entrada del recinto, que, a semejanza de la torre de Babel, se levanta hacia el cielo. Se trata de recordar que este órgano de la degustación es también el órgano del habla, tan distintas como puedan ser los lenguajes, las épocas históricas, los países, la raza y otras divergencias. Características cambiantes de las palabras en variados y variables momentos. El mecanismo de esta escultura gigante de una lengua permite escuchar voces de tiempos pasados, venidas de otras regiones, habladas en otros idiomas: los acentos, la musicalidad, las entonaciones son distintas.

Búsqueda también de los orígenes del hombre y la pintura es la obra de Pierre Soulages con sus telas negras, de donde emana la luz apagada de las cavernas, en cuyas paredes los primeros hombres pintaron a oscuras. La exposición exhibe las obras de Soulages realizadas en los últimos meses a sus 95 años de edad. En su ausencia, retenido en su casa en Sète, donde ve este techo tranquilo/ donde marchan las palomas, visto por Valéry, su asistente irlandés, Dan, recibió a los visitantes, quienes se dispersaban a su antojo por las amplias salas, indispensables al tamaño de sus telas.

Con un público juvenil se inauguró, en el taller de litografías Clot, Bramsen & Georges, exposición de grupo, integrado por Stéphane Carricondo, Ned y Jerk. Sus obras son representativas de las múltiples imágenes sobrepuestas de la actualidad. Explican que ahora se trabaja así, en grupo, con una pintura semejante al lenguaje onomatopéyico de hoy día.